Capítulo 8

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Beverly:

Todo parecía ya estar preparado por Louis, traía una mochila con él y me dijo que ahí estaba todo lo necesario para empezar a arreglar las cosas, no me quiso dar muchos detalles hasta que llegaramos a mi casa, ahí nos sentaríamos y relajadamente me mostraría y explicaría absolutamente todo.

Pero no contábamos con que al llegar a casa ahí estuvieran mis padres.

Enseguida que abrí la puerta y los vi me quedé parada en el umbral, estaba aquí con Louis y ellos no lo conocían, debía tener cuidado en como presento a este chico.

—Oye ¿Qué pasa? Entra, no tenemos todo el día—habló Louis al ver que me había quedado parada en la puerta.

Eso trajo la atención de mis padres hacia la puerta, a pesar de que había hecho ruido cuando entré, se encontraban tan sumidos en los ordenadores que no habían notado mi presencia.

—Hola querida ¿Vienes acompañada?—dijo mi madre tratando de mirar más allá de la puerta.

—Ya entendí por qué te quedaste ahí parada—murmuró Louis y yo volteé y lo miré con enojo a lo cuál él me devolvió una expresión de desinterés muy típica de él.

Entramos finalmente a la casa, Louis se paró al lado mío y mis padres lo miraron de los pies a la cabeza para luego mirarme a mi expectantes de una presentación.

—Bueno, Louis, ellos son mis padres Bob y Carolina—dije mirando de Louis a ellos y luego procedí a hacer lo mismo pero de manera opuesta—Y padres, él es Louis, un compañero de salón, vinimos a hacer una tarea.

Louis se colocó un poco delante de mi e hizo una pequeña reverencia.

—Mucho gusto señores Hams—ese momento fue raro, parecía un príncipe de un reino lejano saludando a los reyes de este reino.

—Igualmente un placer—responde mi padre de manera muy educada, que bonito todo.

—Me impresiona no haberte conocido antes, no sabía que Bev tuviera un compañero de salón tan guapo—le dijo mi madre y Louis le dedicó una sonrisa dulce y agradecida a lo cual yo fruncí el entrecejo, este tipo es un gran actor.

Con miedo a que mis padres fueran a hacer alguna pregunta rara y que Louis no pudiera responder, decidí interrumpir su bonita conversación.

—Bueno padres ¿Qué hacen aquí? Pensé que estarían en su trabajo.

—De hecho si, en media hora salimos pero queríamos venir a dejarte un rico almuerzo—habló mi padre.

—Gracias, pero no tenían que molestarse, yo podía almorzar cualquier cosa—dije mientras echaba un vistazo hacia la cocina y miraba que había 3 grandes Lasañas en la encimera.

—Te lo mereces querida—me dijo mi madre de manera dulce.

De repente sonó el teléfono celular de mi padre a lo que él contestó mientras todos nos quedabamos parados sin hacer nada más.

—Si, digame—empezó mi padre, luego hubo un silencio donde él escuchaba atentamente lo que decían al otro lado del teléfono—Está bien, vamos para allá ahora mismo–colgó el teléfono, pasó la mirada por Louis y por mi y luego miró a mi madre—Tenemos que irnos, ha llegado ya el paciente.

—Más temprano de lo que se esperaba—dijo mi madre tomando su bolso y su carpeta—bueno chicos, hasta luego.

Ambos se despidieron y salieron de la casa, nos quedamos inmóviles unos segundos, no queríamos actuar muy de repente por si decidían volver a entrar porque se les olvidó algo.

Fleché a Cupido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora