Dulce de algodón

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Horas pasaron. Pláticas, risas; dónde solamente el sol y la luna fueron testigos.

La estatua central y un tumulto de gente, que esperaba ansiosa en filas interminables.

La rueda de la fortuna, el último día, y sí, el puesto decorado con luces; emanando un olor, tan bello, tan especial, tan dulce.

Así fue como en ese momento por fin supe, que ya no solo era un simple dulce de algodón.

~Anne

Cartas a VleratDonde viven las historias. Descúbrelo ahora