Parte 5

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El día siguiente en la oficina no se comparaba con nada; una tranquilidad envidiable y la razón era obvia: Mónica no había aparecido en todo el día y todos sabíamos el porqué. El cóctel de celebración por el contrato que aún no se había firmado. 

A las ocho de la noche Ana, Alexa y yo ya estábamos en marcha hacia el dichoso evento; Alexa iba en un vestido blanco impoluto ajustado al cuerpo con un sutil escote en el busto, apliques color crema en las mangas y una coleta alta con volumen ; Ana prefirió un vestido de estampado de flores rojos y negro con hombros descubiertos y falda vaporosa hasta los muslos mientras que sus hermosos rizos ámbar iban confinados en un moño alto; y yo me decidí por un vestido rosa pálido, recto a media pierna y de un solo hombro, con apertura en el lateral que daba un toque sensual gracias a mi muslo, mi cabello color fuego iba a medio lado y un arete enorme en la oreja que quedaba libre se llevaba toda la atención y me daba cierto aire de chica rebelde; por último llevaba los labios tintados del mismo color de mi pelo que hacía que mi piel blanquecina resaltara aún más.

Al principio pensé que quizás íbamos muy elegantes y que me vería muy esforzada, pero la verdad es que sí me esforcé, me esforcé porque sabía que te vería aquí, porque quería que me vieras, que te gustara, que me desearas...

-Estás preciosa- Advirtió Alex de espalda a Alexa . Su asistente y quién tiene un enamoramiento oculto desde que la conoció y que lo notamos todos, todos menos él y ella.

-¡Están!, ¡están!- Corrigió casi de inmediato dándonos una sonrisa a Ana y a mí.

-Gracias- Respondimos ambas al unísono mientras un rosa fuerte se colaba en las mejillas de Alexa y desviaba la atención intentando hablar sobre la decoración y majestuosidad del lugar.  Y no era para menos; apenas estábamos en terraza y esto posiblemente es más grande que toda la calle en donde está mi edificio.

Caminé un par de metros dejando a aquellos hablar de lo suyo; miré como Ana caminada hacia el resto de nuestro equipo y a quienes saludé con una sonrisa y un gesto con la mano y me aparté un par de metros mientras me dejaba hipnotizar por un arbusto gigantesco de flores pomposas color violeta.

-No están más hermosa que tú, si es lo que te preguntas- Escuché una voz ronca detrás de mí.

-¡Oh por Dios, Rafael!- Dije con euforia mientras le brindaba un cálido abrazo a aquel hombre era como mi segundo padre, no podía expresar todo el aprecio, cariño y admiración que sentía por él y la alegría que me daba volver a verlo.

-¿Cómo está mi niña?- Agregó dándome un beso en la frente.

-Extrañándote cada segundo en la oficina- dije tomando su cara entre mis manos y estampando un beso casto en su mejilla.

-Dile a tu padre que no sea tan cabeza dura y venga a visitarme un día pronto-

-Eso sería fácil si pasaras aquí, pero cómo has decidido recorrer el mundo con muchachitas , pues vaya; está medio difícil-

-Es verdad-

Y ambos nos partimos de la risa.

-¿Cómo están las cosas en la empresa?- Me dijo un poco más serio.

-Extrañándote cada segundo en la oficina- Repetí tocando su nariz

-Pues estamos en la casa de tu hija celebrando un contrato que no hemos firmado y con el evento de música a puertas a finales del otro mes; pero Mónica no tiene tiempo de eso; ha decidido que el proyecto de su vida es el festival de cine y se la hace difícil recordar que llevamos a cuestas contratos de años de trayectorias con otras empresas- Agregué luego que me levantara una ceja.

-Hace lo mejor que puede, pero aún tiene que aprender varias cosas y eso solo puede hacerlo mientras se equivoca-

-Ya, y mientras, todos pagamos los platos rotos. De verdad Rafael que me pone al límite, juro que a veces la quiero matar-

Morir para bailarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora