1 día antes de escribir su nombre en Hollywood.
-No me voy a ir, Deo.
-Si lo hicieras, ¿qué sería de mí, Ada?
La primera vez que me besó fue con ternura, despacio, suave. Él había besado a muchas chicas, tenía muchas suplicando a sus espaldas que les hiciera un poco de caso. Pero no, solo lo hacía conmigo. Me ponía mala imaginar que le podía estar escribiendo canciones a otra persona, aquellas hojas con garabatos y palabras que rimaban me pertenecían a mí.
La segunda vez que me besó fue para hacer que me enamorara de él, me acostó en la cama y él bajó sus besos por mi cuello. No hizo nada más, se tendió a mi lado y me apartó el pelo de la cara.
Pocos días después de cumplir los diecisiete lo llevé a mi cuarto, me senté encima suya y lo besé con intensidad, permití que me tocara donde quisiera, que me rozara, que me besara, que me deseara, porque yo lo deseaba a él. Me quité la ropa con lentitud, segura de lo que iba a pasar pero con miedo de hacer algo mal, no era su primera vez, tenía con qué comparar.
Por eso escuchar lo que le provocaba me excitaba tanto, ver que él estaba disfrutando tanto como yo me hacía estremecerme. Me preguntó si estaba segura diez veces y yo dije que sí a todas, lo estaba, quería que fuera él, quería que fuéramos nosotros. Clavé mis uñas en su espalda y gemí en su oído, él aceleró sus movimientos, jadeando, soltando palabrotas que me hacía darme cuenta de lo mucho que me estaba disfrutando, puso su mano en mi cuello, apretando a los lados. 'Si quieres que pare, dímelo.' 'No, no pares, ni se te ocurra parar ahora.' Lo caballeroso y gentil que era conmigo durante el día lo perdía en la cama, y eso me encantaba. Me sujetaba las muñecas, el cuello y las caderas con brusquedad, me ponía boca abajo y estiraba mis manos hacia atrás, jugaba con esposas y yo le pedía probar cosas que veía por Internet. Nos divertíamos y, aunque sabía que no era la única, me sentía como tal.
El sexo después del día del faro fue el mejor, tomé el control, le hice anhelarme con todas sus ansias, le prohibí tocarme mientras yo lo hacía frente a él, hice que me rogara, me arrodillé y no hice nada, le tenté lo máximo que pude y él no podía hacer nada, hasta que finalmente me subí sobre él y le dí lo que ambos estábamos deseando.
Pero, Deo era un niño pequeño en el fondo, estaba perdido si no tenía a su guía y actuaba por impulsos. Me quería, mucho. Me tocaba con delicadeza, besaba mi piel con dulzura y me daba toda la atención que quisiera, cuando estaba mal me traía el desayuno a la cama, cuando lloraba ponía una comedia romántica y me daba helado, los días que no quería hablar cogía una guitarra y me tocaba algo de Stevie Wonder o Elvis. Me miraba con ojos suplicantes cuando quería algo y me decía que solo yo tenía ese efecto en él.
Era curioso saber que seguía teniendo ese poder, que me seguía queriendo, que podría hacer cualquier cosa con él. Pero no lo iba a hacer, porque yo también le quería a él, quizá no de la misma forma que hace años-era una adolescente y una enamoradiza empedernida.-, pero siempre estaría en mi corazón.
-No es por eso, Deo.- Aclaró Natasha, devolviendo la sonrisa.- Adara...- Me miró con desesperación, esperando que hablara.
Me acerqué a Miles por instinto y acaricié su mano, asentí con la cabeza y él dejó de guardar el llanto, nos miraron confundidos, sus sonrisas se borraron al instante.
Comencé a hablar, pero mi mente no respondía, era como si las palabras salieran de mi boca sin tener sentido ninguno, flotando en el aire y provocando una tempestad a medida que llegaba a sus oídos y las entendían.
Negaban con la cabeza, lloraban, unos se ocultaban y otros gritaban. Deo solo me miraba, con las lágrimas cayendo por su cara, con el rostro sombrío. No hablaba, estaba roto, no podía hacerlo. Intenté dar un paso hacia él pero se opuso, se levantó y fue a una esquina de la habitación, caminaba despacio, con miedo de dar un traspiés.
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Su nombre en Hollywood.
RomansaAdara tomaba decisiones extremas cuando la situación la superaba. Ir a Las Vegas con el amor de su adolescencia y su grupo de amigos de los 16 era una de ellas. ¿O no lo era?