Kalei se siente perdida. Quiere regresar al lugar que la vio nacer, pero no soporta la idea de enfrentarse a sus recuerdos. No le queda nada en esa isla, pero siente que allí podría encontrarlo todo.
Connor se ha rendido. Quiere perseguir su sueño...
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KALEI
Ahora
—Sé que soy un egoísta y que probablemente pensarás que estoy loco —dice Connor mirándome con impotencia—, pero eres todo lo que siempre he querido. Si no sientes lo mismo, mañana cojo un avión y me largo de esta isla, porque te juro que el único motivo que me retiene aquí eres tú.
Sus manos siguen sobre mi cintura y mi nuca. Soy incapaz de apartarme y, después de escucharlo, menos todavía. Connor se acerca un poco más a mí.
—Sé que no podría haber hecho las cosas peor —continúa, bajando la voz—. Sé que te he hecho daño, que te he mentido y que la consecuencia de esto ha sido perder tu confianza. Pero te diré que eso puedo soportarlo, lo que no sé si podré soportar es perderte a ti también.
Cierro los ojos cuando noto sus labios sobre los míos. Es un beso lento, suave, casi como de despedida. Y me doy cuenta de que eso es justamente lo que pretende cuando se separa y me suelta la nuca y la cintura. Hace el intento de alejarse, sin embargo, antes de conseguirlo, lo agarro del brazo casi con desesperación. Sé que es lo peor que podría hacer en este momento, sin embargo, es lo único que me apetece, por lo que acabo dejándome llevar. Vuelvo a besarlo. Pero esta vez no tiene nada que ver con una despedida. Abro los labios, dejo que su lengua se adentre en mi boca y gimo cuando sus manos me aprietan contra él. Llevo los brazos hasta su cuello, enredo la punta de mis dedos en los mechones de su pelo y suelto un profundo suspira cuando empieza a besarme el cuello. Sin embargo, poco a poco, va ralentizando el ritmo, hasta que me da un beso en los labios y me acaricia la mejilla con ternura.
—Necesito saber si algún día podrás volver a confiar en mí —susurra.
—¿Y tú? —le pregunto, en lugar de darle una respuesta—. ¿Alguna vez volverás a confiar en ti?
—No lo sé.
—¿Y cómo pretendes entonces que confíe yo en ti, Connor? —le pregunto con tristeza.
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KALEI
Ahora
Es tarde. Sin embargo, voy hasta la playa. Queda poca luz, por lo que la gran mayoría de los surfistas están ya fuera del agua o disfrutando de las últimas olas. No llevo una tabla bajo el brazo ni neopreno. Simplemente he venido porque necesitaba escuchar el sonido del mar y pensar si alguna vez podré llegar a sentirlo como propio. Camino descalza por la arena hasta llegar a la orilla de la playa. El agua me roza los pies, pero no me detengo. Sigo avanzando hasta que me cubre pasada la cintura. Solo entonces me permito sumergirme, cerrar los ojos y contener la respiración el máximo tiempo posible.
