8. Nuevo cliente

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–Buenos días, soy Joaquín, su masajista. –Saludó mientras entraba con unas toallas en la mano. Su cliente lo esperaba ya en la camilla de masaje.

–Mucho gusto Joaquín, mi nombre es Christopher, Christopher Smith. –Sonrió.

–Pidió un masaje reductivo ¿verdad? –Se acercó a una mesa auxiliar donde estaban los aceites y algunos inciensos.

–Así es.

–¿Cómo le gusta su masaje? –Tomó un encendedor y prendió un incienso.

–Fuerte. A mí todo me gusta fuerte.

–Voy a ponerle este incienso, para que se relaje. –Sonrió amable al cliente.

–Me parece bien. Estoy muy interesado en mantener mi figura.

–Sí, me imagino pero igual no será muy difícil, digo, tiene un cuerpo muy bonito. –Colocó el incienso en la mesa y tomó un frasco de aceite.

–Gracias. –Sonrió ante el alago. Joaquín llegó hasta la mesa para empezar a trabajar la parte baja de su cuerpo. –Eso es lo que dice mi nuevo novio. Trato de mantenerlo en forma con ejercicios y masajes. Sabes Joaquín, él es un león haciendo el amor. –Joaquín abrió los ojos y luego sonrió ante la confesión.

–Qué suerte. –respondió a la vez que empezaba a masajear las pantorrillas del hombre.

–Yo le doy justo lo que él quiere.

–¿Y cómo sabe? Digo, yo no le atino a nada de lo que le gusta a mi esposo. –quiso saber con genuino interés.

–Hay cosas como manías, fantasías, fijaciones... que les gusta. En cada uno es diferente. Si descubres cuáles son esas cosas que le gustan a tu esposo y las practicas, créeme que lo volverás loco. –le aconsejó.

¿Emilio tenía fantasías? ¿Por qué nunca le ha dicho sobre eso?

Él podría aceptar variar en la cama. Niko siempre le decía que debía experimentar nuevas cosas, porque la monotonía mataba.

Si Emilio quería, él lo haría. Y no solo por complacerlo, sino porque en el fondo él deseaba experimentar esa parte loca y excitante que Niko tanto mencionaba, y si era con su esposo, mucho mejor.

Próxima meta: Descubrir que es lo que vuelve loco a Emilio.

–Bueno terminamos. Ya puede vestirse.

–Delicioso, Joaquín. -Sonrió. –Muchas gracias. –Dijo mientras se sentaba cuidando no mostrar de más. –Voy al baño un momentito, ¿me puedes esperar? Necesito hablar una cosita contigo. –Joaquín asintió.

Mientras Christopher fue al baño, Joaquín esculcó un poco entre las prendas de este, que estaban sobre una pequeña mesa. Había una camisa negra de botones transparente, no dejaba nada a la imaginación.

¿El usaría algo así? Puede ser pero, ¿le quedaría igual de bien que a Christopher?

Dejó las prendas al escuchar que su cliente se acercaba.

–Ay Joaquín, muchísimas gracias por esperarme.

–No se preocupe. –Negó con la cabeza.

–Mira, sinceramente me sentí muy contento con el masaje. Espero que me atiendas tú las próximas veces, porque pienso venir bastante seguido.

–Con mucho gusto. –Sonrió.

–Mira quería darte esto. –Tomó su bolso y sacó unos billetes de su billetera. –Para que te compres algo que caliente a tu esposo. –Le guiño el ojo.

Y lo haría. Por supuesto que lo haría.

☼☼☼

La mayoría de los "problemas" entre sus amigos han sido tontos en su mayoría, nada que no pudiera resolverse rápido, pero la situación ahora era diferente. No es un engaño cualquiera como el que Emilio le dijera a Joaquín que la nueva receta que preparó era una exquisitez cuando en realidad sabia horrible y Joaquín se molestó porque no fue sincero con él solo por no hacerlo sentir mal.

¡No! ¡Estamos hablando de infidelidad!

Temía por como esto repercutiría en Joaquín.

