33. Familia

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¿Desde cuándo Joaquín frecuenta estos lugares? ¿O desde cuándo le gustan?

Y no es que este mal, cada quien tiene sus gustos y sus formas de divertirse, pero él sabe de primera mano que Joaquín no visitaría un lugar así por iniciativa propia... Niko... Niko aparece junto a él en la foto.

Quizás fue idea de Niko y Joaquín aceptó acompañarlo por curiosidad. O quizás en el fondo le gusta y no se atrevía a decirlo por pena. Supongo que por eso habrá ocultado que fue a ese lugar.

–Como verás, él no es más que un mojigato. –Dijo Christopher con claro veneno.

–A Joaquín le gusta ir a Night clubs, ¿cuál es el problema? –Dijo Emilio con total indiferencia. –A muchos les gusta visitar este tipo de lugares para distraerse y sin embargo, eso no los define como personas.

–Por supuesto que nuestros gustos no nos definen. –Estuvo de acuerdo. –Ese no es el problema. El problema está en ocultarle cosas a tu pareja. Eso es tanto como mentir. Dime, si no es nada malo, ¿por qué no te ha dicho de su visita a ese lugar?

–¿Quién dice que no?

–Sé que no es así.

–Confío en Joaquín.

–¿Y él confía en ti?

Silencio.

–Sé que piensas que esto lo hago para separarlos, y no estas lejos de la verdad. Sí. Te quiero. Te quiero para mí, Emilio. No voy a negarlo. Pero esa es la diferencia entre él y yo. Yo no finjo ser lo que no soy, me muestro tal como soy.

–¡No te compares con él! –Dijo entre dientes.

–¡Abre los ojos de una vez! Él con su carita de 'no rompo ni un plato' va por ahí para coqueteando disimuladamente con otros hombres a tus espaldas.

–Eso no es cierto. –Dijo enojado.

–¡Déjalo! No te sientas mal por hacerlo. Él no se lo merece.

–¡Basta! –Golpeo el escritorio.

–La verdad duele ¿no?

Emilio frunció el ceño.

–¿De qué verd..

–¿Señor Smith?

Ambos voltearon a la puerta.

Era Tadeo, el compañero con quien hizo el cambio.

–¿Qué hace aquí?

En un movimiento disimulado, Emilio ordenó los documentos del escritorio y escondió el sobre entre ellos.

–Pase a saludar a mi ex profesor. –Respondió Christopher con una sonrisa. –A pesar que lo fue por poco tiempo, admito que es muy bueno en lo que hace. –Notó como Emilio se tensaba por entender el verdadero significado de sus palabras. –Es un muy buen docente.

–Sí, Marcos es uno de los más queridos del instituto. Por eso pensé que estarías quejándote de mí. –Bromeó.

–¿Por qué lo haría? Usted es muy buen profesor, también. No tengo queja alguna.

–Me alegra escuchar eso. –Ambos sonrieron. Fernández miro a Emilio y preguntó: –¿Dónde está tu inseparable amigo?

–Aquí. –Dijo Eduardo detrás de él, Fernández volteó y se hizo a un lado para dejarlo pasar.

–Ya se me hacía raro que no estuvieses al rededor.

Eduardo colocó dos bolsas con comida en el escritorio y luego observó la escena: Emilio, Tadeo y... Christopher.

Como el otro | EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora