Capítulo 2.

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Niall Horan.

La puerta gigante se abrió, para ese entonces yo ya podía mantenerme de pié y dar algunos pasos, me dolía la cabeza, mi nariz sangraba y mis manos estaban atadas en mi espalda baja.

Me concentré en sanar mi nariz, y eso hice, cuando se dieron cuenta de lo que había hecho me ataron las manos con una soga que me impedía el uso de mis poderes, aquella lógicamente había sido otro de sus horribles inventos.

Entrecerró los ojos mientras me veía y cuando notó que era yo solo volteó su cara hacia otro lado totalmente irritado.

—¿Tú de nuevo? —él cómo siempre tan gentil.

—¿Pues no me ves? Creo que necesitas lentes.

—Déjate de groserías niño —dijo mirándome con total desprecio para luego voltear hacia los guardias, que cuando estuvieron en frente de él me tiraron al piso, lastimando un poco mis rodillas—¿Qué hizo ahora?

—Intentó salir del mundo mágico, señor —dijo uno de ellos, no son más que unos soplones.

¿No se cansan de servirle a un hombre tan detestable? Ya sé que es mi padre, pero el hecho de que sea de mi familia no quiere decir que deba caerme bien.

—Ya se pueden retirar —ellos hicieron una reverencia y giraron sobre sí mismos para después devolverse y salir por la enorme puerta, cuando ésta se cerró, Edward habló. 

—¡¿Cuando llegará el día en el que no te comportes como un animal, eh?! ¡¿Por qué te avergüenzas tanto de éste lugar?! —gritó

—No me avergüenzo del lugar, me avergüenzo de quien lo maneja —dije con una sonrisa cínica.

No era sólo por hacerlo enojar, o tal vez sí, pero sus actitudes eran realmente molestas, lo único que hacía era robarle a todo el mundo para su propio beneficio, y todos estaban cegados por sus supuestas promesas.

Cada día les robaba más y ellos no se daban cuenta.

—¡Te ordeno que te calles! —exclamó levantando su mano, al parecer con ánimos de golpearme. En ese momento me invadieron unas terribles ganas de contradecirlo.

—Los perros falderos que trabajan para ti siguen tus ordenes, pero lamento decirte que no soy uno de ellos —dicho eso, me golpeó, si dolió, pero claro que no lo admitiría y menos a él, pero al menos le dije lo que quería decirle.

—¡Me hartaste! No sabes cuanto me decepcionas.

—No recuerdo haberte preguntado.

—¿Cuál es tu maldita obsesión con ir al mundo sin magia? Todo es una mierda ahí abajo, todos son una mierda, ese mundo es una mierda.

—¿Más mierda que tú?

—Pensaré un castigo para ti, no puedes responderme de esa forma —dijo caminado lado a lado frente a mí —¡¿Por qué no se me ocurre nada?! —gritó — ¡Guardias!—los llamó desesperadamente. No pasó un segundo y ellos ya estaban llegando hasta mi padre — Deshatenlo y llévenselo... ¡Ahora! No puedo pensar bien con éste mocoso aquí.

Ellos liberaron mis manos y me tomaron de los brazos para levantarme y llevarme hasta mi habitación.

Cuando estuve adentro los guardias se fueron.

Esos últimos días todo estaba vuelto mierda, extrañaba a mi madre más de lo normal, y la curiosidad por saber lo que había fuera del mundo mágico me carcomía lentamente, sin embargo no sabía si estaba listo para experimentarlo.

Por otro lado, todo y todos ahí siempre fueron aburridos y anticuados, con una que otra excepción.

Pero ¿Cómo no iba a querer irme? Apenas y socializaba con la señora Alessandra, ella vivía con nosotros en el castillo. 

In The Middle Of The Forest || N.HDonde viven las historias. Descúbrelo ahora