Desde que Niko conoció a Joaquín, sabe que ha sufrido un poco de baja autoestima, inseguridades a causa de no conocer muchas cosas de la vida en general. Pero, nadie nace aprendido ¿no es así? No nacemos con un chip educativo que nos manda información cada vez que algo ocurre. Todo el aprendizaje se adquiere a través de decisiones, riesgos y uno que otro golpe inesperado que la vida te da.

Es por eso que siempre ha tratado de animarlo, hacerle ver que no era malo ser tímido pero si inseguro. Que debía dejarse llevar, disfrutar de la vida y su matrimonio. Que debía arriesgarse, aventurarse en hacer nuevas cosas, a ser más libre, pero sin dejar de ser el mismo, esa persona dulce, inocente, entusiasta, optimista y generosa. Simplemente trabajar en esa herramienta de vida llamada autoestima, que si está bien, nos permite afrontar mejor las adversidades, y sentirnos satisfechos con lo que realizamos.

Pero aunque Niko siempre se mantuvo al margen de los problemas que tuvieran sus amigos en su matrimonio, siendo solo confidente de Joaquín, ahora no podía quedarse con los brazos cruzados.

–¡Ey tú! –Dijo al entrar al salón donde Emilio impartía clases. Lo conocía porque fue un par de veces con su amigo.

Un tipo de ojos gris oscuros con un toque de verde y cabello castaño se giró con el ceño fruncido.

–Tu eres amigo de Emilio ¿cierto? –Fingió no estar seguro. Ya lo conocía, lo ha visto en las fiestas que Joaquín y Emilio realizan.

–Eh... sí, ¿por? –Respondió titubeante mientras se ponía de pie. –¿Te conozco?

–No, seguramente no, pero yo a ti sí. Te he visto unas cuantas veces en las reuniones de Emilio y Joaquín.

–No es posible, no podría no recordar a alguien como tú. –Niko entornó los ojos. ¿Cómo lo recordaría si un tipo pelinegro lo acaparaba siempre que coincidían? No era como que le pusiera atención al resto de los invitados.

–¿Está Emilio? –Ignoró el comentario. –Necesito hablar con él ahora mismo. –Exigió.

–No, no está. Salió a caminar. –Sonrió nervioso.

–¿De verdad salió a caminar o lo estas apañando?

–¿Apañando? ¿Qué? ¡No!

–Sí, seguramente es eso... –Empezó. –Como es tu amigo... ¡Dejarían de ser hombres! Entre ellos se tapan sus cochinadas... –Caminaba de un lado a otro moviendo sus manos. –Es que todos son iguales... No hay uno para componer otro... son unos pe... –Se detuvo al darse cuenta que estaba despotricando contra quien no debía, aparte que seguramente estaba haciendo el ridículo. Levantó su mirada para encontrarse con un ceño fruncido y una sonrisa divertida por parte de Eduardo. Al ojiverde le causaba ternura. –Yo... yo... Lo siento...

–No, no te preocupes. Me imagino porque me dices todo esto. –Hizo una mueca. –Créeme que aunque sea amigo de Emilio, no estoy de acuerdo. –Niko entornó los ojos. Eduardo recordó no haberse presentado antes. –Soy Eduardo.

–Entonces deberías aconsejarlo. Soy amigo de Joaquín y estoy aburrido de verlo mal.

–¿Le paso algo a Joaquín? –Preguntó preocupado.

–Pues sí, bueno no le pasó nada pero... ¿Cómo no le va a pasar algo si Emilio lo único que hace es joderl...? –Calló. Estaba despotricando de nuevo contra quien no debía. –Perdón, yo... -Carraspeó. –Yo no debería estar diciéndote esto ¿verdad? No tienes nada que ver. Yo me escapé del trabajo porque quería hablar con Emilio sin que Joaquín se enterara porque sé que él no me hubiese dejado venir, pero como Emilio no está me voy, además me pueden despedir ¿verdad? Adiós.

–Espera, ¿no quieres que te lleve?

–¡No! No, gracias. –Salió corriendo.

Como el otro | EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora