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Las semanas siguieron pasando. Mei no regresó a su apartamento con Touko, ni siquiera le contestaba los mensajes que esta le mandaba. En su teléfono tenía una colección de mensajes que de un momento a otro su teléfono no dudaría en estallar.

Luego de ver cómo Touko regresó a casa en aquel día, Mei fue a casa de su abuelo. Quería estar en la soledad de su habitación, le preocupaba la llamada que había recibido, si era verdad aquello que le habían dicho, no había mucho por hacer, sólo era necesario entrar en el papel que le correspondía.

Esa noche no durmió, se la pasó pensando en la luna, no como la imagen romantizada que se tiene de ella, sino como el astro que brilla gracias a otro, que posee belleza sólo cuando alguien más se la da. ¿A caso ella no era tan parecida a la luna?, ¿no siempre necesitaba de alguien más para comprobar su valor?

Era cierto que luego de que ese pensamiento se adueñara de su mente vendrían uno y otro y otro más. Una serie de ideas que desembocarían en un llanto silencioso, pero trágico y doloroso.

A la mañana siguiente tomó su maleta. Le dejó una nota a su abuelo. Salió de la casa y en el primer contenedor de basura de deshizo de su teléfono móvil. Quería desaparecer y sabía exactamente a dónde iría para estar a salvo.

Ahí se le veía, caminar y alejarse. Su cabello agitándose de un lado para otro. Sus piernas se movían rápido, decididas. La mochila que cargaba en su espalda pareciera desproporcional al tamaño de su cuerpo. Sin embargo, esa era Mei Aihara, o una parte desconocida de ella.

Nunca se enteró que en el momento en el que ella abordó el primer autobús con rumbo desconocido, su teléfono estaba recibiendo un mensaje de Touko.

Mensaje 1

Mei, perdón por ayer retirarme así de improviso. En verdad, tenía prisa por irme.

Mensaje 2

Aihara san, vine a tu casa, pero por lo visto todavía no has llegado. ¿Piensas regresar hoy?

Mensaje 3

Hablé con Sayaka. Le comenté que habíamos salido en una comida familiar y que por eso no habíamos ido al concierto.

Mensaje 4

De nuevo vine a tu casa. Parece que no has llegado. ¿Todo está bien?

Mensaje 5

Te llamé para invitarte a cenar antes de irme a Canadá. Me mandaste a buzón

Mensaje 6

Hoy llegamos en la madrugada a Toronto. Mi hermana se ve muy bien. Es tan hermosa. Pero bueno, está haciendo mucho frío. Quería pedirte un favor, ¿puedes ir a visitar a Yuu? Me dijeron que está muy deprimida

Mensaje 7

Me irrita el ver cómo ignoras mis mensajes, ¿sabes?, podrías decirme que no tienes ganas de conversar conmigo y listo

Mensaje 8

Me enteré de que Yuu-chan tiene un admirador secreto. ¿No estás involucrada, cierto?

Mensaje 9

Mañana regreso a Japón, mis padres seguirán acá un mes. Los voy a extrañar.

Mensaje 10

Mei Aihara, ¿todavía existes?

Touko parecía una niña pequeña que está a punto de hacer un viaje escolar al zoológico. Se le veía tan emotiva al regresar a su país. Luego de haber visto a su hermana sentía que la vida le estaba regalando una oportunidad más para llegar y cumplir sus sueños.

En la semana que había estado en Canadá aprovechó para terminar de escribir el guion de la obra que sería representada en su escuela. También, se había dado a la tarea de consultar con varias personas para conseguir representantes que pudieran apoyar con la vestimenta del elenco.

Faltaba tan sólo tres días para regresar a clases. Nunca se había sentido tan feliz como en ese momento. Deseaba llegar a la escuela y toparse de nuevo con Yuu-chan, cerciorarse de que estaba bien.

Soñaba con cruzarse con los ojos de la pequeña. Ver su cabello colorido agarrado en sus coletas. Eran cosas tan simples, pero tan emotivas y significativas para ella. No sabía desde cuándo pero se sentía tan enamorada de Yuu como la primera vez.

Tal vez, si se dejaba de tonterías todavía podría recuperar su confianza, y quién sabe si su amor en un tiempo futuro.

Al llegar a Japón arribó en Tokio. Así que, de nuevo tomó su teléfono y le marcó a Mei. Quería saludarla y hablar con ella acerca de unas cosas sobre las que había estado reflexionando a lo largo de su viaje.

Al no obtener respuesta se le hizo sencillo ir a buscarla. En la casa del abuelo de Mei, nadie quiso darle razón del paradero de Mei Aihara. Y del apartamento de su madrastra no tenía el domicilio. Pareciera que el destino se estaba interponiendo entre ella y su "amiga", si es que la podía llamar así.

En camino a la estación, alguien la aventó. Touko se sentía desconcertada, no era normal que nadie te atacara de esa manera. Al levantar la vista se dio cuenta de que se trataba de Yuzu Aihara.

Yuzu suspiraba para controlar la ira. Su rostro estaba rojo por la irritación. Y sus ojos estaban a punto de llorar. Pero en vez de dejar ver sus sentimientos se esforzaba por no golpear a una Touko que la miraba desconcertada desde el suelo.

—¡Dónde está?

Touko seguía sin comprender nada. Estaba reponiéndose del golpe que se había dado al caer al piso. Se levantó y con la voz más tranquila que tenía repuso:

—¿Dónde está quién?

—¡MEI! ¿Dónde está Mei?

—No lo sé, tengo sin hablar con ella desde la cena con su padre...

—¡No puede ser cierto! —Yuzu estaba confundida, sus piernas comenzaron a temblarle y en sus oídos un zumbido se hizo presente—.

Touko trató de agarrar a Yuzu para que no fuera a lastimarse al ver que estaba a punto de desmayarse. La sujetó y como pudo la llevó a un lugar cercano para recostarla.

Eso le parecía extraño, pero, sobre todo, había algo que le preocupaba. ¿Dónde estaba Mei Aihara?

¿Te irás para siempre?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora