Capítulo 3

180 10 3
                                    

Elisa:
Desperté a media noche, con mucha sed. Me puse el pullover de Alex, y me dirigí hacia la cocina. Serví un vaso con agua, y lo bebí con los ojos cerrados y pensé: ayer fue un día muy loco, pasaron tantas cosas.

No podía dejar de pensar en Alex, ¿de verdad me había pedido que fuéramos novios? ¿De verdad quería una relación seria conmigo? ¿De verdad sentía por mí lo mismo que yo por él? Todo me parecía un hermoso sueño, y tenía miedo de dar un paso en falso, y terminar con el corazón roto.

—¿Cómo es que no estás molida?—escuché la voz de Alex, bromeando desde la entrada de la cocina.

—¿Cómo es que no tienes sed?—bromeé, y ambos nos reímos.

Él se acercó, y me envolvió entre sus brazos, para luego, dejar un suave beso en mi frente. Cuando quería, Alex era un dulce.

—¿Cómo te sientes?—preguntó, mientras acariciaba mis hombros.

—Me siento bien—respondí, siendo sincera.

—Sé que ahora no estás lista para hablar sobre lo que te hizo ese cabrón de Sergio—dijo, algo tímido, y yo bajé mi mirada—pero necesitas contarlo, y si no quieres contármelo a mí, podrías decírselo a una psicóloga.

—Ya te contaré lo que viví allí—dije, y suspiré—pero no necesito una psicóloga.

—¿Seguro? Porque hace menos de un día, estabas dispuesta a suicidarte, quemándote junto con el casino de los Lazcano.

—Pero tú me salvaste—le dije, sonriéndole, para luego, abrazarme a su pecho—me salvaste de muchas maneras ayer.

—Solo quiero que estés bien.

—Y lo estoy—acaricié su mejilla, y sonreí más fuerte—pero deberíamos dormir un poco. En unas horas te toca dar tu ultima firma.

—La última firma para la sentencia—dijo Alex, y la expresión de su cara cambió—y lo más seguro es que me condenen por algo que yo no hice, de nuevo.

—No voy a dejar que eso pase—dije, segura—mi papá va a tener que ayudarte porque, gracias a ti, es que su princesa favorita está viva.

—No quiero deberle favores a tu padre.

—No le deberías un favor, más bien, él se estaría poniendo a mano contigo.

—No te rescaté para que Cesar me debiera un favor. Te rescaté porque me importas.

—Lo sé, y tú también me importas mucho, por eso, déjame ayudarte—dije, frunciendo el ceño, y pegué nuestras frentes—por favor.

—Supongo que eso haría un poco de justicia por haberme metido preso injustamente—dijo, alzando los hombros.

—Eso no volverá a pasar, lo prometo—dije, segura—y si pasa, te juro que no te voy a abandonar.

—¿Me vas a esperar 18 años más?

—Los que sean. Ahora, volvamos a dormir.

—Vamos.

Tomó mi mano, y me llevó hasta su cama, en donde me acosté en posición de lado, y de espaldas a su lado de la cama, para acomodarme y dormir. Sentí que se acostó, y pegó mi espalda a su pecho. Luego, me atrajo hacia él, quedando abrazados.

Alex estaba en modo cajita de sorpresas hoy. Nunca habíamos dormido abrazados porque terminábamos con el sexo, y cada quien a dormir para su lado.

—¿Sabes que jamás dejé de pensar en ti cuando me fui?—confesé—y mira que lo intenté, pero jamás lo logré.

—Yo tampoco pude sacarte de mi cabeza—me dijo, y apoyó su cabeza en mi hombro—lo que me dijiste cuando terminaste conmigo retumbaba en mi cabeza, y me dolía.

[1] Un Paso en Falso [¿Quién mató a Sara?]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora