Capítulo 4 "¿Quién besara a Ochaco?"

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Mientras Bakugou y Mina discutían, Uraraka libraba una lucha interna. Si se negaba a jugar, ¿sus nuevos amigos pensarían que es aburrida o cobarde? Realmente quería agradarle a los demás pero ¿besar a alguien era la mejor opción?, después de todo era su primer beso.

Respiró profundo y dijo lo que pensó en voz alta: "Solo es un beso. No importa"

Pero justo cuando la botella comenzaba a detenerse, Ochaco sentía que sus piernas pegarían un salto y saldría corriendo.

-B-bueno, y-yo.

Tanto ella como su afortunado compañero se veían sonrojados. La castaña arrugaba su falda con las manos antes de que el rubio le ofreciera una mano para ayudarla a ponerse de pie.

-Todo esta bien, Uraraka. - aseguró tratando de calmar un poco a su compañera- Podemos cerrar los ojos, si tu quieres.

-¡Sí!- respondió con apuro.

Ochaco espero a que Kaminari cerrara primero los ojos para después ella hacerlo. Pero eso ya no importaba; sentía la atención de todos sus compañeros sobre de ella, incluso sentía la fulminante mirada de Bakugou pegada a su nuca, y en serio que lo importaba. Estaba por besar a un chico por primera vez, y era un chico lindo, se convenció a si misma que había escenarios peores para una experiencia como esta y en realidad el suyo no era (tan) malo.

Kaminari la tomó de ambas manos para poder guiarse, Ochaco instintivamente preparó sus labios cuando sintió la respiración del muchacho lo suficientemente cerca. Sin embargo, en lugar de sentir unos cálidos labios sobre los suyos, ocurrió otra cosa totalmente diferente.

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Bakugou sabía desde el inicio que esto era una treta bien planeada por cierta chica pelirrosa, no era coincidencia que la botella se detuviera en el idiota cara de huevo justo después de que Mina le susurrara algo a Uraraka, ¿cómo logró eso en un juego de azar? ."Carajo, tuvo razón al decir que era buena en esta mierda" pensó él.

Pero no importaba, Uraraka se arrepentiría en cualquier momento y detendría todo este juego de porquería. No importaba que ese idiota la tomara de las manos, ni que ella se estuviese mordiendo los labios, ni que sus rostros estaban ya demasiado cerca. Eso a él no le importaba, ¿verdad?. A Katsuki Bakugou eso no lo afectaba, ¿verdad?

Pero lo hacía.

Por un instante excesivamente lento, pudo verse a si mismo rodeando la cara de Uraraka con un brazo atrayéndola a su pecho mientras que con su mano libre empujaba al otro sujeto lejos de ella.

Ochaco se apartó un poco de él, sus compañeros lo veían atónitos.

-¡Pero qué...?-Kaminari sobaba su nariz un poco magullada por el empujón- ¿viejo cual es tu problema?

-Créeme, te estoy haciendo un favor. - aseguró con toda la determinación que pudo- Tú no quieres besar a Uraraka, mucho menos salir con ella.

La castaña se veía confundida igual que el resto.

-Es torpe, distraída, no es nada femenina, sin mencionar que come cómo luchador de sumo y suda igual que uno - satisfecho se cruzó de brazos.

Se podía escuchar de fondo la risa reprimida por parte de Hagakure a la vez que los demás chicos se incomodaron ante los comentarios que había hecho sobre la chica.

Bakugou no se percató del alcance de sus palabras hasta que vio a la castaña cabizbaja y avergonzada tomar sus cosas para salir corriendo del salón.

-Oye- el chico la alcanzó en los casilleros- No creerás qué...

Pero la castaña apretó el paso dejándolo atrás, se negaba a escuchar otra palabra que saliera de su boca. Cuando salieron de la escuela, la lluvia empezó a caer desmesuradamente.

-Hey, Cara redonda espera un momento- intentó tomarla por el brazo pero ella se aparto como si el mero tacto fuera a quemarla.

La chica estaba echa una furia que no prestó atención al semáforo en verde.

-¡Carajo, te dije que te detuvieras!- reprendió él, alcanzándola de la mano y tirando de ella evitando que un auto la arrollara.

La arrastró hasta una parada de autobús para resguardarse de la lluvia, pero tan pronto llegaron, Uraraka se apartó dándole la espalda. Y fue en ese momento que la escuchó sollozar.

-Escucha, lo que paso en la escuela... - iba a colocar una mano sobre su hombro para consolarla.

-¡Qué rayos pasa contigo?- preguntó colérica con la cara empapada.

-¡Conmigo? ¡Eras tú quien estaba por besar a un completo desconocido!- respondió en defensa propia

-De cualquier forma eso no era asunto tuyo- reprochó ella- era mi decisión y tú me la arrebataste. Además de que me humillaste frente a todos...Ningún chico querrá besarme después de eso.

Uraraka se veía enfadada, y no era para menos. Se sentía degradada por su propio amigo.

Bakugo por otro lado, no se arrepentía del todo. Ahora estaba más que seguro que de no haber intervenido, inevitablemente ese besuqueo habría ocurrido. Y una parte de él no quería eso.

Ambos chicos esperaban en silencio a que la lluvia papara un poco. Hasta que Katsuki se atrevió a hablar.

-Debes saber que no pienso nada de lo que dije sobre tí.- mencionó sin mirarla.

-Ya lo sé, tonto. - murmuró. Uraraka intuía que esa era la única "disculpa" que obtendría de él.

-Entonces, ¿solo te interesa besar a alguien, sin importar quién sea?- preguntó con la mirada perdida hacía la calle.

-¿Hm?-lo miró de reojo- Bueno, no exactamente.

Uraraka miró hacia arriba pensativa, escuchándolo de esa forma parecía algo malo. En lo que la castaña se regañaba mentalmente, Bakugou se tomó su tiempo para observarla.

Tenía el cabello alborotado y húmedo, sus mejillas redondas y sonrosadas como siempre, su nariz estaba un poco roja así que posiblemente le daría catarro a causa del mal clima, sus labios temblaban al igual que ella.

-Supongo qué, besar a alguien no debe ser tan importante como decía Mina - la chica lo miró, dedicandole una amplia sonrisa- ¿verdad?

Katsuki no sabría explicar la manera en la que esa castaña lo hizo sentir, pero a partir de ese momento había decidido que si alguien iba a besar a Ochaco, ese sería él.

-¿Ah?¿Qué estas...?

Ochaco iba a protestar cuando el rubio cenizo la sostuvo de las mejillas, pero él no la dejó. Sin pensarlo se adueñó de sus labios lenta y cuidadosamente.

Ella abrió aún más los ojos, estaba claramente sorprendida de lo que estaba sucediendo y para cerciorarse de lo que ocurría era real puso sus manos sobre las de Katsuki.

Era real, estaba pasando. Uraraka correspondió a su beso cerrando los ojos.

Bakugou percibía que algo no estaba bien en todo eso, debían detenerse, pero ninguno de los dos daba señal de querer hacerlo.

No podía pensar en otra cosa que no fueran los dulces labios de Uraraka y cómo es que eran tan suaves. Ni siquiera notó que en la soledad de la calle, una persona era espectador de aquel acontecimiento.



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