Cuando cae la lluvia - Final (Yaint)

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Cuando cae la lluvia - Final (Yaint)

Pasó la mañana ansioso y no hizo mucho por disimularlo.
En estos últimos meses todo se había sido mucho más gris de lo que podia recordar, la vida en el pueblo siguió su curso, y él no encontró mayor motivación que seguir trabajando para llenar sus días. La pediatra también se había trasladado, así que por primera vez en muchísimo tiempo, volvió a su verdadera pasión, brindar atención médica a los más pequeños.
El único punto brillante en su día era  Naibi, pasar a jugar con ella, llevarla de paseo, verla crecer.
Se encontraba ansioso, en cualquier momento llegaría. El pequeño colectivo donde viajaban y hacía a la vez de consultorios ingresaría por las calles de tierra y traería a la persona a la que esperaba todos los meses. Esta era su novena visita, podía contar hasta las horas que permanecieron perdidos en sus cuerpos, evocar con exactitud cada peca de la piel blanquecina y reconocer las zonas erógenas donde mordió para dejar su marca.
Sobre las tres de la tarde buscó a Naibi, la llenó de mimos e hizo cosquillas para escuchar las carcajadas que emitía. A veces sentía que disputaba con Saia por el cariño de la pequeña, pero el amor por la chiquilla sólo era superado por lo que sentía por Saint, sin dudas era su consentida. La cargó en brazos y la llevó a jugar bajo la arbolada de una pequeña plaza mientras su madre asistía a la escuela para adultos, lo llenó de orgullo ver como la joven estaba dispuesta a cambiar su futuro y el de su hija.
Se distrajo pensando en que en menos de tres meses festejarían el primer añito de la niña y esperaba que coincidiera con el tiempo del omega en el pueblo.
Vio ingresar el colectivo y recorrer un sendero que llevaba a la casa. Su piel empezó a vibrar, a sentirse apretada y nada tenía que ver con el calor de la hora de la siesta. Calculó que tenía por lo menos media hora más cuidando a Naibi y trató de tranquilizarse, tomó aire y lo soltó lentamente intentando  llevar calma a su mente.

Fingió que no estaba corriendo cuando se despidió de Saia y la bebé, que no avanzó como si el mundo estuviera terminando para alcanzar la casa. No saludó a nadie, evitó las miradas ajenas hasta que llegó a la habitación a la cual no se molestó en golpear antes de ingresar. Lo vio sentado en su cama, el uniforme todavía sobre su cuerpo. No hubo muchas palabras de por medio, ninguno de los dos resistió el impulso que los llevó a gemir boca contra boca mientras las manos luchaban para sacar las capas de ropa. Pronto lo tuvo donde lo necesitaba, jadeando bajo su cuerpo, lloriqueando de placer cuando lo penetró en un movimiento certero que hizo que el otro levantara las caderas para ser llenado, gritando en la agonía del placer mientras él encajaba sus dientes en un hombro.
Horas después permanecían en la pequeña cama, el ventilador fallando en darles un poco de alivio, las manos unidas mientras la cabeza del omega permanecía en su pecho.
-Diossesss -pronunció Yacht- no puedo creer cuánta falta me haces.
-¿Si? -los labios del omega hicieron contacto con uno de sus bíceps.
-Si y lo sabes -sonrió y llevó la boca a los labios que estaban hinchados por la voracidad con la que se atacaron- siento que me desgarró cada vez que te veo partir.
-Sobre eso... -el enfermero se sentó sobre la cama y cruzó sus piernas- quiero hablar contigo.
-Saint... -imitó el movimiento- ¿hay algo malo?

Vio la mirada bajar y luego sus ojos lo miraron hasta hacerlo sentir gigante.

-Es posible que logre mi certificación -apretó sus manos con fuerza- sólo faltaría una última prueba en la ciudad.
-Ooohh mi amor!! -se tiró sobre el enfermero- dioses mi cielo! Sabía que lo lograrías!!
-Tuve un poco de ayuda -se sintió tímido de repente- pero sólo es defender un último trabajo.

Yacht acarició el rostro del omega que amaba, del hombre que se había metido bajo su piel, ese enfermero altanero que lo traía loco.

-¿Y luego? -se atrevió a preguntar luego de otra tanda de besos.
-Y luego... luego lo que tu quieras.
-Amor... yo pertenezco aquí...
-Entonces es muy bueno que yo también lo haga ¿no?.

Hablaron un poco más, los cuerpos entrelazados. El médico le contó sobre su tiempo en soledad, el exceso de trabajo y el tiempo compartido con Naibi.

-Está mucho más alta -pronunció- ya la verás, casi da sus primeros pasos.
-Apenas termine mañana con la consulta iré a verla.
-No dudo de que te extrañó, pero sigo siendo su preferido.
-Sueñas...

Tuvieron poco tiempo para dormir, apenas unas horas antes de compartir un baño donde su última prioridad fue ducharse. Aprovecharon el tiempo juntos, sólo eran tres días al mes en el que podían saciarse del otro antes de que Yacht lo viera partir nuevamente.
Se despidieron entre besos, lágrimas y promesas, pero Saint lo sabía, esta sería su última despedida.

〰〰〰

Suspiró, la carta que tenía en su mano determinaría su futuro inmediato. Abrió el sobre y sonrió al leer. Todo era como debía ser.
Se detuvo un segundo a mirar atrás,  como siempre dejó algo de sí en el pueblo donde le tocó atender. Por once meses había convivido con médicos y enfermeros que lo tomaron bajo su ala y enseñaron para que hoy tuviera su certificación. Y se sentía orgulloso, no sólo de haberlo logrado, sino de haberse arriesgado, de saltar sin saber que se encontraría del otro lado, si al volver se encontraría con el amor del alfa al que habia entregado su corazón. Tomó todos los riesgos, pero para amar libremente sabía que primero debía amarse y ser fiel a sí mismo, y fue esa convicción la que lo llevó a cumplir cada una de sus metas.
Miró una vez más el camino, ese que una vez había andado para buscar su destino, y al final, lo había encontrado, lo estaba esperando en un pueblo al que hace cinco años había llegando con ilusiones y deseos de marcar una diferencia en la vida de las personas. No había esperado enamorarse como lo hizo, esperar por dos años ser correspondido y ser besado bajo la lluvia una noche de tormenta.
Bajó con la carta en la mano, en la puerta lo esperaba la sonrisa del médico, sus ojos luminosos, la mirada ansiosa.

-Lo tengo -susurró cuando estuvieron frene a frente.
-Lo tienes... -respondió en el mismo tono- estoy orgulloso de tí.
-Te dije que volvería al terminar -apretó con fuerza su mano- y ya estoy aquí.
-¿Para siempre?

Necesitaba confirmar que ya no volvería a sufrir por tenerlo lejos.

-Te dije que sería lo que tu quieras... -las pestañas bajaron sobre su mejillas.
-Y yo te quiero a tí...toda la vida.

La respuesta guardaba cada una de las promesas que se hicieron en el poco tiempo que tuvieron para amarse.
Ingresaron a la casa, no existía nada ni nadie alrededor, sólo ellos dos.
En el cuarto, Yacht lo tomó del rostro y colocó sobre su frente sobre la del omega.

-Me volviste loco desde el primer día, pensé que no serías más que problemas para mi, y en realidad así fue...
-Yacht...
-Nunca más podré dejarte ir, eso es lo que me hiciste -le dio un beso que fue casi un castigo- no hay forma de que me separe de ti.
-Tonto.
-Tonto tú... - le mordió los labios- no eres más que un descarado.
-También te amo.

Casi no hablaron después de eso, todo sería mucho más tarde, cuando su tacto estuviera colmado, cuando sus aromas se hubieran mezclado, cuando tanto alfa como omega hubieran saciado el instinto de sostenerse para nunca dejarse ir.

〰♥〰

Y es el momento de dejarlos ir para siempre. Tal vez tenga miles de errores, pero lo hice con el corazón intentando darles lo mejor.

Para quienes leen por primera vez esta historia, en el apartado "Momentos" hay dos pequeños regalitos. Busquen y encuentren.

Un beso desde el alma. Cuidense.


 

Desde el abismo♥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora