CAPÍTULO 4.

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EL AMOR

"Siempre entendí el amor como una especie de esclavitud consentida. Esto no es así; la libertad solo existe cuando el amor está presente. Quien se entrega totalmente, quien se siente libre, ama al máximo, y quien ama al máximo; se siente libre." - Paulo Coelho.

He notado que hay ocasiones en la que nuestro cerebro recibe una determinada información, sin embargo, no significa que el corazón la haya recibido, ni que nuestra alma la haya captado. Justo eso me había pasado a mi. Hace un tiempo me había topado con esta información, y me pareció increíble, mi mente conectó con ella, era realmente hermosa; la ame.

En este contexto, Coelho hablaba sobre un amor basado en la libertad, no en la posesión; esto era grandioso, era increíble, realmente me hacía sentido esta información, puesto que anteriormente había tenido una experiencia que considero que había llegado para enseñarme precisamente eso, y por supuesto, creía haberlo entendido, no obstante, en ese entonces era solo de manera intelectual.

Lo curioso de esto, es que el texto escrito por Paulo, puede interpretarse como si estuviera refiriéndose solamente a cuando estás en una relación. Pero que hermoso suena: ¡Ay, un amor desde la libertad! Que por supuesto, aplica demasiado en estos casos, pero, ¿imaginas lo difícil que es dejar ir a esa persona que amas, pero que ha tomado la decisión de compartir su vida con alguien más?

Esa persona con la que has vivido tantas y tantas experiencias, ese ser humano que había hecho ocurrir tantas cosas dentro de ti, que había movido tanta energía en tu interior, aquella persona que despertó en ti miles de sensaciones; ahora decide ya no estar más en tu vida.

Llega un momento en el que pareciera imposible volver a experimentar aquello con alguien más; es ahí cuando surge la resistencia, la negación, la ilusión de creer que esa persona volverá, no, es que tiene que volver, es que tiene que estar en mi vida para siempre, es que no me puede hacer eso a mi, y bla bla bla.

Hace ya un tiempo atrás, yo me encontraba en una situación similar; a mi vida llegó una persona que inesperadamente logró darle un vuelco a mi mundo. En su momento, creí que era todo lo que siempre necesité. Llegó a mi vida en un momento un tanto difícil para mi.

Estaba sumergida en una depresión muy intensa, no tenía idea de cómo salir de allí y aun no había aprendido a amarme a mi misma. Es por ello que con su llegada, me sentí rescatada, creí que había llegado para "salvarme" de mi abismo, y pienso que ese fue el principal problema; me terminé apegando a esa persona.

Experimenté emociones tan intensas, vivencias tan locas, momentos tanto agradables como desagradables, todo porque al abrirme hacia esta persona, lo hice desde el miedo, no desde el amor, y como yacía el temor, surgió la posesión, el querer poseer al otro.

Recuerdo que todo aquello era tan loco, tan nuevo, tan frustrante para mí; y yo me preguntaba; ¿Qué pasaría si esta persona se marcha? ¿Quién va a estar para mi en mis ataques de ansiedad? ¿Quién va a soportar mi mal humor?

¿Quién va a decirme que sea fuerte, que no me rinda, que todo saldrá bien? ¿En los hombros de quién voy a llorar? ¿Qué va a pasar conmigo? ¡MI MUNDO SE DERRUMBARÌA!

Evidentemente hubieron varios estímulos que fueron muy influyentes en lo que sucedió al final, pero el principal fue este: el miedo que yo había sembrado en mi mente a causa de mi inseguridad.

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