Capítulo 10

125 7 0
                                    

Alex:
Nicandro sooo se rió, y me miró, como quien miraba a un loco.

—Me parece que bebiste de más a noche, Alex—me dijo, descaradamente.

—No, yo estaba muy claro a noche porque me tocaba manejar de vuelta, y no quiero que a Elisa le pase nada malo.

—O sea, que hipotéticamente hablando, ¿soy algo malo? Seamos sinceros, si la o es a elegir, con todo el pedo que tiene con su familia, se viene conmigo porque yo sí le puedo dar la vida de niña rica que siempre ha tenido, pero como no me interesa, y no es mi tipo, pues quédatela, es toda tuya. Muy niña para mi gusto.

—No me quieras ver la cara de pendejo, cabrón.

—Mira, Alex, si no me quieres creer, te me vas directito a la chingada, pero no me interesa Elisa, a mí me gustan un poco más como Marifer, pero desgraciadamente, murió por andar detrás de ti.

—Marifer era una pinche traidora, y lo sabes—le dije, y cerré mi puño para contener el enojo que crecía en mí—me vas a decir ahora que estabas enamorado de ella.

—Yo no me enamoro, cabrón. Me gustaba cogérmela, sí, pero hasta ahí. El que parece que está enamorado como un pendejo eres tú.

—Sí, estoy enamorado, y pobre del que se atreva a tocarle un pelo a mi chica.

—Por mí, te la puedes comer con enchiladas, no me interesa, no es el tipo de mujer en el que me fijo, es más, ni siquiera es una mujer, esa todavía es una niña que no sabe ni madres de la vida—dijo, y miró a su teléfono, lo cual, cambió la expresión de su cara—Me tengo que ir, problemas de trabajo.

Nicandro se subió en su coche, y desapareció por la calle. No me convenció lo que dijo. Si algo me había enseñado la vida, era que la gente mentía, y mucho. Quizás haya sido paranoia mía, o quizás, este cabrón sí se traía algo con Elisa, y como él dijo, yo tenía las de perder. Aunque me dolía aceptarlo, mi novia estaba acostumbrada a lujos que yo, por más que me esforzara, no podía darle, quizás por eso insistía tanto en que yo estudiara una carrera. ¿Habrá sido alguna indirecta? No lo sabía, y el sólo pensar que podía perder a Elisa, me quemaba por dentro, aunque tratara de hacerme el fuerte.

Elisa:
Ya era mediodía, y tenía la mesa lista para Alex y para mí, solo faltaba él. Lo esperé sentada porque las piernas se me estaban cansando mucho últimamente, y me era un poco difícil mantenerme un día entero sin tomarme una siesta, o siquiera levantarme temprano. Supuse que era ansiedad que me producía estar en México, y el saber que mi madre podía venir a molestarme en cualquier momento, cosa que, afortunada y sorpresivamente, no había hecho. ¡Mejor para mí!

Escuché la puerta, y vi entrar a Alex, quien me saludó con un tierno beso, pero lo noté pensativo. "Quizás está analizando los trámites que debemos hacer para comprar la casa, o para poder mover ese dinero desde España", pensé. Se sentó en la mesa, y lo dejé almorzar tranquilo. El silencio se adueñó de la habitación, y la mirada de Alex estaba fija en mí. Traté de descifrarla, pero llegué a la conclusión de que me estaba analizando. Solo esperaba que no siguiera sintiéndose mal por lo del tal Nicandro. ¡Dios, ni siquiera lo conocía! Solo lo había visto dos veces, una hacía seis meses, y la otra, ayer.

—Alex, ¿estás bien?—pregunté, algo preocupada.

—Eso creo—me dijo, y fijó su mirada en su plato vacío.

—Quedamos en que nos lo íbamos a contar todo, ¿recuerdas?

—Sí—dijo, y suspiró profundamente, para luego, levantar su mirada, y fijarla en mis ojos—no quiero hartarte con el tema, pero vi a Nicandro hoy.

[1] Un Paso en Falso [¿Quién mató a Sara?]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora