11.Dos opuestos

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Izuku estaba libido, besando ferozmente a Katsuki en su desnudez.

Desde que despertó, había notado una sutileza de ardor en su cuerpo. Algo que le decía su cabeza, andaba mal. Pero no le había dado la importancia, hasta que el olor del cenizo impregnó el lugar, y sus fosas nasales respiraron el picante Romero de su ex-prometido.

Mientras tanto, el rubio luchaba internamente por contenerse, pero sus manos desobedientes vagaban por el cuerpo desnudo del Omega. Por su cuerpo musculoso y pecoso, que antes era suyo. Tenía la oportunidad de volver a serlo, si tan solo lo mordía y lo preñaba... pero el lado racional de Katsuki, ese que se hacía cada vez más pequeño en su conciencia, le impedía hacer algo de lo que él peliverde se podía arrepentir.

— Izuku no... — A penas podía terminar de hablar, siendo que el pecoso no dejaba de besarlo — ...no podemos

— ¿No? — Se separó apenas unos centímetros de él, para ver su cuerpo tenso, ansioso por el propio. No pudo evitar sonreír al ver el bulto en sus pantalones — Kacchan~ — Dijo, aunque haya sonado más como un gemido que como un llamado. Y comenzó a alejarse cada vez más, tocando cada parte de su cuerpo con sensualidad, llamando al cenizo. Tentándolo.

— Deku, no me hagas esto — Estaba usando toda su fuerza. Todo su poder sobre sí mismo. Pero le fue imposible detenerse; más cuando el pecoso se sumergió en la tina, abriendo sus piernas de par en par, dejando una vista sumergida de su genital — Te vas a arrepentir.

— ¿Arrepentirme? Kachan ven aquí antes de que me pare y te viole — Sonrió ladinamente, con un brillo pícaro en los ojos. No estaría siendo tan insistente si no fuera Katsuki quien estuviera frente a él. Pero como ese era el caso, y como ese era su Alfa...

— Tú lo pediste —.

El rubio se abalanzó en la bañera, salpicando agua por toda la superficie, mojandose a sí mismo. Se quitó sus ropas en menos de lo que Izuku rompió alguna vez su compromiso, tomando con rudeza la cabeza del omega, haciendo que lo mire a los ojos.

Su mirada llena de deseo le llevó escalofríos a todo su cuerpo. Estaba viendo al omega, dueño de su corazón y sus sueños húmedos; aún así, no estaba completamente seguro de que lo que estuviera haciendo estaba bien. Un Omega en su celo era, mayormente, incapaz de consentir a un desconocido (obviamente, entre parejas, estaba implícito el consentimiento, en la mayoría de los casos); un omega sin marcar, era capaz de buscar tener relaciones con cualquier Alfa de la esquina. Era una fuerza que solo podía comparar con su propio celo, y él nunca se dejaba influenciar por completo, tomando supresores desde días antes.

Pero la mirada del menor, era de pura seguridad. Aunque Katsuki no lo supiera, el emperador del Imperio de Solaria ya se había prometido al cenizo desde su adolescencia. Desde su primer celo. Desde que se miró un día al espejo, y reconoció el rostro de una persona profundamente enamorada.

— Tómame — Le pidió. Estaba impaciente. Tenía miedo al rechazo de Kacchan en los últimos años, y el frío trato que recibió desde la muerte de los padres de ambos. De cómo el luto los consumió a ambos, y de cómo Izuku pensaba que podrían vivir tras esa tragedia y superarla juntos, y como Katsuki no — Tómame Kacchan, no dudes — Las manos del Alfa, pegadas a los costados de la tina de cuarzo, rayando la piedra preciosa con sus garras, debido a la fuerza impartida en su cuerpo.

— ¡Detenme!

El Omega negaba con la cabeza, llevando su cuerpo al del mayor, alzando sus brazos, rodeando su cuello.

— Yo realmente quiero estar contigo

El fino hilo de cordura de Bakugou se cortó ante esa declaración. Ya no había vuelta atrás. Tomaría a ese Omega, lo haría suyo, y se rendiría ante él igualmente.

El Rey Imperial (KATSUDEKU MEDIEVAL OMEGAVERSE AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora