Capítulo 5 🍎

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Pecado en forma de pasado


La mente de Misha se nubló al haber escuchado la barbaridad más grande que había oído en su vida. Tanto así que sus oscuros ojos se fijaron en él de forma inaudita.

— «Qué hiciste con nuestro hijo» – se repetía como disco rayado en su cabeza.

Esperaba que Jeff decidiera romper el silencio y dijera que era una broma de mal gusto. Pero al ver que los rasgos de su rostro no se movían en lo absoluto, y su mirada fija seguía sobre ella como si esperara a que hablara, daba señal que no estaba bromeando para nada.

—¿Puedes repetir lo que dijiste? – preguntó Misha al momento de coger una servilleta para limpiar los restos de vino en su rostro y de su vestido –. Creo haber oido mal.

Jeff resopló una risa. Tomó el pañuelo que relucía del bolsillo superior del chaleco de su traje y se sacó las gafas para limpiarlas de los restos del vino.

—Querida Misha, sabes a que me refiero. – se colocó nuevamente sus gafas y la observó con detenimiento en busca del menor indicio que la delatara –. ¿Dónde está mi hijo? El niño que cargaste 9 meses en tu cuerpo... ¿Dónde está?

La mandíbula de Misha no podía cerrarse ante las locuras que estaba oyendo. No sabía si reírse o tomarlo en serio.

Agradeció que expulsó todo el vino de su boca porque probablemente lo habría vuelto a expulsar al escuchar estas nuevas palabras.

—Lo diré por última vez antes que ya no me haga gracia tu broma. – aspiró profundamente –. ¿De qué estás hablando?

El sólo pensar en un niño proviniendo de ella, era suficiente motivo para que se le encrespara su marmoleada piel.

—Parece que optas por fingir ignorancia. – respondió Jeff con burla.

Se levantó de golpe de la mesa y se dirigió a la cama de al lado donde había un maletin sobre las mantas. Se acomodó sus gafas, ocultando sus ojos pardos denotando ironía. Tomó la maleta, sacó unos papeles de su interior y se los lanzó sobre la mesa.

Misha retrocedió por inercia. Miró con duda la mirada tenaz de Jeff y decidió coger los papeles para observarlos detenidamente.

Sus cejas se levantaron y sus manos presionaron el papel, donde la luz de la luna iluminaba el nombre de la clínica donde estuvo internada.

—¡¿Dónde conseguiste esto?! – exclamó con enojo al levantarse de su silla.

—Tengo mis propios medios de información, Misha. – contraatacó sin miedo hasta colocarse frente a su cuerpo, separándolos un par de centímetros por la diferencia de alturas –. No eres la única que puede averiguar cosas prohibidas. Ni siquiera tu padre podía ocultar lo inevitable.

El informe que Misha tenía en sus manos era el reporte de un calificado médico, que aprobaba el alta después de haber estado internada 3 meses, aportando que estaba saludable en todos sus sentidos y apta para ser reintegrada en la sociedad.

Solo era un simple informe, no era suficiente para considerarse una prueba sólida de la existencia de un niño.

Misha ensanchó sus labios rojizos y resopló una risa.

—¿Esta es tu prueba de que yo tuve un hijo? – preguntó con burla, mostrándole las hojas –. No me hagas reír.

Le tiró los papeles en su rostro y pasó por su lado para retirarse de la odiosa conversación.

Bondage || +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora