VIII

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—¿Por qué ni siquiera me has mandado aunque sea un mensaje?, ¿tú sabes lo preocupado que estaba? —su semblante serio desapareció, Salinas empezó a dramatizar exageradamente sus palabras, Jayden sólo rodó los ojos, estaba acostumbrada a que su amigo fuera así de tonto.

—¿Y por qué no me has mandado tú algún mensaje? —jaque mate por parte de la chica.

—Ah, bueno —Salinas no sabía que excusa decirle.

—Al final la culpable no resultó ser tan culpable —le espetó con una sonrisa orgullosa.

Salinas sonrió, se fijó en la muchacha, parecía tener mucho mejor aspecto, su color de piel volvió a como la tenía hace años, su rostro relucía más, sus ojos estaban llenos de vida y luz, las sonrisas que la muchacha le echaba eran mucho más bonitas que las de hace unas semanas atrás, trabajar con los Gambino había sido una gran idea; indirectamente, el chino Hai le había hecho un gran favor a aquella muchacha, sino fuera por su estúpida misión, la de orbes grises aún seguiría en la calle robando dinero para subsistir.

El abogado se perdió por un momento en sus pensamientos, su mente viajó hasta hallar la imagen de una niña con sus cabellos desaliñados, un rostro frío y entristecido, con sus prendas algo sucias, aquella niña de diez años que acudió a su despacho en busca de su ayuda, con restos de lágrimas resbalando por sus mejillas. Aún sentía en su pesar aquel día, el mal estado en el que se encontraba la niña, y como sus pequeños brazos lo rodearon en busca de protección.

Un chasquido de dedos en frente de sus narices hizo que Salinas despertara de su ensoñación, delante de él se encontraba aquella niña más crecida y mucho más madura, la cual le estaba regalando una de sus mejores sonrisas como siempre hacía con él.

—Abogado lechoso —lo nombró en broma, —seguro que estabas pensando en el culo que me habías mandado antes —la chica rió burlona.

—¿Has visto que buen culo? —dijo Salinas con burla, la joven puso cara de asco, por lo que la risa de su amigo se intensificó.

—Ya sabes lo que te he dicho, me vuelves a mandar otra mierda de esas y no sales vivo —dijo la menor amenazante, por suerte Toni le había devuelto su navaja y la amenaza se veía más temeraria si se ponía a jugar con esta frente a las narices de su víctima.

—Ya te he pedido perdón —alzó las manos con inocencia, —ese mensaje no era para ti, sino para Toni —la chica enarcó una ceja.

—¿Para mi jefe? —preguntó confusa, un pequeño sentimiento surgió en el interior de su pecho, no podía reconocerlo, nunca había sentido aquello.

—Sí, es una broma que tenemos, ya que él me dice guarro, lechoso y sus derivados, yo le envío esas fotos para darle más razones de que me llame así —le explicaba Salinas.

𝔐𝔞𝔣𝔦𝔞 𝔊𝔞𝔪𝔟𝔦𝔫𝔬「Toni Gambino x OC」. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora