Remember Me | JEONGMI

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Tan pronto como la puerta de aquella habitación fue cerrada, el cuerpo de Jeongyeon se estremeció ante las lágrimas que brotaron de sus ojos.

En el fondo de su pecho deseaba que aquello fuera una broma, que en cualquier momento sonara su alarma y la despertara de aquella horrible pesadilla.

Ni siquiera fue necesario que su hermano le explicara lo que sucedía, pues solo le bastó escucharlo de la propia Mina para entenderlo. Mina se dejó cuidar por ella, pero no tenía idea de quien era ella en su vida, de su gran amor, o de su nombre siquiera.

Había dicho que tenía 11 años menos, justo el tiempo antes de conocerla, justo el tiempo antes de su relación, su noviazgo, su vida juntas, su boda, su hija y su historia de amor.

No sabe cuanto tiempo pasó fuera de aquella habitación, tampoco sabe como llegó a la oficina de su hermano y mucho menos en que momento Sachiko llegó al hospital, pero entendiendo que la situación era tan delicada, el menor decidió darle su espacio y un tiempo a solas, hasta que volvió y la encontró en la misma posición.

La mirada de Jeongyeon era nueva, una que él no conocía, una mirada que hace más de 11 años no invadía sus ojos. La misma que solía tener antes de conocer a Mina, la misma que se suponía nunca más debía opacar el brillo de sus ojos verdes, apagada y perdida.

Y no es que no haya luchado por no llegar a ese punto, ya que no dejó de repetirse una y otra vez que todo mejoraría, que en cualquier momento su hermano entraría por la puerta y le diría que su Mina seguía siendo suya, que nada de aquello era verdad y que pronto podría volver a casa con su esposa y su hija a su vida perfecta.

Pero quizá y solo quizá sus esfuerzos no bastaron, o quizá y solo quizá, Sunghoon era suficientemente detallista como para notarlo. No supo que el menor había llegado de nuevo hasta que estuvo sentado a su lado tomando entre sus manos tan cálidas las suyas, dedicándole esa mirada cargada de cariño y empatía que poseía desde que era un niño.

—Hola...— Lo escuchó decir haciendo un esfuerzo por sonreír que Jeongyeon no logró comprender.

¿Que se suponía que debía hacer? ¿No esperaba que respondiera a eso del mismo modo verdad? Lo último de lo que tenía ganas era de sonreír cuando a unos cuantos metros estaba la mujer que amaba viviendo sin recordarla, olvidándola sin ninguna piedad por sus sentimientos.

Pero el pelinegro pareció entenderlo pues no tardó en soltar un profundo suspiro que finalizó apretando sus labios en una línea recta. —Lo siento.— Murmuró con cuidado, era como si estuviera analizando lo siguiente que le diría y eso si que lo entendió la mayor.

—¿Como esta ella?— Lo interrumpió antes de que hablara.

No esperaba sonar tan calmada, ella misma esperó que hubiera ira en sus palabras pero no tenía fuerzas para nada que no fuera desear que su esposa volviera.

Aunque el mismo Sunghoon estaba preparado para la explosión que era seguro, ella tendría en cualquier momento.

Los últimos dos días y noches su Noona no se había movido del hospital por más de una hora, atenta a cualquier mejoría de la japonesa, sin despegarse de su cama nada más que lo momentos que él mismo la obligaba a comer bajo su propia vigilancia, solo para que cuando la rubia despertara, se encontraran con aquel escenario tan desalentador.

El pelinegro pareció pensarlo, buscando las palabras correctas una vez más, como si hubiera alguna palabra correcta para aquella situación, pero hizo su mejor esfuerzo. —Estable, no tenía ninguna herida en su cuerpo, así que su alta no tardará más de un par de días, pero...