Capítulo 19 "No es una despedida"

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-La escuela queda muy cerca de la casa, ya no tendrás que preocuparte por recoger a Kota. Oh y atrás hay un parque mucho mas hermoso y amplio que el que esta aquí, sé que te gustará ya lo verás.

La madre de Ochaco no cabía en sí de la emoción, doblaba de manera descuidada la última ropa que quedaba de la castaña y la metía a la maleta. Ella la observaba sentada en la cama abrazando sus piernas.

-Madre, ¿crees que podamos quedarnos hasta navidad?

-¿Hum? Pues bueno... Tu padre tiene una cena de negocios con el actual dueño de la constructora y sería de gran ayuda que nos vieran como una familia unida y respetable. Y yo creo que entre más rápido nos vayamos será mejor también para ti y Kota.

-Entiendo.-dijo girando el rostro con amargura reprimiendo una lagrima.

-Te prometo que todo saldrá bien.-acarició su melena- La alacena se quedó vacía, ¿quieres acompañarme por pizza? Compraré lo que sea que quieras.

-No tengo hambre. -apartó la mano, bajando de la cama y arrastrando los pies hasta el baño.

Se quedó ahí hasta que escuchó cerrar la puerta principal. Después, fue hasta la sala. Toda su casa estaba vacía y aún faltaba otro camión de mudanza. Salió al patio y se tumbó en el césped aún si sentía el frio traspasar su ropa. El cielo estaba grisaseo ¿nevaría?

-Justo a la persona que quería encontrar. -su padre se tumbó al lado de ella. -¿Qué haces aquí, mi pequeña mujercita? Vas a resfri...

Le dio un apretoncito en la nariz, Ochaco hizo un ademan de limpiarse el gesto.

-¿Está todo bien? -preguntó el mayor, recargándose sobre el brazo observándola preocupado.

-¡No, nada está bien! ¡Por qué tuviste que irte, papá? ¡Si te hubieras quedado desde un principio aquí nada de esto estaría pasando! ¡Ahora tú y mamá se quieren marchar, arrebatándome mi vida, mis amigos y a...! -se mordió el labio antes de pronunciar el nombre, cubrió sus ojos llorosos con ambas manos sollozando y moqueando sin poder detenerse.

-Lo lamento, Ochaco. -al oír las palabras de su padre, contuvo la respiración.- Puse un gran peso sobre tus hombros cuando aún eras una niña. Has cuidado muy bien de tu hermano, y sé que también de tu madre. Nunca debí dejarlos y hacerlo me rompió el corazón. Te has vuelto una mujer, y lo hiciste tu sola. Yo no estuve ahí para verlo, todavía me pregunto ¿cuándo dejaste de ser mi niñita? ¿por qué pasó tan rápido? Siempre serás mi mayor orgullo, quiero arreglar las cosas y compensar mis errores como padre, sé que es egoísta de mi parte llegar y pedirles a ti y a Kota que dejen atrás a sus amigos, pero, ¿podrías darme otra oportunidad?

Ochaco se colgó del cuello de su padre, que la abrazó con la misma fuerza. Quería disculparse por aquellas palabras egoístas, ella en realidad nunca culpó a su padre ni pensaba de esa manera sobre él. Todo lo que él había echo, todo el esfuerzo, lo hizo por su familia. Supo entonces, que si su padre había sacrificado tanto por ellos, ella también podría hacerlo.






Las luces iluminaban los rostros serios de ambos chicos sentados en el vagón del metro. Mucha gente se dirigía al esperado festival, las calles estaban adornadas a lo largo con farolas amarillas, el aire frío estaba lleno de un aroma delicioso a comida y los niños se amontonaban al rededor de los puestos.

-¡Ochaco, por aquí! -llamó Mina agitando la mano en lo alto. -¿Qué quieres hacer primero? Tsuyu insistía en comprar mascaras para ver el festival, ya sabes como esa película de Hotarubi.

La razón vs el corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora