Cómo tormenta #5

915 84 0
                                    

Sin más opciones tuve que seguir al caballero carmesí, estaba asustada no sabía que pasaría, tenía mucho miedo, en una campiña dorada que cubría todo el cielo era imponente y se abrió poco a poco con la brisa dejando ver sus ojos fríos cuál cristal, esos ojos que sabía que jamás me miraría con amor, y con su fría y desagradable voz.

-Athanasia Day de Alger Obelia, primera princesa de Obelia que desapareció hace 17 años con su sirvienta, y nadie lo noto, no me apetece ver tu rostro pero tampoco es que tenga opción.-

El hombre sentado revisando una pila de papeles en su escritorio que parecía de oro puro, como siempre con un aura fría y imponente. A qué se refiere con que no tiene opción, el fue la persona insistente que me busco ahora.

-Tienes una apariencia desagradable ahora mismo por qué no muestras tu verdadero rostro... Luces como una rata de alcantarilla en este momento.-

Yo aún así forzando a mantener la magia que cubría mi cuerpo me forzó con su mana a desaparecer mi poder dejando ver mis ojos idénticos a el. Las características que no puedo ocultar las características que me hacen idéntica a la persona delante de mi.

-Como lo supuse tienes el mismo asqueroso rostro que esa mujer.-

Yo solo podía pensar en una cosa "Lili" no puedo dejarla sola con esas personas.

-Si tanto le desagrada mi rostro para que me busco su majestad, por qué ahora teniendo tantos años. Déjeme ir con mi sirvienta.-

El levantando su mirada y penetrando la mía dijo con una tranquila voz.

-la princesa zenit te quiere conocer, quiere conocer a la hermana que escapó hace años. -

<Ella me está buscando por un simple capricho, por su mera ignorancia tengo que pagar el precio, esto no es justo. >

-Su majestad debe tener mucho trabajo porque escucharía tal pedido tan inútil de buscar a una persona que escapó como yo debería estar con su amada hija tomando el té. si me disculpa, no cometí ningún crimen para merecer volver al palacio. No deseo mi título ni nada de usted más que mi tranquila vida.- quiero ser clara, no quiero volver.

-Por el simple echo de que hallas nacido debes estar en el palacio no tienes forma de escapar, tu sirvienta está en tu antiguo palacio si quieres ir por ella tendrás que volver.- Que carajos, así que me está obligado y me está dejando sin opciones más que ir otra vez a ese horrible palacio.

-Aunque nací allí, ese lugar no es mi hogar. -

-Entonces le cortaré la cabeza a tu sirvienta.- Esas palabras me recordó al libro que leí con Lili para mí cumpleaños número 14 Alicia en el país de las maravillas, en este cuento Claude es la reina roja.

-Voy a ir.-Llena de irá y furia acepte ir a ese solitario castillo del que tanto me había costado escapar.

-Mientras tanto estarás vigilada por unos guardias en una campiña.- el guardia quería tratarme como una plebeya. Si voy a estar aquí debo mostrar fuerza aunque mis huesos estén rotos.

-Como te atreves a tocar el cuerpo de la familia imperial, insolente.- le di un manotazo quitando su brazo. Si algo había aprendido es que si te muestras débil te tratarán como débil.

El emperador no se notaba tan sorprendido, ni yo tampoco si me querían capturar para llevarme en frente de esa quimera entonces déjenme tener mis caprichos también... No voy a aguantar idioteces como antes solamente por qué si.

-Obedece todo lo que diga pero no la dejes escapar de estos terrenos. -

Y se quedó en un silencio irrefutable, esperaba una mirada de odio de su parte, pero que se puede esperar de esta persona que no nota la diferencia entre una quimera y su hija, no vale la pena. Ni el tiempo.

Saliendo de esa campiña me llevaron a una más pequeña, dónde sirvientas bañaron y lavaron mi cuerpo.

