22 · No quiero volver a experimentarlo

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CONNOR

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CONNOR


Ahora

Kalei sale de mi habitación con un vestido de color blanco que hace que me dé un escalofrío. Trago saliva y la veo. Veo a Halia. Joder. Mierda. Me acerco hasta Kalei deprisa, la cojo con violencia del brazo y hago que entre de nuevo en mi cuarto. Cierro la puerta. Ella me mira, completamente desconcertada.

—¿Qué pasa? —me pregunta.

—Quítate eso —le ordeno, sin darle ninguna explicación.

—¿Cómo dices?

—Que te quites el puto vestido —gruño con poca paciencia—. Ponte unos pantalones y una camiseta. De tirantes.

No me muevo. Ella me mira dolida, pero acaba dándome la espalda y quitándose el vestido. Coge unos pantalones y una camiseta de tirantes amarilla.

—Y suéltate el pelo —añado con culpabilidad—. Halia solía recogérselo así.

Kalei se deshace el recogido que se había hecho. Los rizos caen de nuevo por su espalda y sus hombros. No se gira, pero por el sonido de su respiración, sé que está llorando. Deja el vestido sobre mi cama.

—No vuelvas a ponértelo —le pido, sintiéndome un desgraciado—. Halia tenía exactamente el mismo.

—Me lo regaló mi padre —dice, girándose dolida hasta a mí. Sus ojos verdes me miran, repletos de lágrimas—. Te das cuenta, ¿verdad? Siempre haré algo que haya hecho ella. Siempre la verás en mí.

—No es por mí, Kalei. Es porque su padre está ahí fuera y tú eres exactamente igual que su hija muerta —suelto cortante—. Comprende que no puedes salir peinada y vestida como ella.

—¡Es que no sé cómo era, Connor! ¡Apenas he visto fotos suyas! —me grita cabreada—. ¡Nunca llegué a conocerla! ¡Y es como si todavía siguiera aquí! Halia esto, Halia lo otro, eres la viva imagen de Halia... ¡Halia, Halia, Halia! ¡Estoy harta de ella, joder!

Sale de la habitación. Yo tardo un par de segundos en seguirla. En el comedor, Mark nos dedica una mirada tensa. Es más que evidente que, tanto él como Maia y su hermana, han escuchado nuestros gritos. Abro la puerta de la calle, Kalei se coloca detrás de mí. Salgo, y me sigue. Se mantiene cerca. Sin embargo, en cuanto Neil nos mira, me separo, dejándola sola. Kalei entrelaza sus dedos en su regazo. Está nerviosa. Y no siente mi apoyo. No me siente. Neil se acerca a ella y respira hondo. Veo en sus ojos el dolor que le produce esta situación. Sin embargo, mantiene la compostura y se aclara la garganta antes de presentarse.

—Soy Neil Andrews —dice en un tono neutro—. Tú debes de ser Kalei Summers.

Ella asiente en silencio. No se mueve. Apenas respira. Neil la mira con mucha atención. Yo estoy a punto de vomitar. Necesito que acabe esta situación cuanto antes.

El sonido del mar en Hawái ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora