❤Aunque seas un tonto❤

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Una molesta princesa caminaba de un lado a otro buscando una manera de rescatar a su secuestrada mascota, Príncipe.
Al verla, su amiga Scarlett se acercó a ella con una sonrisa amistosa.
—Hola, Marian—saludó sonriente.
Marian suspiró—Hola, Scarlett.
Respondió desanimada, la pelinegra alzó una ceja confundida.
A pesar de la desaparición de Robin, Marian se había mantenido llena de esperanza, pensando positivamente en su regreso y la bienvenida que le daría.
Entonces ¿Por qué estaba enojada?
Cosas que hacen enojar a Marian:
~Chicas muy cerca de Robin
~Injusticias
~Isabelle
~El príncipe Juan
Ninguna chica había intentado acercarse a Robin por obvias razones. Las injusticias estaban casi bajo control gracias a Ricardo, la guardia real, Tuck y Pequeño Juan. Había visto a Isabelle muy ocupada haciendo berrinches.
Solo quedaba la última opción.
—¿Te pasa algo?—preguntó la pelinegra luciendo preocupada.
—Juan tiene a mi Príncipe—contestó haciendo un puchero, Scarlett no pudo evitar reírse ante ese gesto tan infantil.
—No te preocupes, Marian, hallaremos la forma de rescatarlo— le aseguró.
Después...
—Te llamaré...
Por favor no me pongas un nombre...
—Bah, no tengo tiempo para desperdiciar pensando en un nombre para ti, gato—dijo el príncipe Juan con desinterés mientras contaba sus monedas de oro.
Robin rodó los ojos, el sonido de la puerta lo hizo perder la cuenta de sus monedas.
—¿Qué quieres?— gritó enojado
—Majestad, Robin y su pandilla están saqueando sus arcas— Scarlett habló fingiendo un tono dramático.
—¡¿Qué?!—preguntó alarmado.
Técnicamente no hay nada de malo, pero como que algo no cuadra
—¡Maldito Robin! ¡Sheriff!— corrió lejos del salón del trono hacia sus arcas.
Una vez lejos el príncipe Marian entró al salón del trono
—¡Gatito!— gritó emocionada extendiendo sus brazos para abrazarlo.
¡Marian!
Scarlett observaba enternecida el recuentro.
—Te dije que funcionaría— Scarlett sonrió orgullosa
—Tenías razón, Scarlett
...
Esa noche...
Marian no podía dormir, aunque intentaba mantener una mente positiva frente a todos, la sola idea del posible paradero de Robin le robaba el sueño.
Lo extrañaba muchísimo. Su sonrisa jocosa, su sentido del humor, extrañaba todo de él.
El gato Príncipe la observaba apoyada en el balcón mirando la luna, las estrellas y la nada a la vez.
El gatito caminó hacia ella.
—Meaw— maulló, Marian le sonrió tomándolo en sus brazos.
—Lo extraño ¿Sabes?—el gato oía atentamente—Aunque a veces sea un tonto al no darse cuenta de mi amor por él.
Auch
Ella lo abrazó. Por un momento Robin se imaginó siendo humano y disfrutó el abrazo.
Si tan solo supieras...
La aldea estaba a salvo gracias a los chicos, pero no era la misma de antes, la alegría y esperanza que Robin le daba a los aldeanos había desaparecido con él.
Nada era igual sin Robin Hood, ni siquiera el Príncipe Juan.
¿Qué es de un villano sin un héroe con quien pelear?
Continuará...

Un gato en apurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora