3. La primera vez

279 31 5
                                    

Ocho meses de noviazgo eran suficientes para que Emilio quisiera dar el siguiente paso. ¿Por qué no? Él estaba seguro de su amor por Joaquín y del amor que Joaquín sentía por él.

Dicho amor, en conjunto con la ternura, la espontaneidad, la alegría y la inocencia con la que Joaquín llenaba su vida, le hacía no querer nada más.

Había llegado el momento.

Invitó a Joaquín a una tarde de picnic en su parque especial. Tenía previsto el lugar perfecto para hacerlo. Debajo de un frondoso árbol que ofrecía la suficiente sombra para quien se sentara a sus pies.

–Nunca habíamos hecho un picnic y menos aquí. –Comentó Joaquín.

–Lo sé. Pero es bueno variarle a la vida. –Alzó los hombros. –La monotonía mata y eso se aplica para todo en la vida, TODO. –Enfatizó.

–¿Tú preparaste todo esto? –Preguntó mientras se llevaba un trozo de melón a la boca.

–Bueno, apenas son unos sándwich, fruta picada y jugos en lata. No es como que haya hecho mucho.

–Bueno, pero la intención es lo que cuenta. Te esforzaste por elegir el lugar, preparar los sándwich, comprar los cupcake con decoración morada debo aclarar y por acomodar la manta y las cosas.

–Bueno si...

–¡Ah! y sobre todo por picar la fruta sin cortarte, eso es un logro. –Se burló. Emilio abrió la boca haciéndose el ofendido.

–¿Te estas burlando de mí?

–No. –Rio.

–Ahora te estas riendo de mí. –Sonrió asombrado.

–No. –Negó con la cabeza al mismo tiempo que negaba con su dedo índice y con la otra mano cubría su boca para evitar que se escuchara su risa. Pero no sirvió de mucho porque Emilio lo atacó a cosquillas, e hizo que Joaquín se retorciera como un gusanito tratando de escapar.

–Ya, Emi. Basta. –Dijo entre risas y pataleando.

–Está bien, tendré piedad de ti. –Las cosquillas cesaron. –Solo porque necesito entregarte algo.

–¿Entregarme algo? ¿Qué? –Se incorporó a la vez que se limpiaba las lágrimas causadas por la risa.

–Un regalo.

–Pero no es mi cumpleaños.

–Lo sé, pero no es necesario que sea una fecha importante para regalarle algo a mi novio o ¿sí? –Joaquín negó.

Emilio se acercó a la canasta y saco de ella una pequeña caja plateada con un lazo morado.

–Es... Es una pulsera con un dije pequeño en forma de corazón. Es morado, sé que es tu color favorito y pues... Espero te guste. –Extendió su brazo y Joaquín tomó la caja.

El castaño quitó la cinta morada dejándola caer a su regazo, luego abrió lentamente la caja para encontrarse con aquello que el rizado le había descrito.

–¡Ay Emilio! ¡Esta hermosa! –Lo abrazó rápido para luego pedir que se la pusiera. –Pónm... –Al estirar su mano logró observar que algo brillaba más colgaba de la pulsera, algo que lo hizo enmudecer al instante. La sorpresa de Joaquín al ver lo que el corazón contenía, fue igual o mayor que el nerviosismo de Emilio, quien pasaba sus manos sudorosas sobre la tela de sus jeans.

–Emilio esto es un... –Sus ojos estaban abiertos como platos y a punto de llorar.

–Un anillo de matrimonio. –Terminó por él. –¿Te quieres casar conmigo, Joaquín?

Como el otro | EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora