Epílogo: «La Pesadilla»

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Epílogo: La Pesadilla

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     𝕯esde un pequeño rincón oscuro situado en el epicentro del Sueño, Wonderland contemplaba con gran interés todo aquello que estaba sucediendo en el País de las Maravillas.

Los acontecimientos se habían desarrollado muy rápido. Tan solo hacía unos pocos días —minutos, en el Mundo Real— que aquellos dos niños rubios, la Cuarta Alicia; habían llegado a su País. De hecho, él mismo pensó que realizarían un excelente trabajo una vez que arribaran a sus dominios, pero nada más lejos de la realidad. Aquellos dos hermanitos habían sido demasiado ingenuos y curiosos, y eso había acabado con ellos. La curiosidad de aquel par de chiquillos no tenía límites, y era tanta la que poseían que les había arrastrado hacia un terrible final.

¡Si es que no tendría que haberlos escogido! ¡Un par de niños! ¿En qué estaba pensando en aquellos momentos cuando decidió que ellos serían dignos Soñadores? Estaba claro que una simple impresión no bastaba para averiguar si aquellos dos niñitos serían Alicias perfectas. Además, estaban tan solos y tristes en aquel horrible orfanato... Tan abatidos...

Como él.

El propio Wonderland estaba tan desesperado por no sucumbir al olvido y a la oscuridad eterna que tuvo que escoger rápidamente a sus futuros Soñadores, su Cuarta Alicia. ¡Eso era! No tuvo tiempo suficiente para evaluar los riesgos ni las nefastas consecuencias de su decisión. Aquellos pequeños parecían candidatos ideales para desarrollar su nuevo don de Creadores... ¡Pero una vez más, Wonderland se había equivocado! Ya había sucedido anteriormente con Tres Alicias; tres adultos que lo habían soñado y habían fracasado en sus propósitos. ¿Por qué un par de inocentes niños triunfaría en aquella excéntrica misión? ¡Era imposible!

El Sueño dejó escapar una siniestra carcajada desganada a la vez que enfocaba su atención en la Aldea de Porcelana; ahora en ruinas y repleta de polvorientos escombros. ¡Aquel fantástico lugar había sido destruido por aquella repugnante mujer que se hacía nombrar «Reina de Tréboles»! Tras la huida de los pequeños a través del Espejo, la Soberana del País de las Maravillas había enviado al terrible Jabberwocky y a su esbirro Magnapresas para que pulverizaran el poblado hasta reducirlo a cenizas. Y como era de suponer, no habían quedado supervivientes de aquella despiadada masacre. ¡Toda la Gente de Porcelana había sido aniquilada! Sus diminutos cuerpecillos se hallaban desmembrados y desmenuzados; diminutos fragmentos de delicada cerámica y esmalte lacado cubriendo el suelo de aquel pacífico poblado. Densas capas de humo plomizo se elevaban desde los destruidos edificios en forma de teteras, tazas y azucareros hacia el cielo gris; ensombreciéndolo más si acaso eso era aún posible.

Wonderland: el Origen de AliciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora