Capitulo 8

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A la mañana siguente cuando se despertaron, el sol entraba con dificultad por los mugrientos cristales. Narzea se levantó de la cama estirandose un poco y levantó a Aloys con un par de golpecitos en la espalda.
Narzea se acercó a la ventana y con dificultas se asomó. Limpió un poco el cristal con la manga para ver mejor y vió que había alguien hablando con el guarda de la noche anterior. La persona que estaba hablando con el era una mujer con un vestido rojo de terciopelo y decorados verdes y color oro. Tenia el pelo negro y la tez blanca. Se la podría llamar vampiro perfectamente.
- Que estas mirando tan interesada.- Aloys se acercó a su amiga y le puso una mano en el hombro.
- Esa chica, ¿quien es?.- preguntó Narzea.
- Espera que voy ahi y me presento.- Aloys se transportó ahi abajo y se hizo pasar por el ayudante del recepcionista mientras este buscaba algo en el interior de la posada.
- Que desea.-Narzea decidió bajar tambien, pero se vistió de tabernera para que diese mas la impresión de que trabajaba allí.
- Pues desearía muchas cosas, ser eternamente joven, ser mas bella muchas cosas que nadie puede conseguir, pero ahora me serviría con que tu...- antes de que le diese tiempo a terminar la frase apareció Narzea detras de Aloys.
- Yo puedo hacer todo eso que pide.- sonreió a la mujer picaramente.
- ¿Como vas a conseguir eso?- le preguntó sin creer lo que la niña le decia.
- Asi de facil.- Narzea chasqueó los dedos y apareció en su mano la famosa rosa negra que siempre usaba como demostración.
- ¿Como has hecho eso?¿eres bruja?.- la mujer abrió los ojos tanto como le fue humanamente posible.
- Exactamente, pero prefiero que me llames simplemente Narzea...- Aloys se cruzó de brazos para añadir después:
- Pero no trabajamos gratis...-.
La elegante mujer dio por entendido que querían algo a cambio así que les invitó a subir a la carroza en la que había venido y ella subió después dejando solo al hombre de la posada.
La carroza se puso en movimiento.
- ¿Dónde nos lleva?.- preguntó Aloys.
- A mi casa.- contestó la mujer indiferente.
- ¿Y bien?¿quiere ser eternamente joven?.- dijo Narzea para romper el silencio.
- Si, pero que quereis a cambio.- contestó algo intrigada la mujer.
- Nada muy dificil para usted supongo.... Una audiencia con el rey de Shavera.- contestó Aloys esta vez.
- Hmm y¿para que?.- preguntó la mujer elegante interesadamente.
- ¿Le hemos preguntado nosotros porque quiere ser eternamente joven?.- le preguntó inteligentemente Narzea. A lo que la mujer contestó con un gesto de repugnancia. Apartó la cortina de una de las ventanas de la carroza y observo lo que habia fuera.
La mujer era bastante guapa y tenia pinta de andar por los treinta años.
- Antes de nada me gustaría asegurarme de que usted cumplirá su parte y...- comenzó a decir Narzea.
- Como osas..¿estas dudando de mi palabra?.- contesto la elegante mujer enfadandose.
- Si no le importa.... Para asegurarme de ello me gustaría que usted firmase este contrato.- finalizó poniendose seria.
- ja, ¿solamente eso? De acuerdo entonces.- la mujer cogió la pluma y el papel que le estaba ofreciendo la niña firmó sin leer siquiera lo que decia el contrato.
- De acuerdo, las normas son simples...-
- Espera, ¿normas?.- dijo la mujer frunciendo el ceño.
- Si, son simples como ya dije. Si no cumple con su parte del trato me asegurare de que el conjuro tenga efectos negativos e incluso que le cause la muerte.- terminóla frase seria de nuevo.
- Llegamos, Nar.- dijo Aloys poniendose la capucha de la capa que llevaba para que no le diese el sol.
Aloys abrióla puerta de la carroza y se bajó dejando paso a Narzea.
Siguiendo a la mujer llegaron hasta; más que una casa; un palacio.
Dos guardias vestudos de uniforme abrieron las enormes puertas de entrada y la mujer les guió hasta una habitación apartada.
- De acuerdo, podreis quedaros aqui tanto tiempo como gusteis y dispondreis del servicio de mis criados y criadas.- la mujer les abrió una puerta que daba a una habitacion enorme con un ventanal tambien enorme.- Pediré que os pongan cortinas y a proposito, mi nombre es Jazmín.

Tras colocar las cortinas en la habitación les dejaron trabajar. Narzea pidió que la llevasen a la habitación un puchero para cocinar y una mesa, ademas de algunos ingredientes que necesitaría.
- Aloys toma.- dijo Narzea entregandole un botecito que parecía contener sangre.
- ¿esto es...? Que nivel, ya lo tienes preparado y todo.- Aloys destapó el frasquito y se lo bebió de un trago. Observo largo rato como Narzea cocinaba con cosas que él no había visto en su vida. Potingues, especias y animales asquerosos. Que repugnante, aquel mejunge casi superaba la repugnancia de la mujer elegante. Jazmín. Curioso nombre para una dama de la nobleza penso Aloys para si.

- ¿Y que dices que es esa bazofia que estas cocinando?- preguntó Aloys acercandose al puchero con la nariz tapada.
- ¿Bazofia?y mas asqueroso va a ser cuando veas a Jazmín bebiendoselo, teniendo encuenta que tu sabes los ingredientes- respondió Narzea picaramente. Se empezó a reir seguido de aquello.
-Y para terminar...- dijo Aloys imitando a un viejo cocinero que había en su antiguo pueblo, Claymore Clive.
-Un poco de sal, para eliminar el sabor- dijo Narzea vertiendo casi medio bote de sal en el puchero.

Narzea lo remueve durante un buen rato hasta que poco a poco deja de oler tan extremadamente mal y deja de tener tantas burbujas.
- Bazofia...- dijo Aloys mirando la mezcla-, creo que me he pasado de fino.

En ese momento, alguien llama a la puerta. Vuelve a goopear la puerta más fuerte y repetidas veces.
- La señora pregunta cuanto tiempo falta- grita alguien al otro lado de la puerta. Vuelve a llamara dos veces más.
-ya va, ya va- contesta Aloys.
Entonces Narzea coge un recipiente más pequeño y vierte en el, solo la parte liquida del mejunje. Deja el resto en el puchero y los tres salen de la habitacion en dirección al salon real. Caminaron por extensos pasillos. Cruzaron innumerables puertas y a pesar de ello aun tuvieron que cruzar un patio y dos habitaciones anexas para llegar al pasillo que llevaba al salon real. La criada que les había avisado anteriormente iba a abrir la puerta cuando salto Aloys.
- ¿hay mucha luz?
La criada sin saber que contestar ladea levemente la cabeza. Apenas se percibe, pero lo hace.
- en el salon,¿hay mucha luz dentro?- repite Aloys la pregunta.
- a, lo lamento- se disculpa la criada inclinandose hacia delante-. Si hay bastante luz, porque el salón tiene unos grandes ventanales y...
- Me da igual, solo queria saber si había mucha luz- contesta Aloys con aire de superioridad.
- Si, disculpeme señor no quise ser impertinente- se disculpa de nuevo la criada.
- Aloys no te pases, deja de hacerte el fuerte- Narzea avanza hacia delante y le da una colleja- tu te quedas fuera y sin problemas.
Narzea empuja las grandes puertas que dan al salón y sale mucha luz del interior. Enormes ventanales decoraban las paredes. Con cortinas de seda roja adornando sus laterales. En el centro al fondo estaba situado un trono y tras este un enorme ventanal decorado con una vidriera de colores alegrues y llamativos. Narzea se tapa la cara con una mano. Demasiada luz de repente. Entonces habla la criada:
- Su majestad, la invitada.
Narzea se sorprende al ver que la persona que ocupa el trono es un hombre y no una mujer.
- Lamento decirle... Su majestad- acierta a decir tras meditar como dirijirse a él-, que esperaba a una mujer ya que fue un tal Jazmin la que me trajo a los que supongo son sus aposentos.
- No te disculpes, si es a Jazmin a quien buscas allí la encontrareis- contesta el hombre señalando a un lateral recubierto con una cortina de seda de las antes mencionadas.
Narzea se dirige hacia aquella cortina sin duda alguna y la aparta. Descubre a una joven muchacha cosiendo al lado de Jazmin.
- Veo que no sois una noble cualquiera- dice de pronto Narzea arrodillandose ante aquella mujer de anchas caderas-, sino la misma mujer del rey.
- si, así es.
- Aquí le traigo su poción- dice Narzea acercandole el bote que sujeta entre sus manos- , pero antes de que cometa ningun error debo avisarla, tiene que tomarse un cuenco lleno hasta la mitad cada dos días y si al amanecer de la proxima luna no se ha terminado el bote, no habra ningun efecto ni negativo ni positivo. Claro esta, siempre y cuando su alteza mantenga su promesa.

La leyenda de Claymore CliveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora