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—Espero que no estés disgustado por haberte traído hasta aquí. —volvió a repetir Taehyung, pero el castaño no contesto.

Debido a la contaminación lumínica no se veían las estrellas, sólo el resplandor de miles, millones de luces de edificios que llegaban hasta ellos como una nube incandescente que lo envolvía todo.
Hacia el sur se veían los edificios iluminados, y al norte podían tener una excelente vista de la torre de namsan. La vista era increíble, un Skyline de luces centellantes que parecía que se habían creado para ellos. Sólo cuando supo que nada de aquello se le olvidaría jamás, Jungkook pudo dedicarle tiempo a la terraza. Era un lugar amplio de tejado, tenía una pequeña barda para no caerse y el suelo era de marmol, aunque estaba medio demolido, aún estaba la estructura de mantenimiento del edificio. Sin embargo, en torno a la mesa, todo era orden y pulcritud. Como si el tiempo hubiera dejado de pasar su mano destructora sobre unos pocos metros cuadrados de aquel terreno baldío.

—¿Cómo has?... —intento preguntar Jungkook, pero apenas le salían las palabras

—Esta es la única oportunidad que tengo de conocerte, ¿no? —dijo el pelirrojo, que lo esperaba junto a la mesa—. No podía jugármela.

Taehyung le pidió que se sentara y sirvió el vino. El ruido del tráfico llegaba amortiguando por la lona que cubría la fachada, y adquirió la forma de un ruido distante e incluso agradable.

—Por todo lo que siempre hemos soñado —brindó Taehyung, y Jungkook choco su copa casi hipnotizado, sin saber muy bien qué significaban aquellas palabras.

—¿Siempre haces esto? —fue lo único que se le ocurrió preguntar—. ¿Forma parte de tu trabajo?

Taehyung sonrío y sacó de la bolsa de papel tres recipientes de plástico blanco que depositó con cuidado uno junto a otro.

—Te aseguró que no —le dijo mientras servía el primero, unos tallarines con gambas que desprendía un aroma dulce y a la vez salado—. Si hubiera montado algo así para una clienta, creo que habría salido corriendo.

Jungkook esbozó una sonrisa frágil, pues estaba seguro de que si hubiera hecho algo así para una clienta... esta se habría enamorado de él.

Probó la comida. No era muy amigo de la gastronomía China, pero le supo deliciosa. Comió en silencio, dando pequeños tragos a la copa de vino y mirando a Taehyung de vez en cuando. El usaba los palillos para llevar los fideos a la boca en un malabarismo qué él no quiso probar.
Cada vez que lo miraba él hacía lo mismo y sonreía.

—Taehyung —dijo Jungkook dejando los cubiertos sobre el plato cuando reunió el valor de preguntarle. Su plan se había venido abajo—. ¿Nos hemos visto cuántas? ¿Cuatro veces? Una de ellas muy poco afortunada, por cierto, pero aún no sé qué quieres de mí —miró a su alrededor—. No tengo ni idea de por qué estoy aquí. No sé cómo puedo convencerte de que esto... —hizo un gesto que abarcaba no sólo aquel espacio, sino aquel mundo—, todo esto no va a servirte para nada.

Taehyung parecía que no lo escuchaba, pues destapó el segundo recipiente. Lo hizo con un cuidado más digno de Yugyeom qué de un hombre como él. Era pollo con arroz y verduras es seguro tendría algún nombre exótico que él no conocía.

—No puedo contartelo —contestó el al fin, sólo cuando los dos platos estuvieron servidos.

—¿Por qué? —pregunto Jungkook de inmediato, deteniendo el vuelo del tenedor antes de que llegara a su boca. Temía una respuesta así. Tenía que aquello fuera aún más retorcido de lo que parecía.

Taehyung colocó los codos sobre la mesa, avanzó su cuerpo un poco en dirección a él y lo miró de forma enigmática antes de contestar.

—Porque te prometí que jamás te hablaría de aquella noche a menos que tú me lo pidieras.

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⏰ Última actualización: Aug 01, 2021 ⏰

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