Capítulo 15

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Me río a carcajadas al notar que la cama no está hecha por Ingrid, las almohadas no están como las coloca ella y las frazadas están metidas dentro de la colcha, cosa que tampoco hace.

Cierro la bata y camino admirando el gesto de Sten. Busco con la mirada el tirante que le dejé, pero no lo encuentro, ¿Tal vez no lo vio y quedó debajo de las telas? La idea me decepciona.

Troto hacia el vestidor, mi humor hoy es fantástico. Elijo un pantalón de bengalina y una camisa junto a un chaleco de lana. Un mareo me detiene y hace que quede apoyada frente al espejo, la falta de comida y sangre comienza a hacerme efecto. Me miro detenidamente, tengo el color de mis ojos más gris que de costumbre, el toque azulado casi no se nota. Me encojo de hombros ante la anomalía y salgo al pasillo.Apenas lo hago, noto que hay más guardias patrullando que de costumbre, incluso en las escaleras. Sonrío al ver a mi abuela ya vestida y con una corona en su cabeza, varios vampiros se encuentran con ella.


—Majestad—La saludo educadamente delante de los hombres trajeados.


—Majestad, ¿Es ella?—Uno de los señores se sorprende al verme.


No deshago mi sonrisa por más que no entiendo de qué habla.


—Si, les presento a mi nieta, Su Alteza Real la princesa Teresia.


¡Oh, eso sonó maravilloso! Espero la reverencia conjunta que no se hace esperar, se presentan como nobles de varios lugares, vienen dispuestos a ponerse al servicio de la corona.Al parecer, el reino necesita más recursos para expandir las búsquedas, así que para eso llegaron.


—Excelente, tengo unos asuntos pendientes, si me disculpan...—Muevo ligeramente la cabeza.


—Querida tu nuevo profesor llegará en una hora, te esperará en la sala de entrenamientos.


Asiento y me retiro rumbo a mi asunto pendiente. En el sitio ya está Ingrid de pie junto a mi silla, también Sten y, muy a mi pesar, sus padres.


—Buenos días—Saludo cordialmente.


—Buenos días Alteza, aunque ya casi serán las diez.


Inspiro profundamente y sonrío—Sí, tenía un asunto del reino.


El señor Hilton aún no ha dicho nada, sigue comiendo su pan tostado. Sten a penas sí levanta la vista. El silencio es incómodo, los cubiertos resuenan al chocar y juro que escucho los movimientos de los cheff en la cocina.


—Alteza—Depositan mi desayuno en la mesa y los platos son el ruido más insoportable.


La señora Hilton observa lo que comeré, buscando un error.


—¿Quiere que le invite?—Le ofrezco un huevo frito.


Aprieta los labios y niega.


—¿Ingrid desayunaste? Siéntate y que te sirvan algo de comer.

TeresiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora