Capítulo 4.

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Falsas sonrisas.

Perspectiva de Matías.

31 de agosto de 2020:

Llegué temprano como siempre, lo primero que vi al entrar al salón es a Mackeyla y David sentados juntos, en estos últimos días Mackeyla se había juntado con David ya que ella pensaba que él había cambiado, ella era tan ingenua pero tan hermosa, me senté en el último lugar como siempre nada nuevo, Paola llego y me saludo.

-Hola Matías- sonrió amablemente.

A mi jamás me ha gustado Paola y mucho menos yo le he gustado a ella, solo le ayudaba a darle celos David.

-Hola- conteste mientras miraba a Mackeyla y David.

-Solo dile lo que sientes- empezó a decir Paola.

-No puedo y no quiero-

Ella jamás se fijaría en mi teniendo a David a su lado, me estaba consumiendo por dentro, pero en cambio por fuera solo tenía una sonrisa falsa y quería tanto drogarme en esos momentos.

Solo pensaba en que necesitaba ayuda, pero tampoco quería rebelar mi secreto así que hice lo mejor que se me ocurrió, salí del salón lo más rápido que pude sin darme cuenta que alguien me perseguía, mis lagrimas caían poco a poco, llegué a mi casa dejando la puerta abierta, subí mis escaleras lo más rápido que pude, me dirigí a mi cuarto para darme cuenta que ya no tenía más cocaína o marihuana.

-Mierd*- grité.

Bajé lo más rápido que pude y me di cuenta que la puerta estaba cerrada.

Yo claramente la deja abierta así que agarre una lampara para armarme ya que estaba solo, cuando alguien me toco mi hombro, me asuste y golpeé a la persona en el brazo sin ver quien era, estuve a nada de golpearle la cabeza, pero esa persona tubo buenos reflejos y metió el brazo.

-Mierd* Matías- dijo con dolor en la voz.

En ese momento sabia de quien se trataba.

-Mierd*, lo lamento tanto-me disculpe y extendí la mano para que se levantara.

Había golpeado a Mackeyla, ella se levantó como si nada, pero se veía en su cara que le dolía y estaba a punto de llorar.

- ¿Qué haces en mi casa? – pregunte algo confundido.

-Vi que saliste enojado y te seguí- respondió mientras se sobaba el brazo.

-Estoy bien, ya puedes volver a clases- dije con un tono frio.

En mi mente era lindo el hecho de que se preocupara.

- ¿Por qué te regresaste a tu casa? – pregunto mirándome a los ojos.

Era obvio que no le iba decir que venía por droga.

-Me sentía mal- murmure.

-Entiendo, ¿quieres que me quede para cuidarte? - preguntó un poco preocupada.

-No, tranquila ve a clases- dije para que se fuera.

- ¿Seguro? - se veía preocupada.

-Mierd*, solo vete- grite.

-Okey, no tenías por qué ser grosero-

Ella se fue y yo solo me quedé parado en mi casa sin moverme, pero con tantas ganas de salir corriendo a besarla, en ese momento caí en cuenta que me había enamorado de ella eso era lo que más temía cuando la conocí, pero ¿Cómo no enamorarme de ella? Y sus hermosos ojos cafés casi negros, era más que obvio que ella nunca se fijaría en mí, sería lo mejor.

Tocar fondo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora