Norman saltó del asiento del copiloto para ir corriendo hacia la casa, casi gritando por lo feliz que estaba. Su padre no había muerto en acción, sino que estaba perdido, así tendrían oportunidad de que lo encontraran y volviera a casa con ellos. Cyril lo siguió de cerca, también alegre. Mary dejó que gritaran y festejaran. Eran niños, a fin de cuentas, era obvio que serían ruidosos.
No obstante, el sonido de alegría fue apaciguado con demasiada rapidez. Y, un momento después, aquel larguirucho señor salió de la casa con una sonrisa triunfal en el rostro y agitando un papel al viento. El ruido dentro del hogar volvió, mas, ahora se escuchaba más como una discusión. Mary sabía que debía de ir e interferir antes de que volvieran los golpes.
Ingresó por el umbral de la puerta y se encontró con Norman y Cyril discutiendo, echándole la culpa; a Meg devolviendo los argumentos, intentando explicar; Celia se hizo a un lado con la vergüenza pintándole toda la cara. Y, la madre, la señora Green parecía devastada, pero, tomó el valor suficiente para hacer callar a los tres niños de un fuerte grito.
—¡SILENCIO! —Los niños voltearon a voltear a la mujer con cara de espanto. Ella miró preocupada a todos ellos—. Dejen de pelear. Por favor. Su padre, no le gustaría vernos pelear, tenemos que estar juntos ahora, en estos momentos duros —casi suplicó la mujer—. Norman, ven hijo —la potencia de su voz se desvaneció cual fantasma al traspasar un muro. La mujer abrió los brazos y Norman se acercó lo suficiente para que ella tomara sus hombros y lo mirara a los ojos—. Sé que es duro, Norman, pero tenemos que aceptarlo. Su padre, su maravilloso padre, se ha ido.
La mujer contuvo sus lágrimas e intentó mostrarle una sonrisa a su hijo. Norman empezó a negar con la cabeza e intentó alejarse, pero la señora Green afianzó su agarre.
—No. No es así. Mamá, él no está muerto. Lo siento en los huesos, él... —Se detuvo un momento, los volteó a ver. Su mirada azulada buscaba ayuda en esos momentos—. Cyril y yo fuimos a la Oficina de Guerra. Hablamos con el padre de Cyril, él investigó y nos aseguró de que había un error, que ellos no habían enviado ningún telegrama. ¡El tío Philip nos ha engañado! ¡Tenemos que ir a detenerlo!
—Norman, deja de mentir.
—NO estoy mintiendo, mamá.
—¡Norman no puedes andar por la vida culpando a las personas! Tu tío ya se fue con el contrato firmado, la granja ya no nos pertenece.
Oh, esa era una mala noticia. La familia Green estaba comenzando a resquebrajarse frente a sus ojos. Muchos ilusos y niños desesperados, si la pudieran ver, le pedirían que interviniera y arreglara todo. Un par de golpes con su bastón y listo. Pero, no. Ella sabía que su magia no podía interferir en asuntos de esa índole. Tampoco podía regresar en el tiempo y cambiar lo que ya había acontecido.
—¡Pero si es cierto! —elevó la voz el niño—. Fui a la Oficina de Guerra con Cyril. ¡Cyril!
—Es cierto, tía Isabel.
—Cyril, querido, no tienes por qué seguirle la corriente a Norman.
—Pero si es cierto.
—Ya basta, Norman, por favor.
—PERO SI NANNY McPHEE NOS LLEVÓ HASTA ALLÁ.
Eso hizo que la mujer apretara los labios. El niño estaba empeñado con esa versión de los hechos. Así que la señora Green miró seriamente a la nana que había llegado de la nada a su casa dos días antes.
—¿Eso es cierto, señora McPhee?
Mary notó cómo la mujer se tensó. La señora Green estaba pasando por un momento delicado. Con la mayor serenidad que pudo demostrar asintió.
ESTÁS LEYENDO
Sangre mágica
FanfictionMary Poppins, por algunos motivos que la mayoría desconoce, se encuentra trabajando de niñera en el Mundo Muggle. Su inspiración para este trabajo es tan fuerte que lo ha hecho por varias décadas, y continúa a pesar de que tanto el Mundo Mágico como...