Capítulo 2.

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Los pasillos estaban iluminados por candelabros de cristal medianos, que tomaban mayores dimensiones en el salón principal donde la pasarela tomaba el protagonismo. Alan miraba a la gente vestida de manera extravagante, casi horrible a decir verdad. Ryan filamaba absolutamente todo, a sí mismo a su compañero, y a los modelos. No le tomó mucho tiempo llevarle hasta la zona detrás del escenario, donde los vestidores poseían a gente perfectamente hegemónica vistiéndose y desvistiéndose, a sujetos gritando, algunos modelos incluso llorando. 

Debía ser un ambiente de extrema tensión, pero Ryan estaba en su mundo, buscando con ojos de niño en dulcería a su diseñador, que había por fin conseguido llevarle hasta la semana de la moda. 

Alan acababa de llegar, pero ya se quería ir. La tarjeta que colgaba de su cuello con su nombre y profesión que le dieron al entrar parecía haberle conferido algún tipo de deformidad porque todo el mundo le miraba, así como él a todo el mundo. ¿Cómo diablos había llegado a esa situación? ¿Cómo diablos saldría

─Michael─ canturreó Ryan, colgándose del brazo de un hombre alto, delgado y canoso, que se sobresaltó─. Él es la persona de la que te hablé, el señor McGrew, editor de la revista Elle─ señaló a Alan, que casi se ahoga cuando el semblante del tipo cambió inmediatamente─. Señor McGrew, él es Michael Stones. 

─Es un placer conocerlo, señor McGrew, oí mucho sobre usted, y me fascinan sus artículos─ Mentirle a un mentiroso era una jugada muy baja, Alan sonrió casi divertido, estrechándole la mano. 

─El placer es mío, Stones. Ryan ha elevado mucho mis expectativas sobre su colección de invierno. 

─Le tengo confianza al proyecto─ señaló el diseñador, sonriéndole a su modelo estrella─. Acompáñeme, hemos conseguido un asiento en primera fila para cuando comience el desfile. Mientras tanto, sírvase una copa.

Eso sí que podía hacerlo, pero antes de siquiera intentarlo, Ryan ya le depositaba en la mano una copa alargada y fina con algún champan burbujeante, la recibió sin muchas vueltas. 

─Lo siento, olvidé mi libreta, ¿Tienes dónde anotar?─Preguntó Alan. 

─Déjame preguntar, enseguida vengo─ Ryan fue detenido por Stones antes de que pudiera avanzar más. 

─No, tú tienes que comenzar a prepararte, y yo a encargarme de los demás modelos, le pediré a alguien más que le consiga al señor McGrew donde anotar─ dispuso el diseñador, Ryan asintió─. Ve a vestirte. 

─Sí, seguro. 

─Y usted, siéntase cómodo─ señaló un sofá, donde un par de modelos se ajustaban los zapatos y las medias─. Volveré con usted para sentarnos en un instante cuando comience el desfile. 

─No se preocupe por mí. 

La música ya resonaba y la gente se acomodaba, alguien le dio una libreta junto a un bolígrafo más rápido de lo que esperaba, por lo que comenzó a anotar. Ni sabía que estaba escribiendo, sólo detalles, palabras al azar. Un par de veces chicas y chicos se le acercaron, angustiados con alguna pregunta ridícula que contestó con desinterés respecto al vestuario. No se suponía que funcionara así, creía él, pero allí estaba. 

Cuando ya se aburrió, se incorporó, buscando a Ryan, quien se cambiaba en una esquina, acomodando la chaqueta que hacía juego con el pantalón, para sorpresa de Alan, los modelos de Stones eran lo más decente que él vería, al menos desde el punto de vista de alguien que no sabía mucho de moda, pero sí de lucir bien, así que se aclaró al garganta. 

Fugado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora