Principios. Ideales. Las duras realidades de la vida anterior de Fushiguro nunca habían permitido tales cosas. Pero la constante exposición a los Itadori le había cambiado, elevando sus pensamientos a consideraciones más allá de la mera supervivencia. Desde luego nunca sería un erudito, ni siquiera un samurái. Pasó años, sin embargo, donde había aprendido a leer y a escribir con fluidez los kanjis básicos, e incluso había aprendido algo de las palabras extranjeras. Había cambiado hasta convertirse en alguien a quien su anterior clan nunca habría reconocido.
Fushiguro nunca había considerado a los señores Itadori como padres, aunque habría hecho cualquier cosa por ellos. Cuidaba a todos ellos, incluido Ryōmen. Y después estaba Yuji y Tsumiki, por quienes no le hubiera importado dar la vida por ellos.
No se atrevía a tocar a Yuji o a Tsumiki más de lo necesario, o se atrevería a asumir un lugar en sus vidas, aparte del de protector. Yuji formó en él un lazo sutil pero consistente. Y Tsumiki había despertado en él la confianza que había perdido, no sólo por tener una afinidad física similar a su clan, sino por lo familiar que lo hacía sentir aún fuera su propia gente.
Para orgullo de toda la familia Itadori, Ryōmen fue aceptado en el templo Rangaku, donde estudió arte y arquitectura durante dos años. Tan prometedor era el talento de Ryōmen que parte de su instrucción fue asumida por el renombrado arquitecto Yoshinobu Gakuganji en Dejima.
Pocos habrían discutido que Ryōmen había madurado hasta convertirse en un hombre firme y de buen carácter, con un ingenio agudo y una risa presta. Y en vista de su talento y ambición, existía la promesa de incluso más logros. A su regreso, Ryōmen fijó su residencia en Edo para completar sus obligaciones en la arquitectura, pero también iba frecuentemente a visitar a su familia en Miyagi.
Aproximadamente un año después de que Ryōmen hubiera vuelto a Edo, la tragedia golpeó a la familia Itadori. Hasta entonces ninguno de ellos había conocido nunca el verdadero pesar, el miedo o la angustia. Habían vivido en lo que parecía ser un círculo familiar mágicamente protegido. Pero el señor Itadori se quejó de extraños y agudos dolores en el pecho una noche, conduciendo a su esposa a concluir que estaba sufriendo una pesadez después de una cena particularmente rica. Se fue temprano a la cama, callado y con la cara gris. Nada más se oyó en su habitación hasta que rompió el alba, cuando la señora Itadori salió llorando y dijo a la atónita familia que su padre estaba muerto.
Y eso fue sólo el comienzo del infortunio de los Itadori. Parecía que la familia hubiera caído bajo una maldición, por la cual la medida completa de su anterior felicidad había sido convertida en pena.
«Los problemas vienen de cuatro en cuatro» era uno de los refranes que Fushiguro recordaba de su niñez, y para su amargo arrepentimiento, probó ser cierto.
La señora Itadori estaba tan desesperada de pena que guardó cama tras las honras de su marido, y sufrió tal melancolía que apenas podía ser persuadida para comer o beber. Ninguno de los intentos de sus dos hijos y sus sobrinas por traerla de vuelta a su acostumbrado yo resultó efectivo. En un increíble corto tiempo, se había quedado en nada.
―¿Es posible morir de un corazón roto? ―preguntó Ryōmen sombríamente una tarde, después de que el médico del pueblo se hubiera marchado con la declaración de que no podía discernir ninguna causa física para el declive de su madre. El abuelo lo había acompañado de vuelta a su hogar ésa misma tarde.
―Debería querer vivir por Nobara y Kasumi, al menos —dijo Yuji, manteniendo la voz baja. En ese momento, Nobara estaba llevando a Kasumi al futón en otra habitación―. Ya han quedado huérfanas de madre y son todavía demasiado jóvenes para volver a perder a otra. Sin importar cuánto tuviera que vivir con un corazón roto, yo me obligaría a mí mismo a hacerlo, sólo para cuidar de ellas.
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El encanto del Amanecer
FanfictionGojo Satoru ha caído gustoso en el consagrado arreglo de un atípico hogar; a pesar de que no esperaba tener descendencias, se ha ganado a toda una familia de cinco integrantes tan disparejos, vibrantes y discordantes. Al tener bajo su amparo a su nu...