Parte 11

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Nicolás

Es ahí cuando duermes a mi lado, cuando me regalas tu espalda para admirar tu cuerpo desnudo entre mis sábanas, cuando siento el calor que emana de tu piel, cuando tu aroma me embriaga; es ahí cuando no sé si mi subconsciente me ha vuelto a joder la existencia o si realmente estás de nuevo conmigo.

Cierro los ojos mientras voy acercando mi boca a tu cuello, hueles a mí, hueles a ti después de estar conmigo. 

Te he extrañado vidas Julieta; mentiras, no he tenido vida hasta que volví a verte en esa cafetería. 

Recuerdo que me tomó menos de un milisegundo alcanzarte, tomarte de la mano y sacarte de allí como la primera vez; y como tú solo tomando la mía de vuelta seguiste mis pasos. Como la primera vez.

No nos dijimos nada en todo el camino; no hacía falta; sé que me has extrañado como yo te he extrañado y aunque mi vida sigue siendo un desastre, no tiene sentido si no estás ahí; si tu pelo no me enreda la cordura y tus manos no me componen poemas en la piel.

Veo como el sol se hace cada vez más intenso por la ventana, no sé qué horas son, esta noche tampoco he dormido pero es la primera noche en la que estoy feliz de no haberlo hecho porque me he pasado todo el tiempo mirándote dormir; realmente estás aquí, conmigo, en mi cama, en tu cama.

-Te amo- Te susurro en el oído

-Me he acostado con Hyunn- Es lo que recibo en respuesta; y creo que efectivamente mi subconsciente me ha jodido la existencia pero esta vez no es un sueño; sino una pesadilla; una donde otro hombre te ha tocado, te ha besado, te ha vuelto tormenta.

Me quedo congelado, como si nuevamente me hubiesen arrebatado el alma y mientras siento como un calor inexplicable me recorre desde los pies hasta las orejas, veo como te volteas para encontrarte con mis ojos, mientras los tuyos están inundados en lágrimas.

-Me he acostado con Hyunn- Repites

-Lo he escuchado la primera vez- Fue lo único que pude modular.

Me pongo en pie y me quiero vestir; encuentro el bóxer y me lo coloco rápido; no dices nada y lo agradezco, no sé que puedo decirte, tampoco quiero mirarte ni que me mires o me toques, me siento avergonzado, pero no logro entender porqué, tú estabas libre, podías hacer lo que quisieras y basta mirarte para saber que puedes permitirte estar con quien te de la gana.

-También te amo- Escucho que pronuncias casi en un susurro. Y nuevamente siento que he vuelto a la vida.

-Odio esto- Te digo sin poder mirarte

-¿A mí?-

-No, esto. Esta sensación de estar muerto en vida, de respirar sin vivir, de dejar que el tiempo me consuma y que mi mente me gobierne.

No te odio Julieta, yo te amo- Suelto por fin y vuelvo a mirarte, tus ojos están rojos e hinchados y se me parte el corazón; suelto el pantalón que sostenía entre mis manos y vuelvo a encontrarme contigo en la cama; te abrazo y tu vacías toda tu tristeza sobre mi pecho desnudo.

-Ha sido el día del evento, solo esa vez; antes de irme de aquí... Ha sido a propósito porque sabía que si te engañaba no sería capaz de volver aquí... No lo amo, no lo quiero, no sentí nada; para él tampoco significó nada, nunca más volvimos a hablar del tema ni a acercarnos de esa forma; esa vez yo estaba borracha y dolida, y frustrada; me sentía responsable de haber jodido todo; fui consciente y lo hice para herirme, herirme a mí no a ti, porque le fui infiel a mis sentimientos... -

-Basta- Dije sin poder seguir escuchando más -Debo irme al hospital, espérame aquí...- Volví a puntualizar mientras volvía a alejarme de ti y ponerme en pie en la cama.

Morir para bailarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora