CAPÍTULO 4.2 YA PASÓ OTRA VEZ.

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—Muy bien, caballeros, ¿qué conclusiones sacan de esta muestra de magia? Primero usted, auror Rowle.

La jueza también estaba muy interesada en la respuesta. Rowle le mandó una mirada con bastante enojo a Mary y ella supo que le había ganado antes de que él comenzara a hablar.

—La magia de la defensa fiscal es clara, como un camino tallado sobre el pasto, es decir que sus intenciones fueron el conducto correcto sin muchas emociones de por medio. Es como la brisa de una corriente de aire bien dirigida.

Mary sonrió, porque no podía carcajearse abiertamente.

—¿Qué es lo que usted concluye, señor Ferrer?

—Pues, a decir verdad, me sorprende que el auror Rowle haya captado algo, sin afán de ofender puesto que no estaba muy enterado de que a los aurores les enseñaran estas prácticas, sin embargo, la cantidad de información que dejó escapar es normal en un principiante. Lo que podría suponer con la descripción del señor Rowle es que la magia del señor Ardizzone está vinculada con el elemento aire, sin embargo, sólo tiene la frescura del aire frío, el centro que tiene es más tipo agua, además de que no es muy potente. Los hechizos sencillos no necesitan de mucho poder mágico, pero, si la persona tiene un núcleo mágico fuerte se siente la potencia aún en el más tenue lumus.

Con eso era suficiente para Mary, aunque el señor Ferrer explicó un poco más de la teoría y porque sería importante que a los aurores y a la mayoría de la comunidad mágica se le entrenara mejor para llevar a cabo ese tipo de práctica. Mary no era la única que aprovechaba cualquier momento para recalcar que era necesario mejorar algunas prácticas de antaño.

—Muchas gracias a ambos. Especialmente por lo educativa que ha sido su intervención, señor Ferrer, puede volver a retirarse. —El jefe de Mary volvió a irse, ahora sí dándole una mirada significativa. No, no era en plan "me debes una", sino más como un "no puedo creer que se haya creído mejor que alguno de nosotros dos", y tenía total razón. Esa investigación la había hecho con el especial apoyo de Ferrer y, aunque él insistió en que continuara, ella acabó dejándole el resto de los artículos a escribir a un grupo diferente de inefables—. Señor Rowle, por favor vuelva a tomar asiento, a menos que la defensa de la acusada no tenga más preguntas que hacerle.

Rowle se quedó quieto, viendo severamente a la mujercilla que lo había expuesto como el principiante que era.

—Emm, bueno, en realidad...

—¿Puedo decir algo su señoría? —interrumpió el señor Ardizzone, acercándose al estrado.

—Su momento ya pasó, señor Ardizzone —apuntó la jueza Goff, severamente.

—Puesto que la defensa sólo quería hacer esa prueba, puedo disponer un poco de su tiempo de vuelta, ya que, al parecer se me olvidó hacer un par de preguntas más al testigo.

La juez Goff endureció el rostro, como si lo que acabara de decirle fuera una gran ofensa, probablemente lo era, ya no era su turno, ¿cómo podía volver a tomar el tiempo? Seguramente, lo necesitaba ahora que el valor del testigo se había reducido. Ah, así que no era tan bueno ese tal Ardizzone como quería hacerse lucir.

—Por favor —pidió Ardizzone, bajando sus humos.

Los ojos de la jueza pasaron de él a la defensa de Mary.

—¿Quiere agregar algo señorita Blackheart o ya hizo el punto que quería?

—Ya... ya lo hice, honorable... —a la mujercita se le fue la voz.

La jueza Goff vio eso suficiente como para suspirar y asentir en dirección a la defensa fiscal.

—De acuerdo, tiene diez minutos, Ardizzone.

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