prólogo.

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¿Alguna vez conociste a alguien que te hizo tan feliz, pero a la vez infeliz?, porque yo Mackeyla Johnston lo hice y no sabría decir si fue bueno o malo depende mucho la perspectiva de las personas.

No puedo negar que mi vida siempre fue fácil, si yo me metía en problemas mi padre siempre lo arreglaba con dinero, todo para evita rumores y mantener nuestra imagen de familia perfecta ante la sociedad, pero ni si quiera éramos una familia unida.

Por el lado de Matías todo era diferente, éramos polos opuestos que pronto se atraerían cada vez más y lucharían con el miedo constante de ser separados.

Es necesario explicar la vida de ambos para que puedas entender nuestra historia y como las personas hicieron que cada uno tocara fondo, pero para ser sincera ni quiera sé por dónde empezar o más bien no encuentro las palabras correctas es todo tan confuso a un.

Matías y yo siempre fuimos personas completamente diferentes sin nada de cosas en común, supongo que eso nos unió de una manera tan linda pero a la vez tan dolorosa que no sabría cómo explicarlo, estábamos destinados a estar juntos, él era el amor de mi vida, mi alma gemela, era mi solecito, era mi vida, prácticamente era mi todo pero yo para él era más que eso, sin duda su amor por mí era especial y uno de los amores más verdaderos en el mundo, muchos dicen el "te amo" sin sentirlo, pero cada vez que el me lo decía sus ojos se iluminaban al igual que se sonrojaba tanto que se veía como un tomate, ambos pasamos por desamores, corazones roto y tanta mierd* que el me entendía a la perfección y yo a veces lo entendía a él, sabía que había entrado a mi corazón, el me hacía necesitarlo tanto que cuando no estaba me sentía sola aun así hubiera gente a mi alrededor, cuando nos dejábamos de hablar o nos alejábamos poco a poco los dos sufríamos tanto que solo era cuestión de días para pedirnos perdón mutuamente para mucha gente seria algo tóxico, pero teníamos dieciséis años claro que éramos tóxicos al igual que inmaduros, pero nuestro amor no era algo pasajero era un amor tan lindo qué nuestro futuro ya estaba planeado.

Así es a los dieciséis años teníamos planeado ese futuro prometedor, con el que tú ya te habrás imaginado con alguien más, sé que cuando lo planeas te hace tanta ilusión y Matías no era la excepción él fue quien creo nuestro futuro prometedor, él tenía todo planeado hasta los nombres de nuestros hijos.

Por otro lado, yo solo me divertía al ver sus dibujos sobre nuestra casa, hijos y sobre todo el perro, lo amaba tanto que yo sabias que terminaríamos juntos sin importar la opinión de mi padre influenciado por mi madrastra.

Matías era el amor de mi vida y nadie lo remplazaría jamás, solo contaba los días por terminar la preparatoria y así poder ir a la universidad con él, me estoy adelantando mucho pero no puedo evitarlo siempre me adelanto más de lo que debo, pero así es Mackeyla es uno de mis mayores defectos supongo.

                                                   29 de noviembre de 2020:

El día estaba nublado y parecía que llovería todo el día, todos se estaban preparando para la tormenta además que el frio sin duda se hacía notar.

Matías y yo no éramos la mejor pareja, pero tampoco se podía decir que hacíamos una mala pareja, solo era el hecho de ser muy diferente.

-Mierd* Matías ¿puedes dejar eso un momento es un tema serio? .-

- ¿Qué quiere que te diga? - contesto mientras guardaba su celular en el bolsillo trasero de su pantalón.

-Intento ayudar- dije aguantando las lagrimas

-Mackeyla, tu padre tiene razón- dijo mientras el aguantaba las lágrimas y girándose hacia el lado contrario a ella -Solo quiero que seas feliz.

-Yo soy feliz a tu lado- respondí y una lagrima cayo por mi mejilla.

Matías se acercó a mi para limpiar la lagrima y me dio un abrazo que me dio mil años de vida, pero no pude evitar que mis lagrimas siguieran cayendo.

-Si yo te hago feliz prometo hacer lo posible por estar siempre junto a ti- el no pudo evitar decir eso sin llorar mientras todavía me abrazaba.

Matías me veía como si yo fuera una niña indefensa que dependía de él y era más que claro que sí lo era.

Matías rompió el silencio.

-Makc, ¿quieres un helado? – dijo mientras sacaba dinero de su billetera.

- ¿Estás loco?, hace mucho frio- decía mientras reía y veía el hermoso cielo a un que estaba nublado se veía tan lindo. - además nos enfermaremos.

-Vamos mi amor- respondió mirándome a los ojos.

-Si me enfermo será tu culpa-murmure entre risa.

-eso ¿es un sí? –

-Si, pero solo si tú pagas- Volví a reír.

-Vamos pequeña- me dijo y me agarro la mano para salir corriendo los dos.

Como era de esperarse me caí y me raspe el brazo, pero al menos me compro mi helado.

Él había pedido su helado de sabor fresa y pistache, eran los sabores que más odiaba, sin duda éramos completamente diferentes, pero siempre me enseñaron que lo diferente no era malo y que a veces me podía enseñar más de lo que yo creía.

Esa frase siempre me la decía mi padre y a un que mi comunicación con el no fuera la mejor sin duda él tenía mucha sabiduría al igual que casi siempre tenía razón con sus frases.

-No tengo ni idea de por qué te gusta el helado de fresa- le dije mientras coma mi helado de oreo.

-A ti te gusta la galleta congelada y nadie te dice nada- Respondió riendo.

-Escuche mucho de ti en la escuela- cambie el tema.

- ¿Por qué? - me pregunto con curiosidad.

-Sabes el por qué Matías deberías preocuparte- respondí un poco preocupada

-No deberías preocuparte- dijo mientras camino en dirección a su casa-Vamos a mi casa mis padres no están y te podre curar el brazo sin problema.

-Matías- murmure.

-Solo ven conmigo Mackeyla- agarro mi mano y decidió correr hacia su carro.

Tocar fondo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora