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Esa mañana me levanté más temprano que de costumbre. Quería sorprender a Mei san. Esa tarde abría un evento de música en el centro de una ciudad vecina. Definitivamente no iba a perdérmelo. Pero, al mismo tiempo, no deseaba ir sola. Me daba cierta ansiedad el tener que ir sólo yo.

Al llegar al apartamento de Mei, abrí la puerta y entré sin dar aviso alguno de mi presencia. Caminé por el pasillo y me topé con una sala hecha un mar de hojas revueltas por aquí y por allá. En medio de todo el desastre se encontraba Mei Aihara que dormitaba sobre la mesa de centro.

Vislumbré un hilo de baba que caía sobre uno de sus documentos. Aún no lograba comprender cómo trabajaba el cerebro de esta chica. Pareciera que sólo vivía para trabajar, era lo único que le gustaba hacer.

Prácticamente nuestra relación era un espejismo de nuestras obsesiones. Mei se encerraba en su mundo de papeles y documentos para ayudar a su abuelo con el manejo del colegio.

En cambio, por mi parte, yo me la pasaba estudiando y tratando de escribir un guion para la obra de teatro que celebraríamos este año. Recuperaríamos la tradición del consejo estudiantil, eso me excitaba sobremanera.

—Mei, despierta.

—¿Eh? —se talló los ojos, me miró e hizo un gesto de molestia—. ¿Qué haces aquí tan temprano?

—A mí también me gusta verte, amor...

—Ya te dije que no me gusta que me digas así, ni que llegues a mi casa sin avisar. ¿Qué quieres?

—Sayaka me invitó a un festival cultural, tocará uno de mis grupos favoritos. Quiero ir.

—¿Si te das cuenta de que tenemos una relación falsa, cierto? Puedes hacer lo que quieras, no tienes por qué avisarme qué harás y qué no harás.

—Lo sé. Pero, ya me cansé. No quiero fingir algo que no es.

—Lo hacemos para proteger a Yuu y a Yuzu.

—Lo hacemos par protegernos a nosotras mismas, a nuestro miedo por sentir y sentirnos amadas. Además, Mei, nunca sales de aquí y te la pasas trabajando, me das un poco de pena.

Cuando dije estas últimas palabras me mostró de nuevo aquella mirada triste que la caracterizaba. No dijo nada. Se puso de pie y caminó con dirección al baño. Estando dentro gritó: "en un momento nos vamos".

En estos momentos puedo comprender un poco a Yuu chan. Es inevitable escapar de los encantos de Mei Aihara. Es como si su melancolía te atrapara con tanta fuerza que lo único que deseas es descubrir que es eso que la envuelve y cómo funciona en su interior.

Me senté en el sofá frente al lugar donde Mei se encontraba hacía unos momentos. Observé a mi alrededor. El papel que estaba cubierto de baba era una carta escrita con carboncillo y una letra algo desordenada.

Era una carta escrita por su padre. Al parecer regresaría esa misma tarde. Pasaría tres días en Tokio y le pedía que fuera a su encuentro. También estaría Yuzu y su madre.

—¿Puedes dejar de leer lo que no te incumbe?

—¿Por qué no me habías dicho nada?

—¿De cuando acá tengo que darte explicaciones?

Se acercó al lugar donde me encontraba. Arrebató la hoja de mis manos y la rompió frente a mí arrojando los pedacitos a lo largo del lugar. Posterior, se sentó en mis piernas quedando cara a cara conmigo.

—¿Vas a querer ir a tu festival, si o no?

—¿Y tu padre?

—Mi padre no extrañará mi presencia. Ahora, deja de molestarme y vámonos. Tenemos que hacer notar nuestra relación ficticia. Entre más creíble sea, mejor para ambas.

—Ya no quiero seguir con este juego.

—Touko, sólo déjate llevar. No es tan malo.

***

Han pasado los días desde que vino a verme Mei. Todavía no logro comprender del todo su decisión. No entiendo su repentino amor por Touko san. Es como si dos polos negativos se hayan juntado para fingir una falsa atracción y un derroche de energía positiva.

Por lo que he escuchado, está viviendo cerca de su novia y pasan todos los días juntas. Realmente, esta noticia me pareció extraña, hasta cierto punto siento que todo es un engaño. Ninguna de las dos es conocida por su capacidad para "desperdiciar" su tiempo y mucho menos por una relación.

Ayer por la noche la llamé para recordarle que vendría su padre para pasar el fin de semana con su familia. Mei no se vio emocionada ni conmovida en lo más mínimo. De hecho, sólo me respondió que haría lo que estuviera en sus manos para poder vernos.

¿Te irás para siempre?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora