¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
⌠ •❅──────✧✦✧──────❅• ⌡
La mañana fue algo tranquila, tras ese pequeño encuentro con sus jefes, Jayden y José estuvieron haciendo sus quehaceres en la tienda, mientras que los hermanos estaban en la trastienda organizando toda la mercancía que iban a vender ese día y trazando distintos planes sobre las zonas sobre las cuales debían pasar.
—José —la chica llamó la atención del moreno, —¿y tú cómo entraste a la mafia de los monos estos? —al chico le hizo bastante gracia el sobrenombre que le puso a sus jefes.
—Bueno, un día también tuve un pequeño encuentro con los Gambino, ellos me dieron un voto de confianza de primeras, vieron que tenía madera para esto —el andaluz le explicaba calmadamente, —además que yo ya tengo experiencia previa en todo esto.
La muchacha asimilaba lentamente toda aquella información.
—Necesitaban vender su droga, y ellos solos no podían.
—Ya veo, pero si eres tú solo muchas veces, tampoco podrás abarcar tanto —la joven se veía algo confusa.
—En cuanto a eso, no soy estoy yo solo vendiendo las pirulas, ellos de vez en cuando también salen a vender —resolvió sus dudas, —y antes tenía a mi lado unos familiares míos vendiendo pirulas también, sin embargo, desconocían el tema de esta mafia, solo sabían que yo tenía unos superiores que eran los que me pagaban por vender —un pequeño suspiro lleno de nostalgia salió de él.
—Viendo como lo dices, ¿pasó algo con ellos? —preguntó Jayden al ver al chico algo triste.
—Bueno, pusieron en peligro la identidad de esta mafia, por lo que se llevaron un castigo severo, así cómo el despido inminente —le siguió explicando, —porque para mí, Jayden, esta mafia va antes que mi propia sangre, ellos me han dado una mejor vida, han confiado en mí desde el primer día, por lo que ahora les debo todo.
A la chica se le encogió el corazón, la emoción con la que José decía esas palabras lograron llegar hasta la chica, hizo que reflexionara sobre la decisión que había tomado, al ver el brillo tan vivaz que emitían los ojos del moreno, Jayden sonrió, su interior le decía que no se había equivocado en unirse a ellos.
Siguieron conversando mientras que la joven organizaba cosas sobre el mostrador, José se dedicaba a reponer productos, interrumpían de vez en cuando su charla cuando un cliente entraba, y seguidamente volvían a lo suyo. Para la muchacha, José se había convertido como un gran hermano, podía contarle todo, era con el que más tiempo pasaba, no se aburría de su humor absurdo, incluso muchas veces, mientras que los Gambino no se enteraran, se ponían a jugar en la tienda e incluso hubo una vez que llegaron a hacer una pequeña guerra de comida.
Llegados el medio día, los hermanos salieron de la trastienda, vieron como Jayden estaba despachando al último cliente de la mañana antes de cerrar por unas horas para poder comer, José estaba fuera ayudando a una señora mayor a repostar su coche, les hizo mucha gracia ver las muecas de desesperación que ponía el moreno, al parecer la señora no se callaba y este lo único que quería era terminar ya para irse a comer.
