Capítulo 2

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Estábamos paradas frente a la casa de Trevor, no quería entrar, no quería decirle adiós

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Estábamos paradas frente a la casa de Trevor, no quería entrar, no quería decirle adiós. Todavía no.

Sabía que Hayley estaba esperando a que diera yo el primer paso para seguirme adentro, pero no, no quería hacerlo, quería quedarme ahí observando la casa mientras mis manos sudaban por los nervios, hasta que Hayley se cansara y me obligara a entrar.

Pensé en irme de allí, y definitivamente, eso iba a hacer. Luego le enviaría un mensaje a Trevor, diciéndole que me morí de tristeza por su abandono.

Por favor, consíganme otra cabeza. Lo ruego.

Sin decir algo tomé a Hayley de la mano para largarnos de allí, ella frunció el ceño confundida, pero me siguió. Cosa que no resultó, porque antes de que pudiéramos avanzar más; Trevor salió de casa.

—¡Hey Mills! no sabía que estaban aquí afuera. ¿Por qué no han entrado?

—Eh...porque... —me paralicé mordiendo mi labio sin saber que decir.

—Estábamos a punto —intervino Hayley. —Acabamos de llegar.

—Eh, sí, eso —apoyé . —¿Y tú, dónde ibas, o vas Trev?

—Oh, no, yoo... —miró al frente, hasta el otro lado de la calle. Por instinto intenté voltearme a mirar pero, me agarró la cara con ambas manos antes de que pudiese hacerlo. —No iba a ningún lado Mills, solo salí a tomar aire —me dio un peso en la frente y agregó —entremos.

Asentí, algo confusa por su reacción. Aunque no le di mucha importancia.
No era necesario.

Seguí a Trevor, pero a penas abrió la puerta no pude evitar voltearme nuevamente hacia el lugar que él había mirado. Había un coche, estaba subiendo el cristal del conductor, por lo que no pude identificar quién era, pero cuando el viento sopló, alborotó el pelo de la persona, era una chica, eso era seguro.

No, no era seguro, hay chicos con el pelo así de largo.

¿Trevor esperaba a alguien?

—¿Estás bien? —se acerca Hayley, sacándome de mis pensamientos.

Di un último vistazo al coche antes de asentir. Estaba triste, nerviosa, y era una calle, el coche podía haber estado en cualquier lado, no significaba nada.

Respiré profundo centrándome otra vez,  no dudé más en entrar a la casa.

Saludé a sus padres, Rose y John Miller. También al pequeño Tommy, su hermanito, todos eran un amor, siempre me trataban con mucha amabilidad, no podía quejarme de ellos.

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