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Cuando al fin pudo levantar sus pesados párpados, la situación era muy distinta a lo último que recordaba.

Ya no se encontraba en el estanque o alrededores, en alguna parte reconocible para él. El agua que antes había soportado su peso ahora era una cama, mullida y confortable. Lo que deberían haber sido árboles y vegetación ahora solamente era una habitación de columnas oscuras, hecha con un lujoso material de mármol pulido. Y él seguía completamente vestido, pero su ropa no estaba mojada de rodillas hacia abajo, como habría sido lógico. Ni siquiera era su propia vestimenta.

No sabía dónde estaba o cuánto tiempo había pasado desde que había perdido la consciencia, pero sentía su mente demasiado lejos a los últimos sucesos.

Echó un vistazo alrededor mientras se sobaba la cabeza, donde sentía un golpe, percatándose de que había algo conocido entre esas paredes. Al parecer alguien se había tomado las molestias de acomodar el lugar para él, pretendiendo hacerle pasar por un invitado cuando se trataba de un preso.

Vestido con una única prenda, un batín de seda negro bordado con flores plateadas, se encogió sobre el colchón hasta hacerse una bola, como si así sus problemas pudiesen esfumarse.

Pero no funcionó.

Lejos de rendirse, e ignorando sus ganas de llorar por pura impotencia, Jimin tomó aire y decidió levantarse. Debía salir de allí, quedarse tumbado en la cama no era una opción.

No podía gritar, desde luego, eso sólo alertaría a su... ¿Secuestrador?
Debía buscar una ventana que pudiese conducirlo directamente al exterior, o al menos que se lo pusiera fácil.

Se paseó por la estancia, milagrosamente en perfectas condiciones, y caminó hacia la primera cristalera que vio. Por desgracia no se podía abrir sin romperse.

Jimin pensó en el plan de huida por unos minutos más, pero se paralizó al escuchar la puerta abrirse. Automáticamente un imponente aroma inundó la estancia.

──Estás despierto ──dijo una voz extrañamente familiar a sus espaldas.

Sonaba a un hombre autoritario, alguien que tenía poca paciencia, como si buscase algo.

Jimin se giró lentamente, abrazándose a sí mismo como si eso pudiese hacerlo invisible a ojos del, a juzgar por su aroma, alfa.

──Oh, majestad... ──Retuvo el aire y se inclinó ante la presencia del rey en cuanto le reconoció.

Pocas personas conocían el rostro del monarca Min Yoongi, pero él era una de ellas. Aunque hacía tiempo que no lo había contemplado.

Este último soltó una pequeña risa irónica mientras le miraba de arriba abajo, con un brillo en sus ojos que Jimin no descifró.

❝ El rey y el Cisne Negro 𝄄 𝒀𝑶𝑶𝑵𝑴𝑰𝑵 ❞ ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora