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—¿Qué carajos pasó? —un agitado Salinas se dejó ver por la sala, correr por todo el hospital en busca de la sala de observación no era santo de su devoción.
Los hermanos Gambino se encontraban al pie de cama donde yacía la muchacha de ojos grises, esta llevaba una venda que cubría la mayor parte de su cabeza, el pecho de la chica se movía lentamente, varias vías conectaban en su brazo derecho, a través de ellas pasaban varias sustancias impredecibles para el abogado.
—Cuénteme lo que pasó, ya —exigió alterado el mayor de los tres.
—Tranquilízate Salinas que te lo vamos a contar todo —pidió Carlo alzando las manos calmadamente para tranquilizar al mexicano.
—Verás —empezó a hablar Toni, —el tonto este de mi derecha —señaló a su queridísimo hermano, —no es más que un ludópata sin solución.
Toni, a pesar de ver a Salinas tan agitado, consiguió sacarle una media sonrisa, no era ningún secreto que el menor de los hermanos italianos tenía graves problemas con el juego y que varias veces se había quedado sin fondos.
—Yo estaba haciendo unas tareas en la trastienda cuando Carlo me llamó bastante nervioso —Salinas dirigió la mirada al menor, sospechaba que era porque de nuevo lo había perdido todo, —al parecer cuando fue a sacar las fichas para apostar se dio cuenta de que le habían robado dinero.
El abogado abrió los ojos con sorpresa, eso sí que no se lo esperaba.
—Vaya, con que el ladrón cayó en su propia trampa —comentó con sorna el mexicano. Toni le dedicó una sonrisa de lado, sin embargo, Carlo le dio un estufido.
—Después de eso, iba a terminar las tareas para dirigirme al casino —el rubio mostaza siguió con su explicación, —cuando estaba por terminar me llegó otra llamada, de nuevo era Carlo —apoyó su mano en el hombro del recién nombrado, —al parecer el capullo me mintió para que fuera cuanto antes al casino, me dijo que se encontraba allí un tal Chin Chao o algo así.
—Xin Zhao, el dueño del casino —le corrigió su hermano.
—Pues eso, el gilipollas me dijo que el chino este se encontraba allí regalando fichas de la ruleta a las personas que apostaran una cantidad considerable en la ruleta de colores —Se pudo escuchar una pequeña carcajada por parte de Carlo, su hermano le pegó en la cabeza a modo de advertencia, Toni volvió a dirigirse al abogado, —yo también quería aprovechar, sabes que es muy difícil conseguir esas fichas, por lo que salí con rapidez de la tienda sin pararme a ver si había alguien en la puerta —movió su cabeza en dirección a la joven que aún yacía inconsciente en la cama del hospital.
—Y te la llevaste por delante —concluyó Salinas.
—Así es, le dí con el marco de la puerta, la ví en el suelo con un charco de sangre —Salinas se alertó, —y te llamé a ti porque al parecer, como dijo el chino, es tu clienta y estáis como muy apegados.
