21. Confesiones

319 27 9
                                    

–Ya te dije que él no me importa. Joaquín, lo único que me importa es tu perdón y que me creas. No quiero malos entendidos entre nosotros y por eso corrí detrás de ti apenas me enteré que fuiste tú quien nos vio. No quiero que te quedes con la imagen equivocada. Me crees ¿verdad?

Emilio buscaba algo que le indicara que Joaquín le creía. Era notable la lucha interna que tenía. Emilio sintió volver a respirar cuando lo vio asentir lentamente y luego caminó hasta la cama para sentarse a su lado, frente a él.

–Te creo. Puedo hasta entenderlo. –Emilio frunció el ceño. –Actuaste a la medida de la situación y lo entiendo. Porque dime, ¿cómo ibas a saber que yo iría a tu trabajo si no te lo dije? No podrías hacerlo porque una vez más callé como tantas veces lo he hecho, y como tu tantas veces lo has hecho también, ¿o piensas que no me di cuenta que algo pasaba con tu trabajo? –Los ojos de Joaquín estaban aguados nuevamente.

La verdadera y tan esperada conversación la había iniciado Joaquín al mencionar el problema en su trabajo, y él lo sabía. Esto solo significaba que Joaquín no aguantaba más y necesitaba sacar todo lo que sentía de una vez, y Emilio lo dejaría.

–Pude preguntarte sobre eso, y quise hacerlo muchas veces al verte preocupado y estresado pero... deseé que vinieras a mí en busca de refugio. Si yo no podía hacer nada al menos serviría de desahogo para ti. Pero no lo hiciste. –Su voz se quebró al final. Pasó el dorso de su mano por sus ojos limpiando las lágrimas que ya se hacían presentes.

Estabas preocupado por mí. Mi amor, estabas preocupado por mí y yo solo te lastimaba con mi supuesta forma de "cuidarte". ¡Que imbécil!

–Y ese fue mi error, asumir que lo harías. –Sonaba tan dolido.

–Así como el mío fue asumir que te cuidaba si te mantenía alejado de mi trabajo.

–¿Cuidarme? ¿De qué?

–Cuando el coordinador renuncio, mi nombre estaba dentro de las opciones para reemplazarlo junto al de Santiago. Él ha estado en una constante competencia absurda conmigo desde que el director se apoya más en mí que él, siendo que él tiene más años dentro del instituto que yo. Y como es hijo de un amigo del dueño se creía que tenía grandes posibilidades de ganarlo. –Alzó los hombros. –Eso no me importó, solo me esforcé por terminar el nuevo proyecto para empresas, algo en lo que venía trabajando ya, lo que haría que me miraran aún más como la persona adecuada para el puesto. Alguien con visión y con capacidad para liderar. Y lo logré.

Y estoy orgulloso por eso.

–Fueron días muy complicados, entre la disputa del puesto con Santiago, la aprobación e implementación del nuevo proyecto, el traslado al nuevo instituto, todo era un caos. –Hizo una mueca. –A veces cuando estamos mal humor podemos desquitarnos con quien menos debemos. No quería hacerlo contigo.

–¿Por eso te distanciaste? ¿Por qué quisiste evitar decir o hacer algo que me lastimara? –Joaquín preguntó incrédulo y molesto. Emilio asintió. –¿Y no pensante que al hacerme a un lado me lastimarías igual o peor? ¡Me sentí inútil! No podía ayudarte. No sabía lo que estaba pasando porque tú no me lo contaste, y no te imaginas lo doloroso que fue pensar que no me tenías la confianza suficiente como para contarme tus cosas. ¡Soy tu esposo Emilio! Y te amo, y siempre voy a querer verte bien. Saber de ti, lo que te hace feliz para compartir tu felicidad, lo que te entristece para darte alegría, lo que te agobia para llevar el peso entre los dos. Si me tratabas mal, yo no me molestaría ni me sentiría mal porque sabría que era a causa de tu trabajo y hubiese hecho lo posible para calmarte y darte ánimos. ¡Debiste hablar conmigo!

Debería estar feliz porque Joaquín habló nuevamente en presente de sus sentimientos, pero cualquier alegría se opacó al darse cuenta que Joaquín sufrió mucho por lo que él creía era lo mejor.

Como el otro | EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora