Capítulo 1.

251 31 11
                                    



Su vuelo había aterrizado sin contratiempos, excepto que él ahora no tenía lugar donde dormir, y se encontraba en un lugar completamente nuevo, con resaca, mientras las azafatas le pedían que descendiera, pues era de los últimos pasajeros.

─Sí, lo siento─ mustió, sosteniéndose la cabeza. Había sido mala idea pedir tequila para dormir mejor mientras escuchaba música─. Oye, disculpa, ¿Algún hotel por aquí cerca?

─ ¿No ha agendado ya su reservación de hotel, señor?─ preguntó amablemente una de las chicas, pero con genuina curiosidad. 

─Mi empresa traspapeló unos documentos y mi reservación fue cancelada, apenas fui notificado─ fue lo primero que se le ocurrió─. Pero no pasa nada, ya hablaré con mi secretaria. 

Las chicas debieron imaginar que se trataba de alguna joven eminencia de la industria, pues ningún tipo tan joven tendría secretaria si no se trataba, como mínimo, de algún hijo de papi. 

─Podemos encontrar una habitación en el hotel asociado a la aerolínea si nos proporciona sus datos.

─Oh, sí, aquí está mi pasaporte─ Se lo entregó, habiéndose asegurado de arruinar la foto con tequila y sus uñas para que el rostro se notara distorsionado─. Lamento la calidad, tengo que renovarlo enseguida. 

─Nos comunicaremos con usted en la recepción para confirmarle la reserva, señor McGrew─ le sonrió la joven, él devolvió la sonrisa. 

─Gracias, cielo. 

Finalmente estaba en el aeropuerto, moría de hambre, pero no tenía ni un penique encima para mendigar, ni ropa para tomar una ducha en cuanto llegase al hotel, y no quería tener que lavar la ropa a mano, así que decidió buscar las maletas con el nombre ''Jeff McGrew'' en ellas. Las encontró entre las no reclamadas, las revisaría al llegar al hotel. 

─ ¿Señor McGrew?─ Él volteó, encontrándose con un joven que parecía haber hablado con la azafata, y en la primera oración ya había distinguido un acento─. AirCanada se responsabilizará por la reservación del hotel si está de acuerdo en arreglar la reservación con su secretaria mientras se hospeda. 

─Gracias, encanto, me comunicaré con ella de inmediato─ El chico pareció sorprenderse un poco por el apodo, sonriendo ligeramente nervioso─. ¿Crees que podrías conseguirme un taxi? La batería de mi móvil acaba de morir. 

─De inmediato, señor McGrew. 

Y antes de siquiera poder pensarlo, tenía un nuevo nombre, nueva ropa, y un nuevo sitio para dormir, por lo menos dos noches, antes de que McGrew pudiera realizar el reclamo por las maletas perdidas que demoraría un mínimo de tres días, antes de que supiera que Alan Krauser había usurpado su identidad, y se dedicaría a juguetear por toda Europa antes de devolvérsela. 

Se aventó a la cama bocarriba, con una sonrisa estúpida en el rostro. Debía estar soñando todavía, porque no parecía algo remotamente posible, pero allí estaba, quitándose la ropa para darse una refrescante ducha en un pretencioso hotel donde se hospedaban azafatas y pilotos de una prestigiosa aerolínea. Su horario de sueño estaba cambiado, era un hecho, así que decidió que cargaría todo a la cuenta de McGrew, pero primero, debía realizar una pequeña investigación si quería estar seguro de como actuar. 

Vaya que era un tipo importante, sólo con su perfil de LinkedIn ya había descubierto más de lo que podría decirle en una conversación, sus estudios universitarios, su profesión en la indumentaria deportiva, su alto rango en reuniones de socialités desesperadas fue un hecho que sacó de Facebook, y su recorrido por diferentes empresas lo supo gracias a Instagram. Alan agradecía no tener redes sociales, la gente no tenía idea de lo que exponía tan sólo con subir una foto. 

Fugado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora