Parte 6

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Entré primero y tú más atrás, y cuando quise volver a buscar tu boca, ya te habías sumergido en medio de una habitación.

Te seguí y al entrar escuché como el agua de la regadera me invitaba a pasar.

Me quité la ropa y te encontré de espaldas mientras el agua brillante guiaba el recorrido de tu cuerpo. Entré y te abracé, dejándome mojar por ti, aunque ya lo estaba.

Aún de espaldas bajé mis manos a tu centro y empecé a acariciarlo mientras sentía como crecía cada vez más entre mis manos.

-Déjame verte, por favor- Gemiste contra el aire

Te solté y vi como lentamente te volteabas buscando mis ojos y al encontrarlos reemplazarte los tuyos por deseo. 

Bajaste la mirada por todo mi cuerpo, como si estuvieras memorizando los lunares de mi piel, el rosado de mis pezones, la línea hueca en mitad de mi estómago, o mi monte venus coloreado por el fuego. Te hincas ante mi y clavas tu lengua entre mis piernas; la dejas que baile alrededor de mí mientras uno de tus largos dedos me penetra y comprueba que estoy lista para ti, porque siempre estoy lista para ti. 

Enrollas mis piernas a tus hombros y provocas que me estampe contra los azulejos de la ducha mientras tu mano asciende y gobierna mi pecho, iza y endurece mis pezones y me liberas el cordón de la cordura.

Yo me aferro a tu pelo mientras mi boca intenta pronunciar tu nombre. Gimo cada vez más fuerte y empujo tu rostro contra mi centro, tú aceleras el ritmo, te llenas de gula con otro dedo y dejas que tu boca reciba mi placer.

Luego haces un recorrido de besos suaves hasta llegar a mi boca, y entre el  agua de la ducha  y el sabor de tu lengua impregnada de mi excitación; bajo al infierno y me convierto en bestia.

Acuno tu rostro y te beso reclamándote, premiándote, deseándote. 

Muerdo tu labio inferior y gimo sobre tu boca, agarró tu masculinidad y me penetro de un golpe; tu gimes fuerte y eso es música para mis oídos. Apoyo uno de mis pies en la pared mientras mi pierna me columpia sobre ti; me agarras de los muslos y me subes a tu cintura, caminamos un par de metros, apurados, incómodos, desesperados; mientras el agua de la ducha nos hace música.

Al tocar el borde de la cama me tiras sobre el blando colchón; me muevo rápido y te pongo debajo, te empiezo a cabalgar mientras sigo agarrada a  tu pelo y viendo como tu rostro se maquilla de mi nombre.

Me acuesto sobre ti; con tu brazo apresándome la espalda, pegas mis pechos a los tuyos y siento como tu corazón y mío llevan la misma sincronía; me inmovilizas con fuerza y yo acerco mi boca a tu oído y te gimo canciones mientras mi cadera se mueve con rapidez arriba y abajo de tu cuerpo.

Siento como nos vamos transformando, tú más sólido, yo más líquida.

Me izo sobre ti aferrando mis uñas a tu pecho, mirando como muerdes tu labio y como tú, mirando tus dedos alcanzar en mi clítoris el ritmo de mis embestidas, te dejas venir conmigo.

Me desplomo sobre ti agitada, agotada, satisfecha, sintiendo en mi oído el beat de tu corazón.

***

Me despierto escuchando tu voz de fondo desde la sala; me pongo en pie sin molestarme en vestirme y salgo a buscarte. Te encuentro impoluto en un pantalón de chándal azul y una camiseta a juego; pareciera que lo negro de tu piel combinara hasta con el mismísimo arcoíris.

Hablas con alguien que está al otro lado de la pantalla, en portugués, de negocios, de cosas importantes, y una arruguita que provoca besarla, se te asoma en la frente. 

Morir para bailarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora