III

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Lena POV 

El tiempo pasó y sin darme cuenta me encontraba perdida en la manera en la que Amelia hablaba, la mitad de mi café se encontraba frío en la taza sobre la mesa, nunca me había perdido tanto en alguien como para olvidar mi café, si, lo dejaba encima cuando tenía una presentación, una reunión o trabajo importante por hacer y lo terminaba botando porque estaba frío, pero jamás había hablado con alguien que me pareciera tan interesante y atrapante para olvidar el mundo, sin embargo cada vez que Amelia hablaba me encontraba perdida en su forma de pronunciar las palabras y mover sus manos para recalcar la importancia de algunas cosas o sucesos dentro de su historia, me contó anécdotas de su vida como doctora y de si vida en Los Ángeles también, parecía una persona más que interesante, pero no hablaba mucho de si misma, más bien de cosas que pasaban a su alrededor o a la gente que la rodeaba.

-enronces Addie me dijo que estaba feliz, pero que no entendía que hacía aquí-

-¿pero tú estás feliz de estar aquí?-

-si, es decir, lo estaba y lo voy a estar, pero me cuesta un poco desde que mi relación terminó, se ha vuelto un poco más difícil-

-lo siento mucho- dije apretando la mano de la castaña por encima de la mesa

- está bien, no es tu culpa, quiero decir, ni siquiera me conocías- miró hacia arriba e hizo una mueca extraña pero chistosa, algo que me hizo sonreír

-de todas formas lo siento mucho- dije y volví a apretar su mano, sin apartar la mía luego de hacerlo ella sonrió de vuelta

-gracias, de todas formas no hubiese funcionado- rio ligeramente -digo, Amelia Peterson no suena muy bien que digamos ¿cómo me presentaría así con mis pacientes? - al terminar volvió a reír, esta vez un poco más fuerte, parecía que realmente le hacía gracia, yo sonreí al mirarla

-¿así que era serio? - pregunté y ella asintió

-nos íbamos a casar en noviembre - eso es solo en un mes

- ¿hace cuánto tiempo se separaron? -

- dos meses- dijo rápido, como si no tuviese que pensar la respuesta, aunque me parece lógico, esta persona era con quien se iba a casar, debió amarlo mucho

-de verdad lo lamento-

-no lo hagas, me ayudó a comprender que necesito a alguien en que pueda apoyarme cuando las cosas se pongan difíciles ¿sabes?- yo asentí

-creo que debería darme cuenta de lo mismo, me falta un poco para esa epifanía, pero lo comprendo- dio vuelta su mano para apretar la mía t cuando su palma tocó la mía todo lo que podía pensar era en que esta mujer prácticamente no me conocía pero estaba dispuesta a ser un apoyo, una ayuda, un aporte aunque eso solo fuera, apretar mi mano -creo que ya es hora de irme, aún tengo un montón de documentos por revisar- dije poniéndome de pie y separando nuestras manos en el acto

-fue un buen momento, gracias por hacerme compañía- dijo

-de eso nada, gracias a ti por mostrarme esta cafetería, seguramente volveré por aquí- ella sonrió y yo sonreí de vuelta

-no hay de que, que llegues bien, nos vemos pronto-

- nos vemos Amelia- dije dirigiéndome a la puerta

-no estreses tanto, te dolerá la cabeza -dijo alzando la voz cuando la puerta se cerraba tras de mí.

Llegue a casa para encontrar los papeles donde los había dejado, me puse a trabajar sentada en el sillón y a eso de las 9 me dio sueño, pero aún quería terminar de revisar el documento en el que estaba trabajando así que decidí ir a la cocina a servirme un café, mientras esperaba la cafetera seguí revisando el documento y cuando el café estaba listo fui por una taza y lo comencé a servir, mientras hacía esto mis pensamientos se dirigían a Amelia y la manera tan extraña en la que podía escucharla hablar por mucho tiempo mientras el resto del mundo parecía aburrido ante mis ojos, entonces fue cuando sentí el líquido caliente caer sobre el dorso de mi mano que no estaba sirviendo el café, la saqué rápidamente y la sacudí mientras corría al lavaplatos para ponerla bajo el agua fría, dos minutos después, ma quemadura se veía bastante mal, no tan mal como para ir al hospital, pero si mal, como para saber que dolería y por sobretodo, molestaría fui a la sala de estar y tomé mi teléfono para buscar la farmacia más cercana, por suerte no estaba lejos y solo me demoraría un par de minutos en el auto, preferiría caminar, pero fuera estaba oscuro y esta seguía siendo una ciudad que no conocía y prefería no correr riesgos de camino a la farmacia.

En el auto recibí una llamada de mi asistente diciendo que tenía que asistir a una reunión mañana y que ya era tiempo de volver a Metrópolis pero yo no me siento para nada preparada para eso así que le dije que podía estar únicamente por videoconferencia, que le dijera al resto de asistentes que eso no haría ninguna diferencia con respecto a todo lo que debíamos acordar ni discutir.

Al llegar a la farmacia fui directo al mostrador a decirle al farmacéutico lo que me había pasado y si había algo que pudiera hacer sin la necesidad de ir a un centro asistencia ya que no era algo tan grave y lo que hizo fue darme una crema y dijo que la aplicara cada cierto tiempo, me quitaría el dolor y la comezón, mientras que ayudaría a sanar más rápido, al salir de la farmacia con camino a mi auto vi una silueta apoyada en el, mi corazón se aceleraba cada vez que daba un paso, no sabía bien que hacer con la persona extraña y mucho.menos sabía lo que quería esta persona, pero en cuanto me acerqué más el miedo se tornó preocupación

-¿Amelia?- lucia como si hubiese estado llorando y estaba encorvada mirando algo entre sus dedos

-¿Lena?-

-si, Amelia ¿estás bien?- pregunté, ella se encogió de hombros - ¿que tienes ahí Amelia?-

-yo, yo -ella comenzó a llorar, sabía que lo estaba reteniendo, pero sus sollozos me hacían temblar, nunca había escuchado a alguien llorar tan intensamente

-¿lo puedo ver? ¿Me lo entregarías? - pregunté, ella asintió y me entregó un par de pastillas - ¿necesitas tomar esto?- ella negó con la cabeza, si bien no tenía mucha experiencia con las drogas sabia perfectamente lo que esto significaba -¿tomaste alguna?- ella volvió a negar -bien, subamos al auto, es tarde y hace frío, te llevaré a casa- dije mientras abría la puerta para que la mujer subiera al auto

También nos volvemos 𝑎𝑑𝑖𝑐𝑡𝑜𝑠 a las 𝑝𝑒𝑟𝑠𝑜𝑛𝑎𝑠 ( Lena x Amelia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora