Capítulo 13

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No voy a decir que regresé excelentemente bien, porque claro que así no fue. Pero sí puedo afirmar que estoy mejor. El estrés se alivió, la presión en mi pecho también. La enorme carga que sentía, disminuyó. Pero eso es hoy, porque sé que todo varía según el día. Últimamente, he estado muy cambiante. A veces, el día es maravilloso y lo único que veo es positivismo. En otros momentos, todo lo contrario, no puedo dejar de pensar en todo lo malo que pasó en mi vida. Y quizá tengo el ánimo por el piso, pero finjo que todo está bien y algo me la creo.
Me he levantado con ganas de hacer todo, pero también sin ninguna motivación. Hay veces que me despierto y pienso todas las cosas que podría hacer hoy, como una nota mental de buenas causas para mi trabajo de investigación. Y con eso me refiero a que hoy, por ejemplo, me propuse revisar aquellos legajos.   
Era sábado, día de hacer mandados e ir al mercado. Y hoy, me tocó a mí. Iba a aprovechar esa salida, para dirigirme, de paso, al registro civil. La vez anterior que fui, hace ya unas tres semanas, había dejado en sus manos el trámite de los legajos. Me comunicaron que era un proceso largo, pero ¿cuán largo iba a ser? Podría tardar años, eso sí que es duradero, pero tal vez un mes era suficiente. Aunque había posibilidades de que llevase aún más tiempo que eso. Pero no iba a perder mis esperanzas.
Cuando llegué al sitio acordado, un gran rejunte de personas estaba allí. No tenía idea de lo que había pasado, pero había cámaras y periodistas, lo que me hacía pensar que sería una entrevista, reportaje, cuestionamiento o algo por el estilo. Así que, con fastidio, no me quedó otra opción más que partir y volver luego. Si pudiera hacerlo hoy, sería mejor, no me agrada deber cancelar mis planes por estupideces como tales. Emprendí viaje al mercado y regresé a la mansión.
Seguí una jornada normal: limpiar, ordenar, acomodar y otras tareas, una más aburrida que la otra. Ayudé a los más chicos con la tarea por la tarde, y me puse nerviosa cuando Pedro me llamó para hablar.

- ¿Pasó algo, jefe?

- Juan Pedro Lanzani, mucho gusto - extiende su mano, con ironía por llamarlo jefe. Al no haberla tomado, la saca rápidamente- sentate - me invita y lo complazco por el simple hecho de mi bloqueo entre pensamientos- ¿Por qué crees que podés estar acá?

Mala pregunta. Tenía tantas respuestas para eso. Pero no iba a dar ninguna, ya que podría meter la pata con cualquier opción. Sólo respondí que no sabía por qué, para que él siga con su discurso.

- Bueno, en realidad, no es por nada malo. Supongo que pensaste eso. Pero cada día te veo mejor en tu trabajo. Puede ser raro que te cite acá - frunce su ceño- y que sea sólo para felicitarte, no suena muy convincente... pero quería tomarme el tiempo de hacerte este reconocimiento. - suspira - hay... hay veces que se me es difícil acercarme a vos, no te conozco y no sé cómo tratarte ni cómo te tomás las cosas. Para que lo tengas en cuenta. - hace una pequeña pausa y sigue- Sabé que podés hablar conmigo cualquier tema. Si tanto insisto para que me llames por mi nombre, es porque no me gusta mantener tanto la relación de jefe-empleado con personas que, prácticamente, conviven conmigo. Disculpá si a vos no te gusta la cercanía y sólo querés mantener ese vínculo, sólo decime y todo está bien. - asiento-  Me agradaría que seas más suelta conmigo... sé que lo sos con mis hermanos.

- ¿Te puedo hacer una pregunta? - mi impulso toma el control y lo interrumpo. Él asiente despacio, como sin comprender- Perdón si te molesta, ¿Por qué no hablás con tus hermanos? -pude sonar descortés-

- Em... no sé por qué decís eso - levanté una ceja, gestando un "¿en serio preguntás eso?- intento estar pendiente a ellos, siempre

- no le sale como lo planea - lo trato de usted- yo hablo con los chicos y eso es lo que me dicen que sienten - soy sincera. Me levanto de la silla y la acomodo en su lugar- intente, por lo menos, preguntarle cómo les fue en el día o si están con algún problema - hace una risa sarcástica-

- y yo que decía que eras tímida... -exhala- gracias por la información - hacemos contacto visual y decido irme- Lucia... - dice dejando suspenso, para que yo me dé la vuelta- Sabés qué le pasa a Juan Pablo, no? Hace días que no me habla -ahora soy yo quien ríe con ironía y me voy.

¿En serio me había preguntado qué le pasaba a Juan Pablo? No puedo creer que no se haya dado cuenta del planteo absurdo que le hizo sobre su orientación sexual.

Por otro lado, completamente diferente, me pareció tierno. Nadie había tenido un gesto similar conmigo, de agradecerme por mi trabajo, de interesarse en hablar conmigo. Ni me esperaba eso de él, fue realmente sorprendente. Jamás había pensado que le interesaría hablar conmigo. Nunca se me cruzó por la cabeza el hecho de que le interesara mi vida a un jefe, y menos a uno como él: frío, serio, sin gracia, de la misma manera que siempre lo describo. Porque eso es lo que conocía de él hasta el momento.
Durante la semana siguiente, no tuve tiempo, ni motivación, de ir a continuar mi investigación, algo que me causaba frustración por mi objetivo no alcanzado. Además, la relación con Pedro no avanzó mucho más. Por el contrario, me esquivó el resto de los días, creo que mi planteo lo había molestado/incomodado. Pero sé que yo tenía la razón y estaba satisfecha con habérselo dicho de una vez. Quizá no fue la mejor manera, ocasión o tono, pero de todos modos, habría liberado un peso de mi espalda. Seguramente, había cargado todo eso sobre él, pero tampoco era que me interesara tanto sobre esa parte de su vida.
Era jueves y otro plan se me había ocurrido. Algo diferente, pero que me había quedado inconcluso. Sabía que podía traer malos recuerdos. El ambiente era muy similar a mi ex hogar, dulce lugar que extraño de vez en cuando, menos cuando me lleno de bronca contra toda esa gente. Reconocía que no había dado otra oportunidad para ellos y había tratado de borrar esos momentos millones de intentos, pero era imposible, cada vez me ponía peor con cada imagen. No me hacía para nada bien querer eliminarlos, debía aprender a llevarlos en mi memoria para  siempre, será doloroso, pero así tendrá que ser. Volviendo a mi idea, se ejecutará mañana.
Como cada viernes desde que entré en esta casa, Pedro saldría a las siete am, para volver a las ocho de la noche. Hubo algunas excepciones de vez en cuando, no logré descifrar por qué era así. Pero esperaba que esta vez fuera como de costumbre. Así como lo había hecho en la anterior investigación, me levanté dos horas antes y preparé algunas cosas para el viaje. El medio de transporte, esta vez, sería otro. Aseguré de poner un gps, en el lugar menos visible de su auto; a pesar de ser pequeño, él podía descifrarlo. Tomé algo de comida y bebida. No sobrarían algunas prendas de ropa diferentes y mis instrumentos de "espionaje".
Eran las  6:30. Había escuchado ruidos en el baño, lo que indicaba que él ya  se había levantado. Escribí una nota rápida en un post-it y lo adherí a la heladera. Salí de la mansión y esperé alejada a que el jefe saliera, para ir detrás de él.
Tenía el presentimiento de que esta vez sería más fácil. El rastreador que le deposité sería de gran eficacia. La vez pasada, corría riesgo de ser descubierta por él, pero hoy estaba más confiada. Había algo dentro de mí, que indicaba que estaría bien.
Estaba lista para dos horas de viaje, pero no fue así. Sorprendentemente, llegamos a un lugar distinto. Me dio pánico el hecho de pensar que él notó mi presencia y se dirigió a otro lugar a propósito. Pero tal vez, este era el lugar correcto, y no siempre venía al mismo. Algo que me generaba aún más dudas de las que tenía anteriormente. Con una hora de viaje, había bastado para llegar a un galpón. Uno bien cuidado y en buen estado. Pensaba mil razones y gran cantidad de cosas de las que pasaban ahí dentro.

Volví!! gracias por leer, no se olviden de votar y nuevo capítulo este domingo!

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