<<no extrañaba esto, es muy asqueroso solo quisiera volver con Lili a la cabaña y que pudiéramos leer el libro que quedó pendiente, gente que hace todo por ti, gente que si pudiera respirar por ti lo haría, ahora que lo pienso, si hago un clon puedo fingir que estoy aquí. Mientras Claude no sepa...>>

Con una ropa tan limpia como el blanco limpio quedé acostada sobre una pequeña cama en esa campiña que parecía una cárcel. Aunque no tenía zapatos decidí caminar un poco por el pequeño terreno que nos rodeaba, todo estaba vigilado por guardias, no podía salir era una total prisión, no me gusta estar encerrada, tengo hambre.

Entre a una pequeña campiña que tenía comida y tome un pedazo de pan de ya de las cajas era dulce y delgado, caminando por el césped sintiendo las plantas en mis descalzos pues, pase por la gran campiña dorada que brillaba aún de noche, ví a ese emperador mirando detalladamente sus papeles uno por uno sin ningún guardia afuera, levantó su mirada un poco sintiendo mi presencia observándolo con una mirada tan tranquila como el agua cristalina.

-Vuelve a tu campiña. Antes de que tenga que hacer algo.-

Dijo con una voz dura y firme, sería muy aburrido volver allí, simplemente me quedé observando, fue en un momento casi sin parpadear que ese emperador majestuoso, se levantó y se puso delante mío dijo.

-vuelve a tu campiña si no quieres morir.-

Fue cuando me di cuenta de una cosa a mi favor.

-Matame. Mata el hermoso regalo de tu hija Claude.-

Cómo estará tu querida zenit si se entera de que mataste su regalo de cumpleaños adelantado, asome una tranquila sonrisa en mis labios, el ya tan irritado sin saber que hacer llamo a sus guardias en el tiempo en el que llegaban no me preocupe por nada, todo era tan asqueroso que ya no importaba, me fui caminando tranquilamente y dije una palabras que aseguraban mi asesinato una vez que zenit ya no me viera uso.

-Mama estaría decepcionada de ti.-

Camino directo a mi y me tomo del cuello intentando estrangularme, me estaba quedando sin aire cuando me soltó y me tiró lo más fuerte que pudo caí en una cajas de madera que rasparon mis pies y mis brazos. Mi cabeza sangraba.

-Nunca menciones a esa perra.-

Sabía que esto pasaría, los guardias me encontraron en el suelo y con heridas graves, ese hombre jamás va a cambiar.

En la noche curaron mis heridas y las vendaron mi espalda estaba magullada y tenía una herida en mi cabeza que un mago tuvo que tratar, me preguntaba por qué seguimos en ese lugar y no nos habíamos movido, no puedo estar encerrada mucho tiempo usando un poco de magia pude poner a dormir los guardias que me vigilaban a cada instante, pocas veces se da la oportunidad de jugar con fuego con las piernas heridas de pedazos de madera clavados en ellas llegué a esa campiña otra vez, parecía que no había dormido en días, que estará buscando, miraba curiosamente parece que estaba vez noto mi presencia más rápido, se veía la furia en sus ojos por qué había salido.

--nunca ví a alguien con tantas ganas de morir que tú.-

Yo con una pequeña sonrisa dije.

-gracias.- Es aburrido estar encerrada, si no puedo morir entonces voy a hacer algo más interesante. Todas las noches me gustaba dar un paseo, siempre tenía la misma vista, Claude con un montón de papeles en su carpa dorada.

Me quedé observando unos momentos, parece que se está acostumbrado a mi mirada después de algunos días, después de unos minutos seguía con mi camino, volviendo al amanecer a dormir, despertaba otra vez en la noche con mis piernas curadas y unas pequeñas pantuflas de conejo en mis piernas, que raro. Normalmente no hay zapatos.
Camine hacia esa campiña otra vez, parecía igual de irritado que ayer.

-¿que estás buscando?.-

Dije sin darme cuenta, parece que he pasado mucho tiempo hablando conmigo misma, volví a mi campiña con esa duda cinco día ¿que estamos buscando?
El cuarto día como los días anteriores me levanté y me dirigí hacia ese hombre, inconsciente mente como si mi cuerpo ya supiera que hacer, entre a la campaña sin pensarlo mucho, no podía descansar bien, me tire en un pequeño sofá de esa lujosa campiña, el emperador noto mi presencia, pero actuó como si no existiera.

-Que raro.-

Sin darme cuenta me quedé dormida.

A ti que me perdiste.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora