Capítulo 13

125 6 0
                                    

Elisa:
Me desperté, y Alex no estaba al lado mío. ¿Qué tiene este hombre en contra de dormir la mañana? Pensé, y me reí, pero la expresión de mi rostro cambió al recordar lo que había pasado el día anterior. Me invadió un miedo repentino de que Alex hubiese ido a hacerle algo a Nicandro, por celos.

Tranquila, Elisa, prometió no romperte el corazón, prometió no hacer nada que le hiciera caer preso de nuevo, me dije, con la mano en el pecho, y sentí mariposas en mi estómago. ¡Malditas náuseas!  Ya faltaba un día para que estuvieran listos los resultados de mis laboratorios, y el doctor me mandara medicación para estos malestares estomacales.

Respiré profundo, y caminé lentamente hacia la sala de estar, en donde vi a Alex sentado en su escritorio. Él aún no notaba mi presencia, estaba demasiado concentrado en lo que estaba haciendo en la computadora. ¿Acaso estaba buscando una carrera? Me acerqué, y alcancé a ver qué estaba mirando escuelas técnicas para iniciar un técnico en programación.

Una sonrisa boba se dibujó en mi rostro, más bien, una sonrisa enamorada. Estaba feliz porque al fin se había decidido a luchar por lo que le gusta hacer, y yo iba a estar ahí siempre, para apoyarlo. Me acerqué, y lo saludé con un beso en sus labios.

—Buenos días, futuro estudiante—le dije, con una enorme sonrisa.

—Buenos días al ángel que hizo todo esto posible—me dijo, y tomó mis caderas con rapidez, y antes de darme cuenta, ya estaba acostada sobre sus piernas, y con sus labios contra los míos.

Yo tomé su nuca, y lo acaricié, mientras me dejaba llevar por el delicioso beso.

—Eres hermosa—me dijo, y besó mi frente—Tú eres mi motivación para hacer todo esto.

—Ni sabes cuánto me alegra—dije y besé su mejilla—no quiero desmotivarte, pero supongo que estás hambriento, y no hemos ido al mercado.

—Ahorita vamos a un restaurante, y comemos algo.

—No—dije, y acaricié sus mejillas—no quiero que te desconcentres de lo que estás haciendo, bebé—le di un pico—Yo voy, y nos traigo comida. ¿Como qué se te antoja?

—Mmm—dijo, y dejó un beso en mi cuello—¿te tengo que decir lo que se me antoja?

—Uff, ya no hace falta que me digas, si ya me contagiaste, y a mí también se me antoja—dije, mordiendo mi labio inferior, mientras mi corazón latía con rapidez, pero miré a la computadora, y vi que estaba a medio proceso de resignación—pero quiero que termines ese proceso, comemos comida, y de ahí, hacemos lo que tú quieras, bebé, y en donde tú quieras.

—Como desee mi princesa—me dijo, y me dio un pico—ya sabes lo que me gusta comer, solo escoge lo que quieras, y tráeme de lo mismo.

Me despedí con un beso, y salí en el carro de Alex. Manejé hasta un restaurante, y compré nuestra comida para llevar. Iba manejando de vuelta, cuando escuché el sonido de una alarma que me indicaba que el coche se estaba quedando sin gasolina.

—¡Mierda!—dije, algo frustrada.

Divisé una gasolinera en la misma calle por dónde iba manejando, y decidí entrar en la misma. Detrás de mí, vi un auto que se veía lujoso, era un Mercedes del año. Me daba un poco de cosa porque el auto llevaba rato manejando detrás de mí. Yo lo empecé a notar cuando salí del restaurante, y a saber si me venia siguiendo desde antes. Ahora había entrado en la gasolinera detrás de mí, y se ubicó en un parqueo. Yo me bajé con mi gas pimienta en la mano, hice el pago en la bomba, y comencé a echarle gasolina al coche de Alex.

De repente, vi bajarse de ese carro sospechoso a alguien familiar, era la persona que estuve evitando todo este tiempo, y mi temor cada vez que alguien llamaba a la puerta. Nada más y nada menos que Mariana Lazcano, mi madre. Caminó hacia mí, con sus lentes oscuros, y su típica sonrisa hipócrita.

[1] Un Paso en Falso [¿Quién mató a Sara?]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora