Morgan bajó las escaleras a trompicones, solo con un pensamiento en mente. Maisie tenía que sobrevivir.
Morgan sentía una inclinación por ayudarla, por hacer todo lo posible por que se recuperara y pudiera seguir su camino, cualquiera que este fuese. Así que llegó hasta las puertas principales, y las abrió de un tirón.
Un macho, que supuso que sería el médico, la miró con una ceja arqueada. Llevaba una chaqueta de cuero verde que le llegaba hasta las pantorrillas, pero que estaba algo descuidada, portaba una barba blanca y cuidada, y sus ojos dorados la observaron con curiosidad.
—¿Hago bien en asumir que no eres mi paciente? —preguntó. Morgan se fijó en sus afilados colmillos.
—Así es, por favor, sígame —dijo, haciendo que entrara.
Morgan intentó que aumentara el ritmo de sus elegantes pasos, pero observó que el macho estaba más concentrado en la variopinta visión del palacio por dentro, una mezcla de riqueza y caos, que en lo que le esperaba en la planta superior. Se internaron en el pasillo y Morgan esperó frente al marco de la puerta abierta.
—Vaya —dijo el macho cuando posó sus ojos sobre la hembra que estaba encima de la cama ensangrentada.
Maisie tenía el rostro pálido, pero sus ojos se movían detrás de sus párpados, como si estuviera teniendo algún tipo de sueño trascendental.
—Trae alcohol —dijo —. Antes de cerrar la herida debo limpiarla.
Morgan no se lo pensó dos veces antes de salir de la habitación como un rayo.
El sanador se acercó hasta la cama mientras esperaba. La hembra era hermosa. O lo habría sido de no parecer tan demacrada. Sus ojos estaban delineados por oscuras sombras y su boca formaba una mueca de dolor. Murmuraba en sueños, pero apenas era capaz de entender una palabra.
El macho rajó la camisa y se la quitó, y Maisie no pareció ser consciente de lo que pasaba a su alrededor. Su pecho estaba cubierto por vendas que tenían manchas de sangre, pero él se fijó en los paños ensangrentados de su omóplato. Extendió sus manos y cerró los ojos. Sintió el cuerpo de la hembra intentar regenerarse, curarse a sí mismo, a una velocidad de los que pocos eran capaces, aunque con su ayuda, sería en la mitad de tiempo.
—No he visto una criatura igual —dijo en voz alta al notar la presencia de alguien más. Abrió los ojos y Tamlin se instaló a su espalda, y la contempló como el otro macho.
—¿Qué te hace decir eso? —El sanador le dio unos paños y Tamlin, con un quejido de molestia, presionó contra la herida de la hembra —. Darlan.
—No es una cecaelia, o no tendría piernas —explicó deshaciéndose de los vendajes de los brazos —. Tampoco una ondina, aunque su piel tiene un tono azulado. Y no creo que sea una selkie tampoco.
—Hizo que la lluvia se congelase, jamás había visto algo así —Tamlin observó como las heridas de sus brazos desaparecían —. A lo mejor a Kallias, pero escasos son los que tienen esa clase de poder de manipulación de los estados del agua, ni siquiera en la Corte Invierno.
Tamlin cerró la boca al escuchar los pasos, y segundos después, Morgan volvió a aparecer.
—Lo que pedísteis —dijo, dándole una botella.
Darlan apartó a Tamlin y quitó las vendas y los paños para echarle el alcohol, que la hizo removerse inquieta, con una expresión de dolor. Tamlin se apartó, observando la escena. Morgan parecía inquieta, aunque tampoco sabía qué podía hacer.
Morgan apartó la mirada. Después de que hubiese tirado todas las vendas sucias al suelo, Maisie había quedado desnuda de cintura hacia arriba. Miró hacia un lado y observó a su alto lord mantener la vista fija en aquella desconocida, con los brazos cruzados. Morgan se preguntó si estaría molesto de haber tenido que hacer tanto por ella.
Darlan convocó su magia y la piel empezó a cerrarse hasta que solo quedó una cicatriz. Morgan frunció el ceño sin saber por qué había decidido mantenerla.
—Necesita reposo —dijo —. Sus heridas físicas están bien, lo que me preocupa es su almacenamiento de maná.
—¿Qué pasa? —Morgan dio un paso hacia él.
—Está casi vacío, debe descansar —Se giró y miró a Tamlin —. Mi trabajo está hecho.
Tamlin asintió con una suave mueca y acompañó a Darlan afuera, mientras Morgan se quedaba.
—¿Quién es? —Tamlin se encogió de hombros.
—Se llama Maisie.
—Un nombre bonito y tradicional, pero no es a lo que me refería.
—Sé tanto como tú —respondió —. Ahora cóbrate, la mansión es toda tuya. Puedes retirarte.
Darlan hizo una reverencia y Tamlin miró hacia atrás, donde había dejado a las dos hembras.
🌸🌸
Tenía que correr, lo sabía.
El palacio estaba en caos, todo el mundo corría y los soldados aparecían de todos lados como si fueran bancos de peces.
—No te entretengas, no tenemos mucho tiempo —Maisie giró la cara hacia esa voz y sus ojos se agrandaron al encontrarse con aquella hembra. La de los ojos azules.
—¿Qué... qué está pasando? —La hembra no respondió a su pregunta, como si no la hubiese oído.
—Tu madre habrá escapado por el pasadizo norte, no te preocupes, estará a salvo.
Su madre.
Maisie empezaba a recordarla. Su madre tenía la cara redonda, como de bonachona, y el cabello pelirrojo como el suyo, aunque rizado. Maisie sin embargo, era hija de su padre. Su contextura delgada y esbelta la había sacado de él, como los ojos grandes y amarillos, o las escamas azules y el tono frío de su piel.
Recordaba a su padre darle golosinas en una cena importante con unos emisarios a los que ya no podía poner cara mientras ella se escondía bajo la mesa. Había sido apenas una niña entonces. Y recordaba a Meabh con ella. Meabh, su Meabh, unos años menor que ella, pero con la misma pasión por meterse en líos.
Recordaba la calidad y la suavidad de su piel, recordaba la forma en la que arqueaba la espalda entremezclada con el sonido de sus gemidos.
Estaban huyendo.
Maisie recordaba cruzar aquella esquina, y recordaba cómo se habían encontrado con Carrie, justo como estaba pasando en aquel instante.
Maisie pestañeó y se llevó una mano a la cabeza. Eso ya lo había vivido.
Las voces empezaron a mezclarse en su cabeza, y dejó de entenderlas.
Era un recuerdo, se dio cuenta.
—Meabh —intentó llamarla, pero ésta ni siquiera la miró —. Meabh.
—Me encontraré contigo cuando sepa qué ha pasado —le dijo. Maisie intentó negar, pero dio un paso hacia Carrie, que la sacaría de allí —. No tardaré.
Recordaba salir del castillo, recordaba la cueva, y el hechizo para ocultarla, que Maisie no había sabido que también la dormiría.
Y también recordaba las palabras de su padre: "El alto lord de la Corte Primavera es nuestro aliado. En su posesión hay algo que nos hará ganar la guerra".
Maisie dio una exhalación y sintió su corazón latir muy rápido.
Abrió los ojos y se encontró con los de Morgan sorprendidos.
Estaba despierta.
ESTÁS LEYENDO
Un reflejo de hiedra y nenúfares
FanficLa Corte Primavera ha sido destruida, su alto lord junto a ella. En forma prácticamente permanente de bestia y en la completa soledad de Rosehall, la antigua mansión de la familia, Tamlin apenas sobrevive. Mucho menos vive. No de verdad. Esto cambia...