-DÍA UNO-
Eran altas horas de la noche, cuando un lobo blanco llegó a la frontera del reino Solari. Usualmente, había áreas de la frontera custodiadas por guardias, que vigilaban que nadie intente entrar al reino ilegalmente (los reyes y lunas podían cruzar EN SON DE PAZ). Si no pertenecían a la realeza, debían cruzar por "Hashi".
Antes de la guerra, el Imperio de Solari y Sombra eran custodiados por el espíritu del río. Este rodeaba a los reinos y fluía, dando agua de sobra a los habitantes; más después de la guerra con el Imperio de Sangre, el agua se quemó. Para entrar a las ciudades, habían construido un puente custodiado por guardias. Había temas legales de por medio (tenías que tener el permiso de tu reino natal para viajar, comprobar que no tienes problemas con la ley, mencionar a cada uno de los integrantes del viaje, etc.), pero todo era gratis. Fácil. Desde la guerra, los soberanos cruzaban por el río seco sin problema, más tuvieron que agregar a esas tropas de seguridad, debido a que la protección del espíritu ya no se les era dada.
El Hashi de Solaria, estaba siempre lleno. Había habitantes de Sombra, del Imperio de Sangre (los bien llamados, desertores), y muchos "sin Imperio", que rogaban por un lugar dentro de las firmes fronteras de Solaria.
Natsuo se transformó apenas llegó al puente. Si los guardias lo reconocieron, lo ignoraron; le daba vergüenza haber sido alguna vez el príncipe heredero (más haber sido removido de su puesto), pero eso no le quitaba todo su orgullo. Era parte de la familia real de Temper, el Imperio gigante, que antes era Icee y Fog, dos de los Imperios más poderosos de todo el continente. Le debían respeto.
-Nombre, razón, certificado de permiso, integrantes de viaje y estatus social por favor - Dijo el pelimorado. Él era un desertor del Imperio Sombra (del mismísimo ejercito), pero a veces se cuestionaba si partir cuellos era mejor que darles la bienvenida a otros como él. Fingir un tono de voz alegre le costaba, pero eso era solo para ascender en el rango de guardias, y poder ser capitán alguún día...
-Natsuo Todoroki - Contestó el peliblanco, con sus colmillos fuera de sus encías todavía - Aquí tiene mi certificado, vengo a pedir una audiencia con el Rey Imperial - Le tendió el papel oficial y Shinso se dio cuenta que estaba firmado por el mismísimo emperador de Temper, Enji Todoroki. Ese papel era más que oficial - Vengo yo solamente, y soy el consejero real del príncipe heredero Shoto Todoroki - Podía sentir cierto rencor hacia su hermano, por el trato frío que le daba, pero no le quitaba el orgullo que sentía al saber que su hermanito iba a ser rey algún día. Uno muy bueno (o eso esperaba).
-Bien - El guardia le tendió su certificado, y le dejó pasar - Buen viaje
-Gracias - Natsuo se volvió a transformar en ese bello lobo blanco, y se dispuso a ir al palacio real. Había ido antes, en sus tiempos de heredero, pero no había tenido el placer de conocer al Omega de Solari. Hace tiempo, se había ofrecido como su marido, cuando este todavía tenía unos trece años, pero se negó, alegando que ya tenía a un prometido.
-Buenos días - Cada que se internaba más en el palacio, mejor se sentía. Los sirvientes le hablaban como si de un rey se tratara, cosa que le hacía subir su orgullo a medidas inimaginables para sus hermanos - Me presento, Natsuo Todoroki, vengo a pedir una audiencia con el Rey Imperial, Izuku Solari, de la dinastía Midoriya - Dijo a una trabajadora que pasaba por ahí.
Esta simplemente asintió, y le pidió que esperara en la sala de invitados.
Había colchonetas por el piso, por lo que supuso que era para que se acostara en su forma lobuna. Eran bastante cómodas, todas con la gama de color blanco, dorado, y verde. Se sintió cómodo, pero un remordimiento inundó su ser. Sentía que algo no estaba bien.
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El Rey Imperial (KATSUDEKU MEDIEVAL OMEGAVERSE AU)
Fanfiction- MY HERO ACADEMIA AU MEDIEVAL OMEGAVERSE - Ambos, herederos de Imperios distintos. Antes de nacer, habían sido comprometidos a estar juntos por el resto de sus vidas, como la pareja que derrotaría al Imperio de Sangre. Aquella farsa de relación, fu...