𝗖𝗮𝗽𝗶́𝘁𝘂𝗹𝗼 𝟭𝟱: 𝐕𝐄𝐓𝐄 𝐀 𝐋𝐀 𝐌𝐈𝐄𝐑𝐃𝐀, 𝐕𝐈𝐍𝐓𝐀𝐍𝐄𝐍! 🌺

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Este es un capítulo muy largo, así que mejor consigan algo para comer ahre

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Este es un capítulo muy largo, así que mejor consigan algo para comer ahre. Más algo más: incluye cosas un poco subiditas de tono sin ser explícitas, ahora sí... Disfruten.

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Un golpe por debajo de la costilla con un cable.
Un siseo de dolor por parte del castaño.

Otro golpe. Otro quejido de dolor.

Y así siguió cada choque de cable contra su piel, rompiendo sus vasos sanguíneos y dejándole más marcas de las que ya tenía, a la vez, sacándole algo de sangre por toda la fuerza que hacía.

— No dejaré de golpearte hasta que te dejes de quejar. —decretó su padre con una expresión seria en su rostro.

— Lo intento pero duele mucho. —admitió mordiéndose el labio para evitar soltar otro quejido de dolor, pero un golpe más llegó a pegar contra su piel. — ¡Agh! —volvió a quejarse. — Perdón, no volveré a embriagarme. —prometió.

Eso no fue suficiente, o más bien, no fue lo que su padre esperaba porque le dio otro golpe, pero esta vez no fue debajo de la costilla, fue en su mejilla haciendo que el menor soltara un pequeño grito de dolor, no tanto porque sabía que eso provocaría-

Otro golpe.

Eso fue lo que volvió a recibir en el mismo lugar.

— No debes pedir disculpas, parecerá que tienes sentimientos. —regañó Andrew, volviendo a impactar el cable contra su mejilla. — Y no te estoy haciendo esto por el hecho de que hayas embriagado, lo harás muchas veces después para que en algún momento ya no puedas hacerlo más. —explicó. — Te estoy disciplinado para que aprendas... —otro golpe, ahora en su abdomen. — A no embriagarte... —y otro más. — Cuando estoy... —ahora le dio otro por la espalda. — En una reunión. —terminó de decir.

Pero no esperó más tiempo y le dio otro golpe más con el cable, de nuevo en su espalda.

— No te haré pasar vergüenza de nuevo, lo juro. —aseguró Peter después de haberse quejado una y otra vez por cada impacto que recibió por parte del cable. — ¿Acabamos con esto? —preguntó.

Andrew lo miró de la misma forma que estaba siempre, no importaba quién fuera, no tenía expresión alguna en su rostro justo como no la tenía en ese momento.

Aunque fuera su hijo el que estaba colgado de las muñecas con docenas de marcas por toda el cuerpo, unas que llevaban meses, semanas, días, recientes o que tenía desde hace años. Nunca le importaba qué tanto daño recibiera. Y estar colgado de esa manera, sólo en ropa interior y recibiendo cualquier clase de tortura era sólo uno de sus castigos.

𝐒𝐚𝐯𝐞 𝐘𝐨𝐮𝐫 𝐓𝐞𝐚𝐫𝐬  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora