25 · La mesa ya está ocupada

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KALEI

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KALEI


Una semana después

Los turistas son unos cerdos. Es lo primero que pienso cuando, al entrar en una de las habitaciones del hotel en el que trabaja Cadence, la hermana de Connor y madre de Bonnie Lane, veo un preservativo, usado, en mitad del suelo. La cama está desecha, hay ropa por todas partes, cristales rotos y el baño como si hubieran asesinado a un mapache dentro. Hago una mueca y contengo una arcada.

—¿Estás bien? —me pregunta Bonnie a mi lado.

Ella también trabaja como limpiadora en el hotel, cosa que no entiendo, puesto que su madre es la gerente de este sitio. Sin embargo, Bonnie me contó en su momento que Cadence opinaba que este tipo de trabajos la harían valorar el esfuerzo y la constancia. Yo, sinceramente, opino que son una putada.

—Intenta no pensar demasiado en lo que estás limpiando —trata de animarme.

—Es difícil no hacerlo con un condón lleno de semen en mitad de la alfombra —murmuro asqueada—. Joder, tenían la papelera al lado. ¿Tanto les costaba tirarlo?

Bonnie Lane suelta un suspiro y se encamina hacia el baño. Yo rodeo el condón y voy hasta la cama, dispuesta para quitar todos los trastos para poder poner sábanas nuevas. Al apartarlas, ahogo un grito.

—¿Qué pasa?

Bonnie sale corriendo del baño, alarmada.

—¿En esta habitación han follado o han degollado un cerdo? —casi grazno.

En medio de la cama hay una gran mancha de sangre. Tanto a mí como a Bonnie Lane nos da un escalofrío. El resto de la mañana, por desgracia, tampoco es mucho mejor. Las habitaciones que nos siguen tocando están igual o peor que la primera, por lo que cuando acaba mi turno, lo único que me apetece es meterme dentro de una ducha y desinfectarme con lejía. Estamos terminando de llevar los carritos de la limpieza al almacén donde van guardados, cuando Bonnie rompe el silencio con una pregunta cargada de culpabilidad.

—¿Sigues enfadada conmigo, Kal?

La miro de soslayo y le respondo con sinceridad.

—La única persona con la que me enfadé fue con Connor —aclaro—. Fue él quien debía decirme la verdad, no vosotros.

—Bueno, pero a él ya lo has perdonado más que de sobra... —deja caer Bonnie con una sonrisa torcida—. Ada Elliot dice que se os ve muy... unidos.

—Estamos bien —respondo encogiéndome de hombros con cierto nerviosismo.

—¿Bien? Lleváis una semana durmiendo en la misma cama, juntos, todas las noches —apunta subiendo y bajando las cejas.

—Bueno... mucha gente duerme junta, y no significa nada —trato de aclarar.

—Pero entre vosotros es más que evidente que sí significa algo... Porque estáis saliendo, ¿no?

El sonido del mar en Hawái ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora