23 · No quería compararte

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KALEI

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KALEI


Ahora

—¿Cuándo has venido, papá? —le pregunto sin poder contener las lágrimas—. ¿Cómo...?

—Llevo en la isla menos de una hora —me responde con una sonrisa—. Maia me dijo que vendrías a la playa. Te estaba esperando.

Vuelvo a abrazarlo, sintiendo cómo entre sus grandes brazos los problemas van perdiendo fuerza. Es como volver a ser pequeña y tener la seguridad de que, con mi padre cerca, nada malo puede pasarme.

—Papá, la he cagado tanto... —le digo sin poder dejar de llorar.

Él me acaricia la espalda, consolándome. Apenas hemos hablado desde que llegué a la isla. Evitaba llamarlo porque era consciente de que, en cuanto escuchara el tono de mi voz, sabría que me pasaba algo. Él es la persona que más me conoce en el mundo, ni siquiera Maia. Es a mi padre a quien siempre le he contado todas mis cosas... Menos lo que sucedió con Connor. Sí, le dije que conocí a un chico, que me enamoré muchísimo de él y que me dejó el corazón hecho pedazos. Pero nunca llegué a sincerarme del todo, y muchísimo menos le he dicho que el destino es un desgraciado y me ha traído a la misma isla en la que vive. Y, no contento con eso, a la misma casa.

—Maia me ha presentado a vuestros amigos —me dice, cuando dejo de llorar al cabo del rato.

Estamos sentados en la arena, mirando al mar. Tengo la cabeza apoyada sobre su hombro y estoy cogida de su mano. Respiro despacio.

—¿Ah sí? —pregunto con poco entusiasmo.

—El chico del bañador hortera, está loco por tu hermana —me cuenta, como si fuera un secreto.

Me río. Mi padre también lo hace.

—Lo sé. Se llama Mark. 

—¿Hay algo entre ellos?

—Creo que no —respondo dudosa—. Maia no termina de congeniar con él. Aunque nunca la he visto congeniar con ningún chico, si te soy sincera.

—¿Y qué hay de la otra chica? La alta y morena —pregunta mi padre—. Con ella sí parece congeniar...

—Me contó que era su mejor amiga en la isla —respondo distraída—. Pero no la conozco mucho. No se siente muy cómoda conmigo.

—¿Y eso?

—Es... —suelto un bufido y me froto los ojos—. Es largo de contar, papá. Pero en esta isla no soy bien recibida. Hasta el gobernador me ha entregado una carta pidiéndome que me largue.

—Lo sé. Duncan me la ha enseñado —me cuenta mi padre.

Escuchar el apellido de Connor en la boca de mi padre hace que me ponga nerviosa. Sin poder evitarlo, necesito que tenga una buena opinión de él, que piense que no me estoy equivocando, que no estoy loca por haberme enamorado de él. Inconscientemente, empiezo a morderme las uñas, hasta que mi padre me da un manotazo para que deje de hacerlo.

El sonido del mar en Hawái ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora